De esta forma se ganan la vida los latinos en Los Ángeles, veamos como les va a ir a los gringos sin quién les haga el trabajo difícil. ¿Entenederá esto el gobierno de baby Bush, o solo es la soberbia de los poderosos?
La Opinión
Si padece de acrofobia —miedo a las alturas—, se le pide alejarse de esta profesión. Pero si insiste, recuerde: de los requisitos principales de todo buen limpiaventanas de rascacielos, es indispensable el de tener rodillas firmes, agallas y sí, un poco de locura. La que le permita estar suspendido a cientos de pies de altura. (Texto y fotos: J. EMILIO FLORES/La Opinión)
Para Charlie, el reto más grande sería limpiar las ventanas de Library Tower (hoy rebautizado USBank Tower), el monte Everest de downtown , que se levanta desde el 633 de la Calle Quinta, esquina con Hope, y es el mayor rascacielos al oeste del Río Mississippi y el séptimo del país. Parándose sobre 73 pisos, esta torre mide 1,018 pies de altura. Todo ventanero se humilla con respeto ante esta labor. "Algún día…", dice Charlie. (Texto y fotos: J. EMILIO FLORES/La Opinión)
A 460 pies de altura, la vista de Los Ángeles es, bueno, angelical. Una suave brisa acaricia la piel y transmite un sentimiento de tranquilidad. Los peatones se ven como hormigas esparcidas sobre un manto de concreto. Desde aquí se escucha el zumbido de incontables motores, allí abajo. (Texto y fotos: J. EMILIO FLORES/La Opinión)
La jornada diaria comienza cuando el sol está preparándose para asomarse detrás de las montañas y la noche aún ronda moribunda entre los rascacielos. Es aquí cuando los ventaneros deben guardar mucha discreción. A veces las ventanas revelan secretos de angelinos que se encuentran dentro de estas oficinas privadas y no saben que alguien los puede estar observando. (Texto y fotos: J. EMILIO FLORES/La Opinión)