domingo, noviembre 19, 2006

SUPLEMENTO 5

Publicado tambien en: A Romper el Cerco Informativo !



CONTENIDO

* El Norte También es Villa
* Fotografías de la Revolución



EL NORTE TAMBIEN ES VILLA

René Zúñiga


Nuestra diversidad como país tiene como consecuencia características particulares en aspectos culturales, geográficos e incluso de cosmogonía. Mientras en el sur los caseríos surgen en la montaña, en la sierra, en el altiplano son pequeños y aislados poblados, en el norte el desierto, la montaña y la frontera con el imperio, donde la miseria y la marginalidad son elementos de identidad.

Zapata en el centro y sur del país, Lázaro Cárdenas en Michoacán, en el centro del país, en la Laguna; -¡ Donde no estuvo el General !-, en el norte: Durango, Chihuahua, Coahuila; no hay donde no se conozca algún corrido, se tenga alguna fonografía en sepia o en altares improvisados donde la fe y la esperanza van de la mano en espera del milagro, de la multiplicación de los panes, del trabajo fecundo en tierras arrebatadas por el cacique municipal, el protegido de gobiernos del pri o del pan, que son lo mismo, dice la gente - vox populi vox dei - , y de esa espera, de esa cascada de indiferencia a la pobreza, esta siempre presente el General Francisco Villa al que la gente venera y espera, como a Quetzalcóatl, a que retorne en la mirada, manos y corazón de hombres y mujeres de estas tierras.

En 1878 Villa nació en el municipio de San Juan del Río , Durango, hijo de Agustín Arango, hijo ilegítimo de Jesús Villa, apellido que retomaría el General. Conocido en su precoz adolescencia, allá por 1891, como parte de una banda, la leyenda y el mito lo han ubicado en un sinfín de situaciones algunas de ellas ciertas, muchas otras solamente fueron mentiras que terminaron solidificándose como verdades.
La vida de Francisco Villa fue a salto de mata, John Reed recopilo datos y conjeturas, sin embargo, nunca conoceremos los hechos esenciales de la vida de Villa en este período que incluso Reed, omitió en México Insurgente. Historiadores, algunos de ellos charlatanes, otros gente seria y de bien, han escrito y contado de viva voz; en tertulias dominicales la historia de mi General Villa, ahí la cadena de esperanza ha crecido hasta magnificar una vida de limitaciones en sus primeros días, después, ya adolescente reflexiones sobre la miseria de un pueblo siempre explotado por los hacendados, por los caciques, quién siempre de la mano del poder político o de la tropa en aquellos años, han asesinado a quienes no aceptan la decisión del cielo en la tierra.


Su participación en la revolución se originó de una entrevista sostenida con Don Abraham González, con quien simpatiza y la redención fue total, ya que Villa piensa en la Revolución como algo que lo va a redimir en lo personal, que va a redimir a su pobre raza. Sus años de correerías -19- , le daban el inmejorable conocimiento del terreno y que utilizaría esos conocimientos para la causa del pueblo. En junio de 1912 el General Bernardo Reyes le da rudimentos de instrucción cívica e historia patria y ahí se comienza a gestar la leyenda..
En 1913 Pablo González y Lucio Blanco originario este último de Nadadores, Coah.-, actuaban alrededor de Monclova y Matamoros. En Chihuahua, aunque el designado era Manuel Chao, Villa unifica el mando, ya que de ocho hombres su contingente aumenta a nueve mil y los éxitos militares no se hicieron esperar. Las batallas eran sangrientas y su genio militar se manifestaba prolijamente, fortalecido al incorporándosele un brillantísimo General y maestro:
Felipe Ángeles, experto en balística y matemáticas, pero sobre todo, por su comprensión humana.

En la toma de Zacatecas hubo carnicería, heridos heroicos como Rodolfo Fierro, que aún herido y chorreando sangre, se olvidaban de su persona para seguir eficazmente en el combate.
Villa no utilizó la lucha para beneficio personal, confisca bienes para garantizar pensiones para huérfanos y viudas, descubriéndose como un férreo administrador, poniendo a trabajar a todo su ejercito en su paso como Gobernador de Chihuahua en 1914, en la planta eléctrica, los tranvías, teléfonos, servicios y agua potable.
En el Norte no hay comunidad rural, donde el polvo y el silencio se conjugan, que no tenga una imagen de Pancho , el santón, el milagroso, quién acompaña al jodido en sus sueños, en el deseo por lograr un cambio radical en la patria; el único que le ha podido pegar a los gringos.

Las voces articuladas en torno al General Francisco Villa deben ser escuchadas, la pobreza arma letal del estado -, ha diezmado al trabajador del campo y de la ciudad, provocando que las tierras se abandonen para buscar trabajo y medios para dar alimento y educación a la familia en las grandes ciudades, a donde llegan y van formando los cinturones de miseria alrededor de la opulencia de unos cuantos, otros más , emigran al imperio en la búsqueda de lo que gobiernos neoliberales les han negado.

Villa es el viento que recorre los campos y las ciudades. Es ya tiempo de que los mexicanos tengamos otras formas de identidad. Deseamos que nos una, en nuestra diversidad, el tener una vida justa y verdadera, con democracia, igualdad y paz.

¡ A Romper El Cerco Informativo !


FOTOGRAFÍAS DE LA REVOLUCIÓN





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1 comentario:

San Judas Cuauhtemoc Cardenas dijo...

CUAUHTEMOC CARDENAS

En cierta ocasión tuve la oportunidad de conocer a un paisano que, entre plática y plática me comentó que tiempo atrás, antes de dedicarse al negocio de la soldadura —ahora carena barcos en los diques de la región—, había sido zardo en su juventud.

Me dijo que por cosas del destino y siendo su padre amigo personal de un prominente político, éste lo sacó de repente de la milicia para insertarlo en el grupo que servía entonces como guardia presidencial en los tiempos de la transición del poder entre De la Madrid y Carlos Salinas.

Por supuesto que no me sorprendió en absoluto cuando le escuché decir que ahora, el tan sólo pronunciar el nombre de Salinas le producía un cierto escozor en el pescuezo, pero reconoció que en su tiempo, “el chaparrito mondo” tuvo un poder súper encabronado en nuestro país. Y he aquí que de repente, entre parrafada y cháchara, se le salió decirme algo que en verdad me cimbró.

Me dijo en voz baja, que en determinada fecha del año 1988, justo en los aciagos tiempos electorales y en cierto lugar (no mencionó el sitio naturalmente) de la ciudad de México, él fue testigo de un encuentro discretísimo entre las íntimas huestes de Cuauhtémoc Cárdenas y las de Carlos Salinas. Ellos, como cohorte personal de un Salinas ya “electo”, recibieron ordenes de acordonar la cuadra donde éstos dos individuos se entrevistaron, y desde luego, nada pudieron saber de lo que acordaron en secreto. Pero lo que sí pudo mirar —así sin más—, fue cuando Cárdenas salió del edificio cargado con maletas de dinero —él dixit—, las que metió rápidamente a uno de los vehículos para perderse después entre el tráfico.

Esto que digo no tendría nada que ver con inocencia o sospecha, con candor o suspicacia, con ingenuidad o recelo a no ser por la noticia que se publicó apenas ayer en “todos los periódicos México” sobre la personal postura de Cárdenas respecto de los sucesos políticos que están ocurriendo en el país. Sabido es que Cuauhtémoc, “el águila que cae”, por años ha tenido un cierto prestigio político —a últimas fechas ya algo desgastado— que, bien manejado por los cabecillas de la imposición puede surtir algún efecto en las ¿cándidas? mentes del defraudado elector.

Por ello cuando leí la nota recordé la confidencia que me hiciera aquel paisano, el que fuera militar en su juventud y a la postre guardia presidencial, pero que hoy prefiere ser carenador de barcos en los diques de la región. Este humilde paisano, dolido por lo que vió, renunció poco después al cargo y prefirió salirse del estiércol que siempre ha sido la política mexicana.

Francamente y por más que uno le busque, no se puede entender la postura de Cuauhtémoc cuando todos sabemos que es el partido que él mismo fundó el que está luchando por un cambio de cosas en el México del siglo veintiuno. ¿De qué se trata, Cuauhtémoc? Como están las cosas casi todos sabemos —y una gran mayoría, cándidamente, lo sospecha— que en 1988 hubo fraude electoral. ¿Y qué hizo el buen Cuauhtémoc? ¿Volar como el águila aunque le quemasen los pies o entrevistarse a ultranza con Salinas para pactar la elección, para recibir esas maletas que mi paisano dice que miró? Y aquí la pregunta es: ¿se vendió Cuauhtémoc en el 88? No lo sabemos.

Pero si él en su momento no actuó con patriotismo, no fue capaz de defender un triunfo que a todas luces le favoreció, ¿por qué se opone ahora a que López Obrador defienda su causa envuelto en la bandera de su propio partido?

¿Daño irreversible a la izquierda o defensa de intereses particulares? ¿De qué se trata?

Ahora mismo he comenzado a sentir —así sin más—, al igual que mi paisano, el viejo zardo retirado sintió, un cierto escozor en el pescuezo.

Y puedo ver pájaros negros que sobrevuelan Palacio, penachos de plumas que se derriten en el fuego, extranjeros que nos queman los pies para encontrar el tesoro… y también —así sin más, como entre brumas—, a un águila que cae.