Christian Seymour y Daniel Vera: año 2005
Mercedes Hortensia Bussi Soto nació en Valparaíso el 22 de julio de 1914, tiempos de grandes guerras y cambios en el mundo. En Chile el hecho más significativo era la organización de la clase obrera y media que aseguraría el triunfo de la Unidad Popular décadas más tarde. “La Tencha” se vino a Santiago en su juventud y estudió pedagogía en historia, pero trabajó siempre como bibliotecaria. Se casó con Salvador Allende y lo acompañó desde la época en que era Ministro de Salud del Presidente Pedro Aguirre Cerda hasta su muerte como Presidente mártir en 1973.
Como Primera Dama se avocó a las labores sociales que tradicionalmente cumplen las esposas de los presidentes. Sus cercanos dicen que creció como personaje público después del golpe militar, mientras recorrió el mundo denunciando los atropellos de la Junta.
Pocas veces se ha dicho que trataron de matarla pero que sobrevivió al bombardeo de la casa presidencial de Tomas Moro. “Entre cada uno de los ataques se desataba un tiroteo de locura. La residencia se convirtió en una masa de humo, de olor a pólvora, de destrucción”, declaró días después.
Sacó fuerza de flaqueza cuando tuvo que enterrar a su marido y presidente de Chile en el más completo anonimato. No le dejaron ver el cuerpo y no hubo responso, pero no se doblegó. “Que todos los que están presentes sepan que aquí se ha enterrado al Presidente Constitucional de Chile” habría dicho antes de arrojar sobre el ataúd las flores que recién había recogido.
Salió exiliada a México prácticamente con lo puesto y asumió de inmediato como su misión el trabajo por reconquistar la democracia en Chile. Según el secretario general del PS de ese tiempo, Carlos Altamirano, “en el exterior presidió los cientos de actos de solidaridad con Chile que se organizaron en Italia, Francia, Inglaterra, España, donde ella siempre intervenía en forma muy certera”.
Se convirtió en símbolo de la oposición chilena para la opinión pública mundial y la izquierda en el exilio. El socialista Jorge Arrate asegura que nadie la cuestionó, porque tenía la capacidad de mantenerse al margen de las peleas partidistas.“Si hubiera dicho algo contra los socialistas, los comunistas o el MIR, no hubiera podido representarnos a todos, cosa que sí pudo hacer durante 17 años”.
En actividades en el exilio.
Fue respetada en el exterior, no sólo por ser la ex mujer de quien se había convertido en símbolo de la democracia, sino también por su propia valentía y sinceridad. Para Jaques Chonchol ex Ministro de Allende e impulsor de la Reforma Agraria, dice que: él mismo se sorprendía de su capacidad de plantear sus puntos de vista en cualquier escenario mundial y de la buena acogida que tenía entre los líderes de los países más poderosos del mundo. “Francois Mitterrand tenía una deferencia especial con ella, incluso la hospedaba en su casa”.
En Chile su labor era prácticamente desconocida, debido a la censura y la campaña de desprestigio en su contra. A pesar de los dramáticos hechos en que se vio envuelta, los diarios de la época evitaban referirse a ella, aunque también acudían a términos irónicos y despectivos cuando era imposible ignorarla. No cabe duda de que tuvo gran ingerencia en el apoyo y la solidaridad de que gozó la resistencia chilena durante su larga lucha contra la dictadura. Sus visitas, no sólo intensificaban el trabajo de solidaridad de los exiliados, sino que también ponían en la agenda política, noticiosa y cultural del país anfitrión el tema del atropello de los Derechos Humanos en Chile. Fueron 17 años de trabajo, viajes por el mundo, encuentros políticos, discursos y entrevistas. Pero también de luto, no sólo por su esposo, sino también por su hija Beatriz, quien muriera en el exilio. A esto se suman las muertes de amigos y colaboradores, muchas veces en manos de los militares chilenos.
Al medio día del 24 de septiembre de 1988, Hortensia Bussi pisó suelo chileno por primera vez después de 15 años. Ante una gran multitud y entre lágrimas leyó un saludo donde recordó a las víctimas de la dictadura, en especial a su hija y a su esposo, pero también anunció que participaría en la campaña del NO.
Su primera actividad pública fue visitar a Clodomiro Almeyda, quien estaba detenido por retornar a su país natal.
Con la conquista de la democracia, regresa definitivamente a Chile y se avoca al trabajo por la memoria del ex presidente. Lleva acabo el funeral oficial de su marido, crea la Fundación Salvador Allende e inaugura el monumento en su memoria en la Plaza de la Constitución, entre otras múltiples actividades.
La falta de información y el desinterés por Hortensia Bussi como personaje público y testigo de nuestra historia fue una constante durante la investigación. Por eso esperamos aportar a través de nuestro trabajo a acabar con esta injusticia que se mantiene hasta hoy.
Todavía se habla del bombardeo a Tomás Moro, como si ella no hubiera estado ahí, se habla del exilio como si ella no hubiera hecho parte de él y se escribe la historia como si ella no la hubiera vivido junto a nosotros.
Daniel Vera
Periodista