martes, octubre 25, 2011

Haciendo Camino, este miércoles en punto de las 19:00 horas

Haciendo Camino
naturalmente por




En la música: Victor Heredia, Silvio Rodríguez, León Gieco,
Pablo Milanés y más.

viernes, octubre 21, 2011

Calle 13 - Latinoamérica



Comparto este vídeo de Calle 13, es muy hermoso y me hace sentir orgullosa de ser latinoamericana, como alguien dijo: "en esta ciudad esta el edificio mas grande del mundo, pero los atardeceres mas bellos son en las playas del pacífico latinoamericano y eso no se puede comprar con dinero"

martes, octubre 18, 2011

La cosa más importante del mundo



Naomi Klein

Si algo sé, es que el uno por ciento ama una crisis. Cuando la gente entra en pánico y está desesperada, y parece que nadie sabe qué hacer, es el momento ideal para lograr que se apruebe su lista de deseos de políticas pro empresariales: privatizar la educación y la seguridad social, recortar los servicios públicos, deshacerse de las últimas restricciones al poder empresarial. En medio de la crisis económica, esto es lo que actualmente sucede en todo el mundo. Sólo hay una cosa que puede bloquear esta táctica, y, afortunadamente, es grande: el 99 por ciento. Y ese 99 por ciento está tomando las calles, desde Madison hasta Madrid, para decir: No, no pagaremos tu crisis.



Esa consigna comenzó en Italia, en 2008. Rebotó en Grecia y Francia e Irlanda, y finalmente llegó a la milla cuadrada en la que la crisis empezó.



¿Por qué protestan?, preguntan los perplejos expertos en la televisión. Mientras, el resto del mundo pregunta: ¿Por qué se tardaron tanto?, Nos preguntábamos cuándo iban a aparecer. Y, sobre todo dice: Bienvenidos.



Mucha gente hace paralelismos entre Ocupa Wall Street y las llamadas protestas contra la globalización, en Seattle, en 1999, que atrajeron la atención mundial. Esa fue la última vez que un movimiento descentralizado, global y encabezado por jóvenes, apuntó directamente contra el poder empresarial. Y me enorgullece haber sido parte de lo que llamamos el movimiento de movimientos.



Pero también hay importantes diferencias. Por ejemplo, elegimos a las cumbres como nuestros blancos: la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el G-8. Las cumbres son transitorias por naturaleza, sólo duran una semana. Eso hizo que nosotros también fuéramos transitorios. Aparecíamos, llegábamos a los titulares mundiales, y luego desapareceríamos. Y, en el frenesí del hiperpatriotismo y militarismo posterior a los ataques del 9/11, fue fácil borrarnos del mapa, al menos en Norteamérica.



En cambio, Ocupa Wall Street eligió un blanco fijo. Y no ha puesto fecha límite a su presencia en este lugar. Eso es sabio. Sólo cuando te mantienes fijo puedes echar raíces. Esto es crucial. Es un hecho, en la era de la información, que demasiados movimientos brotan, como hermosas flores, pero rápidamente mueren. Es porque no tienen raíces. Y no tienen planes de largo plazo de cómo se van a sostener. Cuando llegan las tormentas, el agua se las lleva.



Ser horizontal y profundamente democrático es maravilloso. Estos principios son compatibles con el duro trabajo de construir estructuras e instituciones que sean lo suficientemente robustas para que puedan sobrellevar las tormentas que vienen. Tengo mucha fe en que esto pasará.



Algo más que este movimiento hace bien: se comprometieron con la no violencia. Se rehúsan a darle a los medios las imágenes de ventanas rotas y luchas callejeras, que tanto anhelan. Y esa tremenda disciplina ha implicado que, una y otra vez, la historia sea la deplorable y no provocada brutalidad policiaca. De la cual vimos más todavía el miércoles (día 5) por la noche. Mientras, el apoyo a este movimiento crece y crece. Más sabiduría.



Pero la gran diferencia, tras una década, es que en 1999 nos enfrentábamos al capitalismo en la cúspide de un frenético auge económico. La tasa de desempleo era baja, las carteras de acciones tenían un alto valor. Los medios estaban borrachos de dinero fácil. En aquel entonces se trataba de comenzar negocios, no cerrarlos.



Hicimos notar que la desregulación detrás del frenesí tenía un precio. Era dañino a los estándares laborales. Era dañino a los estándares medioambientales. Las empresas se volvían más poderosas que los gobiernos y eso era dañino para nuestras democracias. Pero, para ser honesta con ustedes, mientras fueran buenos tiempos, enfrentarse a un sistema económico basado en el egoísmo era una tarea difícil, al menos en los países ricos.



Diez años más tarde, parece que ya no hay países ricos. Sólo un montón de gente rica. Gente que se enriqueció saqueando la riqueza pública y agotando los recursos naturales en el mundo.



El punto es que hoy, todos pueden ver que el sistema es profundamente injusto y se sale de control a toda velocidad. El egoísmo sin restricciones ha destrozado la economía global. Y también está destrozando al mundo natural. Sobrepescamos nuestros océanos, contaminamos nuestra agua con la fracturación hidráulica y las perforaciones en aguas profundas, nos enfocamos en las formas más sucias de energía en el planeta, como las arenas bituminosas de Alberta. La atmósfera no puede absorber la cantidad de carbono que le metemos, con lo cual creamos un peligroso calentamiento. El nuevo modelo de lo normal son los desastres en serie: económico y ecológico.



Estos son los hechos. Son tan evidentes, tan obvios, que es mucho más fácil conectarse con la gente de lo que era en 1999, y construir rápido el movimiento.



Todos sabemos, o al menos intuimos, que el mundo está de cabeza: actuamos como si no tuviera fin lo que en realidad es finito: los combustibles fósiles y el espacio en la atmósfera para absorber sus emisiones. Y actuamos como si hubiera estrictos e inamovibles límites a lo que abunda: los recursos financieros para construir el tipo de sociedad que necesitamos.



La tarea de nuestro tiempo es darle la vuelta a esto: retar esta falsa escasez. Insistir en que tenemos los recursos como para construir una sociedad incluyente y decente, y al mismo tiempo respetar los verdaderos límites que la Tierra puede aguantar.



El cambio climático implica que tenemos una fecha límite para hacerlo. Esta vez, nuestro movimiento no puede distraerse, dividirse, agotarse y ser borrado del mapa por los acontecimientos. Esta vez tenemos que triunfar. Y no hablo de regular los bancos e incrementar los impuestos a los ricos, aunque eso es importante.



Me refiero a cambiar los valores subyacentes que gobiernan nuestra sociedad. Eso es difícil de acomodar en una sola demanda, amigable para los medios. Y también es difícil resolver cómo hacerlo. Pero, no por ser difícil se vuelve menos urgente.



Eso es lo que veo que ocurre en esta plaza. En la manera en que se alimentan unos a otros, se dan calor unos a otros, comparten información libremente y se proveen de servicios de salud, clases de meditación y talleres. Mi letrero favorito aquí es: Me importas. En una cultura que entrena a la gente a evitar la mirada del otro, a decir, deja que se muera, eso es una declaración profundamente radical.



Peleamos contra las más poderosas fuerzas económicas y políticas del planeta. Eso asusta. Y conforme este movimiento crezca, de fortaleza en fortaleza, asustará cada vez más. Siempre estén concientes de que habrá la tentación de cambiar de blanco, a uno más chico, como, por ejemplo, la persona a tu lado. No caigas en la tentación. Esta vez, tratémonos como si planeáramos trabajar uno al lado del otro, en la lucha, durante muchos, muchos años. Porque la labor que tenemos ante nosotros demanda nada menos que eso.



Tratemos a este hermoso movimiento como si fuera la cosa más importante en el mundo. Porque lo es. Realmente lo es.



www.naomiklein.org.



Twitter: @naomiaklein.



Este texto es el discurso que dio el pasado 6 de octubre en la Plaza Libertad, ante los participantes en Ocupa Wall Street. Fue publicado en el periódico que editan los manifestantes, The Occupied Wall Street Journal.



Traducción: Tania Molina Ramírez.

lunes, octubre 17, 2011

Un adelantado del periodismo: Carlos Monsivais

Con motivo de la entrega de la medalla Belisario Domínguez, Carlos Monsiváis describió así a Granados Chapa en 2008.

La formación inicial
Miguel Ángel Granados Chapa nace en Pachuca, Hidalgo en 1941, estudia Leyes y periodismo en la UNAM, desde la adolescencia se interesa en el periodismo, interviene en un proyecto fallido (la formación de un partido socialcristiano), y colabora y codirige en diversas publicaciones y estaciones de radio (es director de Radio Educación, por ejemplo). En 1965 entra a Excélsior, en donde es secretario de redacción, articulista, secretario de la redacción y subdirector editorial, entre otras tareas. Casi desde el principio Granados se incorpora al grupo alrededor de Julio Scherer García, impulsor de las transformaciones graduales y/o radicales en el periódico.

El Oficio
¿Qué es en la década de 1960 El Oficio (periodístico)? El término, hoy fuera de circulación, designa a una versión, la más rigurosa, de la tradición de las redacciones, centrada en la visión lo más unitaria que se puede de la realidad del país y (en algo) del mundo. Los del Oficio marcan la jerarquización de las noticias con intuición y con sujeción inevitable a las reglas de juego y conocen a fondo el meollo de lo que no se publica, (crímenes son del tiempo que es censura). Granados se hace amigo de los consagrados del Oficio: Julio Scherer, Francisco Martínez de la Vega, José Alvarado, Manuel Buendía. Renato Leduc, Elena Poniatowska y de buen número de los que, sin tanto renombre, son "la Universidad" a la disposición.

Un dato básico de los practicantes del Oficio: el respeto al lector, al que los "maquinazos" agreden, y al que no se le debe engañar con escamoteos ideológicos y digresiones de principio a fin. Granados aprende bien las leyes del Oficio y está muy al tanto, y divertidamente, de los que "desconocen el Oficio". Lo singular de Granados es su resistencia al lirismo (una especialidad de José Alvarado y, a veces, de Martínez de la Vega), al pintoresquismo y a la intervención desmesurada del Yo. Granados es muy escueto, asume un tema, lo sitúa en su contexto jurídico, político o económico, ofrece sintéticamente la trayectoria de la persona o la institución abordadas, o los motivos de un fenómeno, y da sus conclusiones, críticas y a veces muy ásperas, pero nunca ad hominem, jamás insultantes (ésta también es una regla del Oficio: el insulto favorece al insultado porque exhibe la debilidad de la argumentación que a eso desciende).

Excélsior
En Excélsior Granados aprende con método ejercicios de las visiones de conjunto. En la etapa 1968-1976, cuando Scherer dirige y transforma Excélsior hasta donde le es posible (bastante), Granados mantiene su actividad múltiple y contribuye muchísimo a fijar el nuevo tono del distanciamiento crítico. El 68 sorprende y radicaliza a un buen número de periodistas, y Granados no es una excepción. Al revisarse aquellos artículos (Oh, tú, Hemeroteca, dueña de los secretos) se advierte la obstinación que escudriña sin aspavientos, la actitud que ya no abandonará.

Mientras el equipo del presidente Luis Echeverría organiza el golpe a Excélsior, que irrita por su examen cada vez más despiadado del gobierno y de su primer mandatario, el "Faraón del Tercer Mundo", Granados observa con agudeza la caída o el ascenso, a elegir, del reportero (malísimo) Regino Díaz Redondo. Ya convencido de lo que, sin melodrama alguno, es una traición, Granados convoca a varias reuniones en su casa. Recuerdo una de ellas, antes del golpe del 8 de julio de 1976, cuando se redacta el texto de apoyo a Scherer y de rechazo de la intriga de Díaz Redondo/Echeverría (no en este orden). Granados redacta la carta con su rapidez habitual, no hay distancia entre su sintaxis oral y su sintaxis escrita, y el texto es muy contundente. Los firmantes proponen pero vienen los golpistas y lo descomponen. El grupo de Díaz Redondo, que todavía no incorpora al articulista Gastón García Cantú, al posesionarse del diario, en lugar de nuestro alegato publica una página en blanco.

Proceso, La Jornada, Canal 11, Radio Educación
Desde Excélsior, Granados practica distintos géneros periodísticos: el artículo, el reportaje razonado, el miniensayo. Mencioné el "reportaje razonado", y me explico: es un resultado de la información completísima que entrevera el relato de un hecho noticioso mientras sitúa sus vínculos con otros fenómenos. Por sobre la pasión narrativa, el servicio a los lectores.

Ya desde el semanario Proceso, es muy amplio el reconocimiento al trabajo de Granados por varias razones: su acuciosidad, y su manejo de dos archivos extraordinarios (el que guarda y pone en su oficina y su memoria), su capacidad de trabajo y su combatividad vertida en una prosa sin estridencias, sin revelaciones o exposés, sin arrebatos o mala fe. En el sentido técnico, Granados es una novedad en el medio: un periodista que entrega a diario un dossier, un expediente o una noticia estudiada e incorporada a una explicación general.

En Unomásuno, Granados es uno de los subdirectores, en La Jornada es subdirector y director general por un tiempo. En ambos diarios la tendencia es de izquierda con causas hasta ese momento ignoradas o desdeñadas por el periodismo: los derechos reproductivos, los derechos de las minorías, la ecología, la libertad del lenguaje (todavía en Excélsior no se puede imprimir chingada, hoy un vocablo de los tiempos idos), la defensa de los movimientos sociales, algo ya incontenible en 1985, al surgir casi formal la sociedad civil en los días del terremoto en la Ciudad de México.
Al fundar y dirigir un semanario, Mira, Granados no tiene suerte o ya el mercado está saturadísimo.

Proceso, Reforma
A lo largo de casi cinco décadas de ejercicio profesional de Granados, se modifican al límite las características del periodismo, la tecnología hace a un lado las razones del Oficio, las redacciones son ya radicalmente distintas (navegar por la Red anula la Universidad de la Vida), el respeto al lector toma otros caminos (lo bien escrito deja de ser un requisito exigible, o ya es casi imposible definir lo bien escrito), el Internet es la Universidad incesante. En Reforma y en Proceso, de donde se va un tiempo y a donde vuelve, Granados, con un prestigio acrecentado, despliega sus virtudes: el archivo al que Internet beneficia pero no inventa, la memoria personal disciplinada y organizadísima, se trate de políticos o clérigos o empresarios para los que el olvido es una "absolución de pecados", se trate de poemas o de letras de canciones; de leyes o de modificaciones administrativas. En Reforma publica seis días a la semana su columna Plaza Pública, y en Radio UNAM mantiene de lunes a viernes un programa informativo con ese nombre.

Granados, el irrebatible. Si sus opiniones se discuten, algo necesario, en todos los casos, sus argumentaciones jurídicas y políticas están siempre bien estructuradas. A diferencia de una de las tradiciones más arraigadas en el medio periodístico, Granados no improvisa y lo que escribe viene de su práctica de investigación permanente.

La realidad política cambia, gana el poder formal la derecha (Vicente Fox, Felipe Calderón), el PRI se vuelve una confederación de cacicazgos y clientelas, la izquierda tiene líderes genuinos que asisten al desbaratamiento del PRD, pero lo que continúa, acrecentado, es el auge de la impunidad, la madre y la beneficiaria de todas las batallas. Granados, que sí toma partido y cuya objetividad nunca se exime de promover y defender causas, se concentra crecientemente en el examen de la impunidad, lo que a los ojos de los cínicos es tiempo perdido pero lo que acentúa su condición de referente indispensable. Si antes se creía inútil examinar y documentar las interminables violaciones de la ley y los premios cuantiosos a los culpables, Granados, un adelantado del periodismo de investigación, entrega su propuesta: si los gobiernos se fundamentan en la impunidad, su organigrama de dispensaciones, a los ciudadanos les toca inconformarse con energía, y el primer paso es la información fundamentada.

En 2008 Granados es una figura primordial del periodismo. En su caso, además de lo que cada lector y cada lectora le atribuyan, esto remite a su amor cotidiano por la responsabilidad. La impunidad continúa al frente de los certificados de pureza instantánea de la clase gobernante y sus esbirros o teóricos, pero los ciudadanos, y esto es definitivo, ya han dejado de creerles, digan lo que a veces dicen las encuestas. Y uno de los responsables mayores del "descreimiento" es Miguel Ángel Granados Chapa, un convencido de la puerilidad a que quiere someter al país la maquinaria de lo impune. Eso lo sabe Granados y lo enfrenta: el que en los asuntos que importan fuere como niño, nunca ejercerá la ciudadanía que es, desde lo informativo y lo crítico, la mayoría de edad.

viernes, octubre 14, 2011

De coalición a coalición


MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

14 Octubre 2011

Es preciso eliminar la confusión posible entre una coalición electoral, figura jurídica ya existente en nuestro derecho, y la propuesta en curso de integrar gobiernos de coalición. Ambas, por supuesto, demandan la integración de voluntades partidarias. Pero su propósito es diferente. En la alianza electoral se trata de triunfar en comicios, y si bien suele pactarse un programa de Gobierno, de que se le incumpla no necesariamente se siguen consecuencias para la gobernabilidad. Es conveniente hablar de esa primera significación, porque aunque sean pocos y luzcan trasnochados, aún hay quienes hablan de la unión de PAN y el PRD para evitar la victoria priísta el año próximo. Pero no es tal coalición de la que hablamos ahora, sino de una reforma constitucional iniciada por el senador Manlio Fabio Beltrones para introducir el Gobierno de coalición, que puede configurarse aun entre partidos que hayan contendido abiertamente en las elecciones previas.
El fin principal de esta innovación es garantizar los acuerdos entre partidos conforme a programas y responsabilidades compartidas. También se procura evitar los intentos casuísticos de consenso, que se cumplen parcialmente y por lo mismo suelen fracasar, amén de que generan entre las partes incriminaciones. Acuerdos a medias, o desacuerdos francos dejan un pozo de resentimiento entre los ciudadanos, una sensación de que la democracia práctica, la que conduce a resultados, es imposible.

No son esas necesariamente las bases de que parte la iniciativa de Beltrones pero sí sus consecuencias. Nadie es tan ingenuo para ignorar que el dirigente senatorial camina en dos sendas cuya meta es la Presidencia de la República. Lo hace con andar acompasado. Presentó el 14 de septiembre el proyecto de reforma constitucional de que hablamos y lo ha ido rodeando de apoyos, procedentes de partidos y personas entre los cuales la iniciativa se aprecia en sus propios méritos. Consiguió el apoyo de los líderes de las fracciones a las que, como presidente de la Junta de coordinación política o de la mesa directiva del Senado ha encabezado por más de cuatro años. Es menos afortunada la suerte de su proyecto en la Cámara de Diputados, donde proliferan los partidarios de Enrique Peña Nieto, capaces de ver sólo pasos de Beltrones hacia la candidatura presidencial y no el empuje de un dirigente legislativo que, amén de su destino personal, se halla en la ocasión de echar adelante reformas estructurales que favorezcan el desarrollo y la democracia.

Con suertes distintas, Beltrones ha impulsado reformas constitucionales de enorme alcance o que quedaron como meras trochas que hay que despejar para transitar sobre ellas. La reforma constitucional en materia electoral transformó a profundidad el sistema de medios de comunicación en esa materia. Si bien sus habilidades políticas y un adecuado ejercicio de la oportunidad le evitó pagar el alto costo de un conjunto de medidas que aún lastiman a profundidad a los concesionarios de radio y televisión, lo cierto es que tuvo el valor y la audacia para hacer saber a los dueños de esos poderes fácticos, que es posible enfrentar desde los poderes institucionales que no son, como algunos miembros de la CIRT suponen, propiedad particular suya, sino bienes de la nación.

Pretendió también Beltrones, esta vez sin resultado alguno, una reforma hacendaria que abarque todos los recursos del Estado, y ejerza la autoridad del Estado sobre los ingresos y el gasto público. En este caso pudo más el coyunturalismo preelectoral y la propuesta se atoró en los lodazales del interés partidario interno del PRI (como ha ocurrido con la reelección de legisladores) y con ello se evitó la libre conjunción de intereses partidarios y los de parcelas extensas de ciudadanos.

Tras el avance parlamentario de su iniciativa, Beltrones ha conseguido el apoyo de un grupo relevante de la sociedad civil, que la resumieron y ofrecieron sustento relevante en un texto titulado “Democracia Constitucional”. Son cuarenta y seis los formantes y es imposible darles aquí espacio a todos sus nombres. Incluyen militantes políticos (sólo unos cuantos del PRI) en receso o activos, creadores artísticos, intelectuales, investigadores, etc. Es posible que ninguno de ellos (salvo los senadores Pedro Joaquín y Francisco Labastida) voten por Beltrones en la elección interna o constitucional, porque es remoto el progreso del ex Gobernador de Sonora en esa ruta. Pero con su iniciativa busca impulsar esa posibilidad y contribuir a mitigar las lastimosas condiciones de vida de nuestro País.

Casi nadie entre los firmantes, y por supuesto entre los mexicanos todos, puede negar la terrible situación en que nos hayamos envueltos: la inequidad social, la pobreza, la incontenible violencia criminal, la corrupción que tantos beneficiarios genera, la lenidad recíproca, unos peores que otros, la desesperanza social. Todos esos factores, y otros que omito involuntariamente pero que actúan en conjunto, forman un cambalache como esa masa maloliente a la que cantó Enrique Santos Discépolo en la Argentina de 1945.

Con todo, pudo cantarle. Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida, permitan a nuestro País escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto que esa mutación se concrete.

Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós.