domingo, enero 29, 2012

¿Quién fue Miguel Nazar Haro?

Nacido en 1924, a los 26 años ingresa al Servicio Secreto mexicano, que lo asigna a infiltrar a la oposición. En 1952 atenta contra Miguel Enríquez Guzmán -entonces candidato a la presidencia-, por órdenes de Adolfo Ruiz Cortínez (entonces presidente y ex agente de la OSS en 1914 y operativo de la CIA). Fue acogido –Nazar- en los EEUU (Panamá) por la ILEA (Escuela Internacional de Policía), vecina de la SOA (Escuela de las Américas, o escuela de asesinos, que compartía instalaciones y entrenamiento táctico).

Regresa a México en 1960 y se reincorpora a la Dirección Federal de Seguridad (renueva sus vínculos con Hilde Krüger, ex agente de la Abwehr -Nazi, amate de Miguel Alemán y trae a la DFS a Vicente Capello, hijo de un Nazi Italiano, que aún hoy es “responsable” de los archivos que él mismo creó en la DFS-AGN) y es asignado a la seguridad de los padres de Díaz Ordaz. De ahí, asociado con éste y su compadre el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, es hecho responsable en 1964 del grupo C-047 destinado a… infiltrar movimientos “subversivos”.

En 1968 –enero- trae a México a Francisco Javier Chapa del Bosque, que conoció en la ILEA como instructor –veterano de la guerra de Corea, sí el “Prof. Zovek”- para formar a los Halcones que participaron en la masacre de estudiantes en la Toma del Casco de Santo Tomás y en Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas. En 1969 ordena el desmantelamiento de las organizaciones estudiantiles a nivel nacional y cuenta con la “ayuda” de la Asociación Nacional de Universidades (ANUIES). 1970 es subdirector de la DFS y jefe del “grupo especial” (nunca dejó el mando operativo, compadre del Negro Durazo, de Salomón Tanúz).

En 1974, el grupo se convierte en Brigada Especial –la Brigada Blanca, escuadrón de la muerte al servicio del estado, probales responsables del asesinato, persecución y desaparición forzada de más de 25 mil mexicanos y mexicanas-, y se financian “contratando” a dos personajes, “Don Neto” y Rafael Caro Quintero, por instrucciones de la CIA –de la cual eran agentes Luis Echeverría (presidente), Gutiérrez Barrios (director de la DFS y subsecretario de Gobernación) y el mismo Nazar.

En 1980 José López Portillo lo nombra Teniente Coronel. En 1982 declara ante un comité secreto del Senado de los EEUU sobre las órdenes de la CIA, y es declarado “testigo protegido” lo cual le da impunidad y le permite evadir los cargos por robo de autos que pesaban en su contra en los EEUU. En el año 2000, cuando fui jefe de investigación histórica de la guerra sucia en México, mandos operativos de la Brigada Blanca me dijeron en declaración que “estaban siendo llamados a servicio” por el Jefe (Nazar), porque iban a regresar a trabajar para Fox…

¿Quién era Miguel Nazar Haro?: Desde 1960 hay testimonios del gusto que tenía por “hacerse cargo personalmente” de la tortura de los detenidos –maestros, estudiantes, ferrocarrileros, guerrilleros e incluso niños, fundador de las cámaras de tortura en el Campo Militar Número Uno con su compadre Francisco Quiroz Hermosillo, encargado de esa instalación castrense. Un asesino a sueldo del estado, jefe de la infiltración, la intriga, el invento y la impunidad desde 1949 - que contó con la complicidad del gobierno (Vicente Fox y Felipe Calderón comparten responsabilidad de crear un “ámbito” jurídico de COSA JUZGADA que protege a TODOS los criminales y los iguala en la historia: PRI y PAN responsables de la guerra sucia, de la muerte, de la desaparición forzada, del crimen extrajudicial, de la prisión sin nombre, de la infamia)- y hasta hoy, que se va “limpio” a la tumba, acompañado con ternura por sus nietos, que con seguridad no saben que yo, cuando tenía 6 años, fui secuestrado y hecho prisionero por este criminal y sus secuaces durante tres meses bajo custodia militar.

Pável Uranga
Hijo de Francisco Uranga López (finado) y Margarita Muñoz Conde, ex guerrilleros, torturados personalmente por Miguel Nazar Haro.

jueves, enero 26, 2012

De luto la conservación nacional

Marielena Hoyo Bastien


Escribo estas líneas todavía con la boca seca, tras los delicados e irremediables acontecimientos a los que este miércoles hago referencia y que de principio no pude creer. De ahí que retuviera la información hasta ahora. Y es que me resulta inexplicable que lejos de haberse levantado el tremendo escándalo que correspondería a uno de los delitos ambientales más graves que hemos padecido recientemente, los hechos hayan sido ocultados, tratándose como es, de la matanza, por atropellamiento de uno y envenenamiento de otros 3 ejemplares, de la familia compuesta por los 5 lobos mexicanos (Canis lupus baileyi) que recientemente fueron liberados dentro de territorio sonorense. Por supuesto que obra ya una denuncia penal interpuesta ante la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra el Ambiente y Previstos en Leyes Especiales de la Procuraduría General de la República (PGR), y que la averiguación previa está incluyendo puntuales seguimientos, sin embargo, es de llamar la atención, insisto, que el evento se esté manejando a tan bajo perfil, y tanto por parte de las autoridades ambientales (Secretaría de Medio Ambiente y Recurso Naturales-Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas-Dirección General de Vida Silvestre) como por Naturalia, A. C., la organización civil que impulsó, y que me da la impresión de que aunque alguna vez y ya tenía que ser, igualmente precipitó la reintroducción de los ejemplares a vida libre, en un afán de coronar un gran primer esfuerzo regresándolos a su hábitat, aunque sea a una pequeña parte de las amplias regiones a las que históricamente pertenecieron, siendo como son, una especie ya extinta del medio silvestre, pues solamente quedan pequeños grupos bajo cautiverio, tanto en los Estados Unidos de América como aquí en nuestro país, no siendo en total más de 400 los individuos con los que se juega la supervivencia de la subespecie más pequeña de lobo gris a la que se trató de erradicar a mediados del siglo pasado, todo, porque el lobo siempre ha sido el malo del cuento.

Me preocupa que dentro de la poca información que he podido recavar extraoficialmente, no haya quien me asegure que ya se llevó a cabo el rescate de la hembra alpha, ahora sola a merced de los infames que mataron a su familia, porque dejarla así, con todo y estar monitoreada gracias a que porta un collar de telemetría, sería sentenciarla a una muerte segura dado lo que pasó, cómo pasó y porque pasó, y porque siendo lobo necesita de un grupo… se dice que piensan aportarle un macho, pero…

Habría qué reforzar primero un compromiso serio y formal con los rancheros de la zona, hasta convencerlos plenamente de las bondades de la presencia del lobo en sus tierras, pues por ahí me dijeron que de 4 propietarios de ranchos con los que se habló para ubicar dentro de su finca a los 5 magníficos —una pareja adulta y tres hijos juveniles— sólo uno se manifestó abierto colaborador para esta histórica liberación. De ahí que observe una precipitación… ¿de quién o quiénes y por qué o para qué?... son respuestas pendientes para evitar más sacrificios devastadores de estos pobres animales, criados en origen seleccionando cuidadosamente a los padres para evitar a lo posible la consanguinidad… cuidados posteriormente en su desarrollo con amplio esmero y amor para lograr conformar una pareja que a pronto diera cachorros… y una vez todos integrados, reeducarlos con miras a desvincularlos de los humanos y para enseñarlos a cazar y sobrevivir en el medio silvestre, asunto que llevó más de dos décadas, que se dice fácil, pero esfuerzo que fue terminado en menos de lo que canta un gallo, ya que del 11 de octubre pasado en que se soltó a los animales, para diciembre ya los habían terminado. Además, he de contarles que al mismo tiempo en que se preparaba a esta familia, dentro de un predio ubicado en Nuevo León y preparado ex profeso para el propósito, hubo de localizarse EL LUGAR, buscando que tuviera suficiente extensión, vegetación adecuada y sobre todo presas apropiadas y que estuviera lejos de cualquier comunidad humana y de sus hatos ganaderos para evitar conflictos, lo que de nada sirvió porque aún prevenida la posibilidad de que se atentara sobre los animales, a decir de otras malas experiencias al otro lado de la frontera, por lo visto nunca se sintió tan factible de suceder en México. ¿Soberbia? A saber.

Me comentan que el fiscal que tiene a su cargo el caso por parte de la PGR tiene muchos años de experiencia, pero que más que eso, de compromiso hacia la materia. No conozco a José Ricardo Rodríguez Soria, pero por sus antecedentes espero que más pronto que rápido encuentre a los verdaderos ecocidas, a los que sin duda ni piedad deberá imponérseles la máxima sanción que la ley previene para un caso tan dramático, ya que además de una alta pena pecuniaria, el castigo puede incluir hasta 9 años de prisión. Por lo demás, estoy al tanto de que por su parte el Dr. Hernando Guerrero, titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, está muy atento al asunto, lo que cierra pinza, pero con todo, esperamos también que se suelte información precisa, y que para la siguiente liberación no se guarde tanta reserva, sino más bien todo lo contrario, con el fin de que los animales queden protegidos por toda la sociedad, que a fin de cuentas somos quienes a través del pago de impuestos financiamos cualquier programa oficial, y por lo tanto NO SE NOS DEBE OCULTAR NI MINIMIZAR NINGÚN DATO, MENOS UNA LIBERACIÓN TAN IMPORTANTE que, incluso, debió ser anunciada con bombo y platillo por el mismísimo presidente Felipe Calderón. Sí… a ese nivel. O de menos, acompasada por el secretario Juan Rafael Elvira. Esa magnitud merecía la reintroducción de los lobos, lo que de suyo hubiera sido básico para protegerlos.

miércoles, enero 25, 2012

A la caza de mujeres

Daniel de la Fuente

A Guadalupe Jazmín Torres Rivera y a Azalea Magdiel Alonso Reyes las secuestraron con minutos de diferencia el lunes 15 de febrero del 2010, en Apodaca.

A Guadalupe, entonces de 21 años, unos hombres la interceptaron hacia las 19:30 horas a unas cuadras de su casa, en la Colonia Fresnos de ese municipio ubicado dentro del área metropolitana.

Testigos le dijeron a su madre, Isabel Rivera Izaguirre, que la chica, que venía de impartir clases de danza en el DIF municipal, fue alcanzada en un crucero por una camioneta de cuyo interior alguien gritó: "¡Ella!" y un sujeto armado descendió y le ordenó: "¡Tú, para arriba!".

Minutos antes o después, no se sabe aún, Azalea se hallaba en la habitación de su casa en la Colonia Nuevo Amanecer, cercana a la de Fresnos, cuando su madre, Teodora Reyes, escuchó que recibió una llamada al celular y, al poco tiempo, la joven de 17 años dijo que al rato volvía.

"Si no ibas a salir, hija", le dijo la mujer de 54 años, con problemas en la vista por un tumor en el cerebro mal intervenido que le dañó el nervio óptico. La joven, en ese momento sin empleo y que quería estudiar enfermería, no contestó.

En ese momento se escuchó que alguien golpeaba de manera fuerte la puerta y una voz masculina gritó el nombre de la joven. Sin decir nada, Azalea salió y Teodora cree que subió a un auto por el ruido del motor.

A las 22:00 horas, la familia marcó al celular de la joven, pero la llamada se fue a buzón. Con Guadalupe pasó lo mismo.

Desde entonces, nadie sabe nada de ellas. No serían las únicas.





***





Isabel, la mamá de Guadalupe, y David Alonso, padre Azalea, se conocieron en la delegación de la policía municipal de la zona, donde los oficiales no hicieron caso a las denuncias de desaparición y respondieron lo que la autoridad suele decir en estos casos: "Han de andar con los novios, ya volverán".

Esto no pasaría si la desaparición forzada fuera tipificada como delito, lo que desde hace semanas promueve la asociación Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos. Incluso, los padres acudieron a televisoras para que sus casos fueron reportados, pero no les hicieron caso.

En las casas de Teodora e Isabel la ausencia de sus hijas se acrecienta con sus fotos de quinceañeras felices. Plenas en sus vestidos coloridos, las entonces niñas comenzaban a desarrollar las mismas características que las definirían a ellas y a otras secuestradas al momento de su desaparición: delgadas, morenas, de rasgos sencillos.

Más retratos de quinceaños, dicen, se pueden encontrar en los hogares del resto de las desaparecidas.

Apoyada por CADHAC, Isabel informa que la primera de aquella racha del primer semestre del 2010 fue Evelyn Joana Sánchez Ramos, quien desapareció el domingo 14 de febrero.

El lunes, Azalea y Guadalupe. El martes, Cecilia Abigaíl Chávez Torres, de 18 años, embarazada de siete meses, y Verónica Casas Martínez, madre soltera de cuatro hijos.

También se sumaron una joven llamada Flor y Ana Lariza García Rayas, de 23 años.

El miércoles 17, Blondie Ivonne Williams García, de 23 años.

"Haz de cuenta que las empezaron a reclutar", afirma Isabel. "De aquí de las colonias Nuevo Amanecer, Fresnos y Mezquital fueron como unas 12, pero ha habido más.

"De hecho, encontré que una joven, antes de que Guadalupe fuera secuestrada, le mandó mensajes al celular que decían: 'contéstame, perra, no te creas bien buena, ya te dije que vas a ir; si no, te damos piso'".

La madre, de 46 años, se enteró de esto al encontrar un viejo celular luego de que se llevaron a su hija.

Quizá, agrega, presionada por algo que no alcanza a entender, Guadalupe no le contó ni siquiera a su pareja, un joven albañil con el que procreó a una niña hoy de 3 años y que está a cargo de Isabel, auxiliar de enfermera del Hogar de la Misericordia.

Entre las familias abundan versiones de que una u otra de las desaparecidas, presuntamente relacionadas sentimentalmente con delincuentes, habría sido la que seleccionó al resto de las muchachas. La realidad, sin embargo, es que la autoridad no ha dado a conocer ningún avance en sus investigaciones, si es que las están haciendo.

La impunidad y las noticias cada vez más crecientes respecto a desaparición de jóvenes han hecho que algunas madres estimen entre 80 y 100 el número de desaparecidas en los últimos dos años tan sólo en Apodaca.

El Alcalde, Benito Caballero, cuya Administración inició este año con un alza en denuncias por delitos, de acuerdo a la Procuraduría de Justicia, y quien el pasado 5 de enero pidió la intervención de fuerzas federales y de Fuerza Civil para contrarrestar la inseguridad en su municipio, dijo que ya había escuchado esta versión, pero que, de acuerdo a datos oficiales, las jóvenes desaparecidas no rebasan la docena.

"Sé que hay una sola denuncia en la Procuraduría, pero cuando visitamos a las familias nos dimos cuenta que no era precisamente que las jóvenes estuvieran secuestradas, sino que agarraron el camino fácil de hacerse pareja sentimental de personas ligadas a la delincuencia.

"Incluso las jóvenes mantienen comunicación constante con sus familias y hasta éstas les cuidan a los hijos".

Ofendida, Isabel lo desmiente. Ni ella ni el resto de los padres han vuelto a ver a sus hijas en estos dos años, periodo en el que han escuchado infinidad de historias, muchas no denunciadas por miedo.

Isabel y otras madres cuentan que se han topado con numerosos casos de secuestro de mujeres en su municipio y en otros: raptos masivos en negocios, maquiladoras y barrios, donde las chicas parecerían ser elegidas al azar.

"Los expedientes no caminan nada. Nadie nos dice nada", afirma Isabel.

Agrega que entre los mismos padres comparten versiones respecto a que las jóvenes son vistas en muchos lados de Tamaulipas y que están trabajando en redes de prostitución y en procesamiento de droga.

Lo mismo ha escuchado Martha Quintanilla, madre de Lisette Alicia Mireles Quintanilla, hoy de 23 años, y quien desapareció el 2 de diciembre del 2010.

La joven llegó de su trabajo en un casino en Escobedo y, como a las 7:00 horas de ese día, salió para reunirse con su ex pareja Carlos Enrique Flores, con quien procreó a una niña actualmente de 5 años. No volvió.

Martha interpuso una denuncia contra el joven, pero aquél insistió en que era inocente y dijo que buscaría a Lisette.

Él empezó a difundir la idea de que había secuestros de mujeres por todo Apodaca, quizá hasta 100, dijo, pero él también desapareció en marzo del 2011.

"Aunque me pasó por la mente que él fue el responsable de la desaparición de mi hija, le creí lo de tantos secuestros porque aquí donde quiera te enteras de muchachitas que se las llevan.

"La vez pasada, a una chiquilla de 17 años la iban correteando unos. Le gritaban: '¡A ti te queremos y te vamos a llevar!'. En otra ocasión, frente a mi casa, una muchacha estaba siendo arrastrada por una camioneta a la que iba amarrada, llore y llore".

Por eso, Martha no cree lo dicho por el Alcalde de que sólo sabe de una denuncia y de que muchas, parejas de delincuentes, van y vienen a sus casas. Lo mismo duda Isabel, quien dice que cada que va al Municipio a revisar su denuncia se da cuenta del montón de reportes de desaparición.

"Aquí donde quiera sabes que hay problemas con las muchachas: Pueblo Nuevo, Agua Fría", dice. "No quieren que se sepa la verdad".





***





Casi sin vista y en silla de ruedas tras haber caído de unas escaleras, Teodora afirma que el secuestro de la más chica de sus cuatro hijas ha sido un golpe demoledor para la familia y un suceso que repercutió en su malograda salud, ya que debido al estrés le comenzaron a dar crisis convulsivas.

"Dios, mi padre celestial, me ha ayudado mucho, lo sé, y pongo mucho de mi parte, pero desde la pérdida de mi hija todo se ha complicado", afirma.

Azalea nació cuando nadie la esperaba en casa tras la operación de Teodora por un tumor cerebral que, a la postre, la dejaría casi invidente.

"Mi hija llegó con todo el amor para la familia", solloza. "Qué cosa no le compraba mi esposo y cómo disfrutábamos estar juntos, platicar".

Se le pregunta por el quinceaños de la chica y Teodora lo recuerda como una fiesta que Azalea disfrutó en todo momento, pues le cumplieron sus anhelos: ballets, sesiones fotográficas y de videoclips en la Gran Plaza, mariachi.

La autoridad le dice que está investigando su paradero, pero no ha presentado un solo resultado en los casi dos años de su secuestro. Ella, sin embargo, subraya el amparo que siente de Dios y espera que un día a la puerta de su modesta casa vuelva la joven, porque nada le quita de la cabeza que ella está con vida.

Isabel no resiste al caminar por la calle detener a jovencitas para observarlas detenidamente: busca a Guadalupe.

"Me veo tan ridícula", dice bañada en llanto. "Las paro y les digo: 'dame un abrazo por favor'. Me han tocado buenas niñas, porque me lo dan y me preguntan que qué me pasa. 'Tengo una hija desaparecida', les cuento, y ellas me dicen que no pierda la fe.

"Eso es lo que hacemos. Le pedimos a Dios todopoderoso que toque el corazón de esa gente que la tiene para que la regrese. Como sea, pero que la regrese".

De la Policía al narco

Daniel de la Fuente

Israel Arenas Durán ni siquiera había cumplido la mayoría de edad, pero qué edad es ésa cuando se trabaja desde muy chico para ganar los pesos que permiten cooperar para que en la mesa de la casa haya alimento y, si acaso algo queda, para pasar el rato con los amigos.

El viernes 17 de junio pasado, el joven veracruzano de 17 años había ido a dejar un pedido a un señor al que le urgían unas plantas. Iba en compañía de otros tres chicos oriundos de su rancho natal, La Perla, a 10 kilómetros del Pico de Orizaba: Adrián Nava Cid, de 23 años, así como los hermanos Reynaldo y Javier García Álvarez, de 26 y 20 años, respectivamente.

Todos trabajaban en el vivero que desde hace dos años sostiene con familiares y amigos José Emiliano Arenas Nicanor, de 40 años, padre de Israel, en el municipio de Juárez, a 20 minutos de la capital nuevoleonesa.

Los cuatro jóvenes decidieron ir a disfrutar del viernes al bar California, ubicado sobre la Avenida Eloy Cavazos. Al cabo de un rato, como a las 22:00 horas, Emiliano y su mujer, Luz María Durán, se preparaban para la cena, por lo que le pidieron al hijo más chico, Irving, de 15 años, que les hablara a los muchachos.

Israel contestó y le dijo a su hermano que le llevara 170 pesos para completar la cuenta, pues habían pedido de última hora una cubeta con cervezas.

En lo que informó a sus padres, se preparó y salió en su auto para ir por él al California, Irving se percató de que la unidad 131 de tránsito de Juárez iba por la avenida persiguiendo la camioneta de su hermano, por lo que se dirigió tras ellos.

Cuando les dio alcance en la calle Coahuila cruz con Pablo Livas, los tránsitos habían bajado de su camioneta a Israel y lo estaban subiendo esposado a una camioneta gris con personas cuyos rostros no alcanzó a distinguir.

Uno de los oficiales, Juan Eduardo de León Pérez, quien físicamente subió a Israel al vehículo, se le quedó mirando a Irving y, sin más, le dijo que lo estaba deteniendo porque abolló la patrulla.

"¿Eres familiar de él?", le preguntó a Irving, quien sin dejar de mirar a su hermano, que era subido en estado de ebriedad a la camioneta, dijo que no.

Al recordar esto, el chico baja la vista. Sus padres le miran y palmean comprensivos, porque dicen que de haber confirmado el parentesco, Irving también habría sido levantado y no sería sólo un hijo desaparecido, sino dos.

Ante la respuesta del chico, los agentes lo corrieron del sitio con palabras soeces. El joven volvió a casa y narró a sus padres lo ocurrido con el mayor de sus dos hermanos. Luz María acudió a las instalaciones de Policía y Tránsito de Juárez y, como no la querían atender, amenazó con ir a una televisora.

"Déjeme veo si están sus muchachos, pero nosotros encontramos abandonada la camioneta de su hijo", le dijo a la mujer de 37 años un supuesto comandante en referencia al vehículo, en ese momento en el corralón.

"No es cierto", intervino Irving. "Yo vi cuando lo bajaron de su camioneta, lo esposaron y subieron a una camioneta gris".

Al ver la determinación con la que acudieron la madre y el hermano de Israel, el sujeto vestido de civil dijo que esperaran para ver si tenían a los jóvenes con los ministeriales. Volvió a la hora y media.

"Ahí los tienen", dijo. "Nada más que ahorita no se los van a enseñar porque les pusieron unas 'cachetaditas'. Vénganse mañana".

Pero no fue así. Al día siguiente la camioneta desapareció del corralón y en la policía juarense ya nadie quiso atender a la familia Arenas, además de que no volvió a aparecer el "comandante" que les confirmó la llegada de los chicos al cuartel.

Incluso de la bitácora del corralón fue arrancada la hoja de entradas y salidas de ese día, aunque ellos lograron obtener del servicio de grúas una copia donde se confirma la llegada del vehículo al predio municipal.

La familia acudió después al bar California y ahí se enteraron de que al parecer la encargada del lugar, una mujer de nombre Martha Dalia Cortés, le habló a los tránsitos de Juárez, quienes detuvieron a los jóvenes y entregaron a un grupo de zetas a tres de los cuatro que habían llegado juntos.

Israel intentó huir, pero fue interceptado por la patrulla 131, la cual hasta llegó a chocar su camioneta.

Luz María lamenta que cuando estuvo indagando sobre los muchachos el día de su detención no se comunicó de inmediato con el Ejército.

De hecho, cuenta, al estar preguntando por ellos pasó un convoy militar frente a la dependencia municipal y vio que los empleados de Policía y Tránsito de Juárez se pusieron muy nerviosos, entraron de inmediato a las instalaciones y las secretarias dijeron en voz alta que todos escondieran los celulares porque "a'i van los militares".

···

Al paso de los días, al ver el limbo en el que estaba cayendo el paradero de los jóvenes, la familia Arenas levantó denuncias, fue al Consejo Estatal de Derechos Humanos y a la Séptima Zona Militar.

Un comandante de la Agencia Estatal de Investigaciones se puso en contacto con Emiliano y les dijo que les enviaría elementos destacamentados en Juárez, lo que les dio desconfianza, porque explica que le costaba trabajo creer que ministeriales y policías municipales no estuvieran aliados.

Pasó el tiempo. El jueves 23 de junio la familia se dirigía al tianguis a vender ropa cuando Irving vio pasar la camioneta de Israel con rumbo al cuarto sector del Fraccionamiento Las Gardenias.

Frente al domicilio al que llegó el vehículo, Emiliano habló a la Ministerial, pero los elementos llegaron por la noche y la camioneta ya no estaba y nadie abrió la puerta. Esperanzado en que ahí estuvieran su hijo y sus amigos, Emiliano se dio la vuelta a la mañana siguiente y la volvió a ver estacionada afuera del domicilio.

Llamó a la Ministerial y le dijo al oficial que se apresuraran para que los delincuentes no huyeran.

"No se van", les dijo el oficial, al parecer familiarizado con los hábitos de la delincuencia. "Son como los vampiros, andan en la noche y en el día duermen".

Hasta la tarde llegaron ministeriales y militares, y reventaron la propiedad.

Emiliano, bronco y desesperado, entró al domicilio a buscar a su muchacho, pero no estaba, sólo vio a un sujeto tatuado al que la autoridad aprehendió por la posesión del vehículo que, dijo, le habían prestado. Curiosamente a él le hallaron el estéreo que no figuraba cuando vieron la camioneta en el corralón, por lo que dedujeron complicidad entre los dueños del predio y la delincuencia.

Sin noticia alguna, la familia ha ido y venido de una instancia a otra. Hay sólo tres aprehendidos: el sujeto que tenía la camioneta, la encargada del bar California y el oficial de tránsito De León Pérez, quien declaró que entregó a los muchachos a miembros de los zetas, identificados con apodos, pero nada más.

El responsable de la investigación en la Ministerial cambió el celular sin avisarles.

Emiliano se hacía presente con el fiscal Jesús Tavera para suplicarle llorando que investigara. Tanto insistió que un día le azotó la puerta, desesperado: "¡¿Qué esperan para investigar?!", rugió. "¿Encontrarlos muertos?".

El fiscal, quien luego fue sustituido, mandó traer una patrulla. Emiliano no salía del asombro.

"Es el colmo", les gritó, llorando. "Sí, llévenme a la cárcel para que se sepa la clase de autoridad que tenemos".

No hubo celda para Emiliano, pero tampoco la necesita: basta la impunidad con la que la autoridad ha manejado el caso.

La familia cree que, dado que los captores no han hablado para pedir rescate por los muchachos, forjados a las labores duras en el vivero, quizá los tengan trabajando en algún lado. En algún monte. En algún infierno.

Israel, cuentan, llegó hasta primer año de secundaria y decidió dedicarse al trabajo con su padre para sacar adelante a su familia y a los que vinieran de su pueblo. Le gusta la siembra, en especial las palmas, y los diseños con piedra de mármol.

"Siempre andaba mugroso mijo, si no estaba sembrando estaba haciendo sus diseños de jardín", afirma Emiliano y aquel hombre sencillo, fornido y curtido por el sol comienza a llorar desconsoladamente.

"Está chiquito mijo... igual los otros muchachos", dice con la voz entrecortada por el dolor. "¿Qué les hacían...? Nada malo, sólo se dedicaban a trabajar y a trabajar".

Los tres muchachos restantes, dice, son como sus hijos y él les procuraba un buen futuro, por lo que les decía que ahorraran un poco de lo que ganaban para tener un pequeño patrimonio y beneficiar a los que se quedaron en el pueblo.

Adrián tiene tres hijos; Reinaldo, una niña. Sus familias en el rancho La Perla no terminan de llorar su ausencia.

"Nosotros vinimos a trabajar, a salir adelante porque allá en el rancho no hay trabajo", afirma Emiliano, decepcionado de la actuación de la autoridad: la de Juárez, la Ministerial. Toda.

"Ahora nos hacen esto... Nomás volviendo mis muchachos, de veras, se lo juro, yo me los llevo de regreso al pueblo. Contra los que hicieron esto no pido nada. Nos vamos".

Carlos Arellano en Haciendo Camino

Hoy en punto de las 7:00 pm te invitamos a disfrutar una noche con la música de Carlos Arellano, cantautor de prosa libre, cadenciosa y desenfadada.



No te lo puedes perder, naturalmente en Somos Uno Radio

martes, enero 24, 2012

Sin pistas de Jehú

Daniel de la Fuente

Fue en el corazón del municipio que presume mayor seguridad en el Estado: San Pedro Garza García.

En específico, en el Oxxo de las calles Vasconcelos y Montes Rocallosos, en Residencial San Agustín.

Eran cerca de las 19:30 horas del viernes 12 de noviembre del 2010 cuando Janneth Olazarán le habló a su esposo al celular para pedirle a su regreso a casa algo para la niña que acababan de tener hacía apenas seis meses.

De tez blanca y barba de candado, Jehú Abraham Sepúlveda Garza, de 24 años, le contestó a la joven. El chico, quien aquel día vestía una camiseta roja, pantalón de mezclilla color celeste y gorra gris, se escuchaba sereno.

"Ahorita te hablo", le dijo. "Estoy en San Pedro en un chequeo de rutina con ministeriales".

"¿Por qué no me habías hablado?", le dijo extrañada la joven de 28 años.

"No me dejan hacer llamadas", contestó. Ella preguntó si quería que le hablara a su jefe y Jehú aceptó, pero en eso la mujer escuchó que alguien le preguntaba a él con tono autoritario: "¡Eh! ¿Con quién hablas?" y el joven contestó que con su esposa.

Enterado por Janneth, el jefe le habló más tarde a Jehú para ver si le mandaba alguna papelería, pero éste le dijo que todo estaba bien y que ya iba de salida de la "municipal de San Pedro".

Quince minutos después, el hombre volvió a llamar, pero el celular estaba apagado.





Compañeros de Jehú llegaron esa noche a la Policía de San Pedro, pero les dijeron que no había registros de su ingreso y les negaron que ahí se hicieran "chequeos de rutina". Lo mismo en la Agencia Estatal de Investigaciones.

Al día siguiente, sin embargo, el director de Policía sampetrino Camilo Cantú recibió a Janneth y a Yadira, hermana de Jehú, y les mostró una tarjeta informativa en la que se confirmaba que el joven sí había llegado a la demarcación y que la camioneta con los logos de la empresa estaba en los patios de la dependencia municipal.

De acuerdo a la versión publicada por EL NORTE el 30 de noviembre del 2010, Jehú fue detenido a las 18:15 horas del 12 de noviembre por policías sampetrinos cuando estaba en su camioneta afuera del Oxxo.

Gente allegada a él cuenta que Jehú fue a la tienda por refrescos y frituras y, como la oficina está cerca, se le hizo fácil abordar el vehículo sin documentación personal.

Los policías de la patrulla número 441, Felipe de Jesús Álvarez Macías y José Luis Román Sandoval, se llevaron al joven por carecer de identificaciones al cuartel de Policía y Tránsito municipal.

A ese lugar llegó Miguel Escobedo, detective del destacamento de la Policía Ministerial en ese municipio, y dijo que se haría cargo del detenido y del vehículo por orden de su coordinador Javier Rangel.

Después, según la versión de los preventivos, Jehú fue llevado a las instalaciones de la Policía Ministerial a bordo de la patrulla 344, conducida por el agente Mario Ogardín, del tercer Grupo de Homicidios.

"Unos ministeriales se lo llevaron de aquí de los patios", les dijo ese sábado el jefe de la Policía de San Pedro a las mujeres y les dio dos nombres: Javier Rangel Rojas y Miguel Escobedo. "Vayan a la Ministerial".

Ese fin de semana, Janneth y Yadira se la pasaron ante un mostrador de la Ministerial del que nunca salió información, como quizá les pasa a muchos que desean saber de su desaparecido.

"Entonces el lunes tuvimos que volver con Camilo para decirle que no nos daban informes, que nos ayudara", cuenta Janneth.

El director de la Policía Municipal le habló a Rangel y, en altavoz, le dijo que él se había llevado a Jehú y que atendiera a la familia.

"Mándamelos para acá", le dijo y el funcionario sampetrino les puso una patrulla de escolta a las mujeres hasta la Ministerial. Pero ya muy tarde Rangel no las recibió a ellas, sino al abogado.

"Dile a la familia que el muchacho está bien, está comiendo y tranquilo", le dijo el agente.

"Pero ¿por qué lo tienes, dónde?", cuestionó el litigante.

"No te puedo dar esa información. Yo lo chequé el mismo viernes, no tiene nada, ya platiqué con él, pero mi jefe, que es el director, me pidió que le diera 54", clave en alusión a dejarlo pendiente.

"Vénganse mañana martes a las nueve de la mañana con el director (Adrián de la Garza, hoy Procurador)", añadió.

Al día siguiente nadie los recibió. Llegó la noche.

El miércoles, al ver a las mujeres muy desoladas, el agente del Ministerio Público Rogelio Cantú les brindó la pista determinante que le dio la vuelta al caso de la desaparición de Jehú.

"Tengo entendido que a él se lo entregaron a la Marina en forma económica", les reveló según Janneth, y las mujeres se mostraron extrañadas ante la expresión.

"O sea, no hay documento que diga que se lo entregamos, porque fue así nada más... pero es todo lo que puedo decir".

Fueron a la Marina, pero en forma grosera les desmintieron el ingreso de Jehú al cuartel que tienen en una unidad deportiva en San Nicolás de los Garza.

Desesperadas, pusieron una denuncia ante el fuero común, sin resultado, hasta que el 25 de noviembre los elementos de la Marina Arnulfo Alejandro García y José Francisco Meneses González acudieron a declarar presuntamente por su propia voluntad y confirmaron que tres ministeriales les llevaron al cuartel a Jehú, quien fue revisado durante 15 minutos y, posteriormente, dejado en libertad.

Según los marinos, al salir el joven abordó un taxi que pasó en ese momento por ahí, lo que parece inverosímil dado que el trecho entre la avenida y las instalaciones castrenses es prolongado y no es común el ingreso de vehículos de alquiler a ese tramo.

La historia de Jehú es uno de los casos de desaparecidos en Nuevo León en los que la autoridad no ha presentado avances de ningún tipo.

Por ello, el enigma de dejarlo "en 54" en la Ministerial; su entrega en "forma económica" a la Marina y el misterio de su desaparición están incluidos en el informe emitido en noviembre del 2011 por la organización internacional Human Rights Watch, donde se establece que las víctimas de la guerra contra el crimen organizado en México son criminalizadas y las violaciones a sus derechos permanecen en la impunidad.

Desde entonces, la familia nada sabe del paradero del joven. Janneth, quien duró dos años de novia con Jehú y tras contraer matrimonio vivía con él en la planta superior de la casa de la madre del joven, en San Nicolás, lo describe como un individuo sobreprotector y muy dedicado a su bebé, por lo que en los primeros días de su ausencia, dice la madre, la pequeña parecía buscar la voz de su padre en todas las voces.

"Estaba estudiando Leyes, pero se salió en el tercer semestre porque quedé embarazada y se puso a trabajar para la constructora comprando piezas y supervisando obras", describe su esposa.

Yadira afirma que la desaparición de su hermano ha sido un duro golpe para la familia, la cual había sufrido seis meses antes de lo de Jehú el fallecimiento de su padre.

"Aun y cuando la Marina acepta que lo detuvieron 15 minutos, no hay registro de su ingreso a las instalaciones en San Nicolás", cuenta la hermana. "Hemos ido hasta México a preguntar por él a la SEMAR, pero dicen no saber nada.

"Qué fácil es para los ministeriales desaparecer personas y cómo pueden decir los marinos que salió de la unidad deportiva y tomó un taxi, si eran cerca de las 12 de la noche y al destacamento sólo se llega luego de hacer mucho zigzag en una zona donde no pasan taxis".

En las reuniones con CADHAC, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el Procurador Adrián de la Garza, comentan las mujeres, el funcionario dice que se está investigando el caso. Pero nunca les ha dicho nada nuevo.

"¿En verdad investigan las desapariciones?", se pregunta Yadira. "Me parece que no".

Hace ya casi 15 meses que nadie sabe de Jehú.

lunes, enero 23, 2012

Entre el dolor y la pesquisa (I)

Daniel de la Fuente

El crepúsculo se vertía ese sábado 13 de noviembre del 2010 cuando el matrimonio formado por David Ibarra Ovalle y Virginia Buenrostro Romero llegó al ejido La Esperanza, en Cadereyta Jiménez, con miras a descansar en su finca hasta el asueto del día 20.

De 56 y 52 años, respectivamente, la pareja arribó antes a un negocio de la comunidad por algo para cenar. Les pareció extraño ver la zona tan desolada, pero no preguntaron acerca de ello. Tampoco nadie les dijo que un comando llevaba días en su finca. Se enteraron hasta que llegaron a ella y los recibieron entre la penumbra unos 18 sujetos que los encañonaron incluso con mirilla láser.

"A ustedes los estábamos esperando", dijo uno cuando Virginia y David se identificaron como propietarios. A su vez, los del grupo se hicieron pasar por ministeriales, lo que la pareja no creyó por la imagen desaliñada de los individuos, por sus camionetas suntuosas y sus placas de Coahuila y Tamaulipas.

Una mujer les tomó sus datos y los de sus familiares. El resto los despojó de cartera, bolso y celulares, les puso esposas y los encajueló en distintas camionetas tipo Suburban.

Así estuvieron tres días.

"Sin tomar agua, sin comida, encajuelados en un metro, medio metro, tapados... Fue un infierno", describe sereno pero con amargura David, moreno, de bigote blanco al igual que su escaso cabello. Virginia, de menor estatura que él, y con el cabello aún más blanco, asiente en silencio y mira al piso.

Sin saber uno del otro, cuentan que no les quitaron las esposas ni para ir al baño y que debieron permanecer bajo toallas, aunque eventualmente pudieron ver hacia el exterior y escuchar el día a día de aquella pandilla.

Por ejemplo, se percataron de cómo los delincuentes suelen entregar despensas entre comuneros para que les informen sobre el paso del Ejército.

En otra ocasión, Virginia escuchó que uno de los delincuentes preguntó por el contenido de cinco sobres amarillos que traían en uno de los vehículos, a lo que uno de los líderes se los arrebató y le dijo que dejara ahí, que era dinero para los federales.

"De hecho, se vieron con ellos en un Oxxo cercano a la finca, porque los escuché que les estaban dando los sobres. Eso fue el 14 de noviembre", cuenta Virginia.

"Estaban drogándose todo el día, pero lo que más me angustiaba era no saber de mi esposo".

Durante su cautiverio, en el que permanecieron todo el tiempo en las camionetas, las cuales salían y entraban a su quinta, llegó otro grupo armado en el que venía un líder que regañó al resto por no traerlos vendados, sólo tapados con toallas. En eso David preguntó por su esposa y ese líder le dijo que estaba bien, pero que al final los iban a matar a los dos porque ya estaban viejos.

"¿Qué puedo hacer?", les contestó con rencor el hombre. "Estoy en tus manos", por lo que recibió varios golpes por "responderle en mal tono al comandante".

Como si el dolor no bastara, la pareja reconoce que vivió mucha angustia al no saber qué harían aquellos maleantes con sus familiares en cuanto éstos decidieran buscarlos ahí.

"Que no nos busquen", pensaba David. "Que no vengan".





El 15 de noviembre, un convoy de cinco vehículos salió del ejido La Esperanza y tomó rumbo a San Juan, dejando a otra quincena de sicarios en la finca. El comando en tránsito, en cuyos vehículos iban Virginia y David, seguía visitando a comuneros a los que pedían información sobre movimientos militares a cambio de protección y despensas.

No llevaban mucho recorrido cuando en la curva de una brecha se dio el topetón con militares. Algunos vehículos pudieron huir, entre ellos el del líder, en tanto los pasajeros del resto hicieron frente a los soldados.

"Las camionetas en las que íbamos mi esposa y yo intentaron dar reversa, pero la gente ya no pudo hacer nada y unos salieron corriendo", describe David.

"Los soldados mataron a dos, fue terrible; sentíamos que las balas pasaban bien cerquita".

Al final del enfrentamiento, los soldados se aproximaron a los vehículos y encontraron en ellos a David y Virginia esposados, débiles por los tres días sin agua ni alimento, y muy angustiados.

Cuando la pareja se miró ni uno dijo palabra, como si hubieran salido con vida del infierno.

"'¿Por qué no los siguen? Mira cómo nos traen'", le dijo David a un soldado cuando le contó que eran secuestrados, pero el oficial le dijo que no porque podían herir a alguien.

"¿A quién vas a herir? Es puro monte, no hay casas", expresó.

Por más que rogaron que los dejaran ir, que eran secuestrados y que debían avisar a sus familias para que no fueran a la finca porque ahí se habían quedado más delincuentes, los militares no hicieron caso.

"Le decía al que parecía el oficial a cargo: 'Préstame el teléfono para hablarle a mis hijos, ellos no saben de todo esto y se quedó gente en la finca...'. Nunca me lo prestaron ni hablaron ellos".

Esposada y sin alimentos ni líquidos, la pareja esperó horas la llegada del Ministerio Público. Al cabo, fue conducida a la PGR.

David y Virginia fueron internados en celdas con otros delincuentes, aún sin poder hablar con sus familiares.

"Nos sentíamos desamparados, solos y heridos", dice Virginia.

El matrimonio sólo fue dejado en libertad la tarde del 16 de noviembre. Después se enterarían que quizá a la misma hora en que se dio el topetón con el ejército, su hija Jocelyn Mabel, de 27 años, y su novio José Ángel Mejía Martínez, de 28, llegaron a la casa en Cadereyta y fueron tomados por el narco.

El mismo destino tuvo el chofer de la empresa familiar, Juan Manuel Salas Moreno, de 41 años, quien quizá presionado por algún cliente para que le hiciera llegar cuanto antes una carga prometida, acudió por el camión a la propiedad de Virginia y David.

Cuando al fin el matrimonio se pudo comunicar con la familia, un hermano de David les dijo que él ya había ido a la finca, pero que sólo estaba el Ejército. Los sicarios se habían llevado a la hija, al yerno y al empleado.

No hay palabras, dice él, dolorido, para describir lo que sintió al saber esto. Todos, añade, autoridad y maleantes, pusieron su parte para que esto sucediera.

Acaso, la imagen que pasó por su mente en ese momento fue lo que se escuchaba cada 200 ó 300 metros de la radio incautada a uno de los maleantes cuando los soldados los llevaban a él y a su mujer por aquella soledad de tierra oscura hacia la PGR: "A'i va el convoy, a'i va el convoy".





Ante la desaparición de su hermana, David Joab Ibarra Buenrostro, de 28 años, pidió permiso en la empresa en la que trabajaba como ingeniero en sistemas, en Puebla, y decidió venir con la familia a Nuevo León.

Ya aquí, él y su familia recibieron llamadas por la liberación de los secuestrados, negociación de la que se hizo cargo el muchacho. El que hablaba por parte de los maleantes era el líder que los soldados dejaron escapar por el monte de Cadereyta Jiménez.

David Joab habló con su hermana, quien le dijo que estaba bien, y aceptó llevar lo que le pedía el delincuente: una cantidad en efectivo y la papelería de camiones del negocio familiar.

El matrimonio le rogó que no aceptara, pero el muchacho estaba decidido a ir por su hermana.

Los delincuentes lo fueron guiando vía telefónica. David le decía también por teléfono que volviera. La señal se perdió hacia las cero horas del 19 de noviembre. Y no volvió.

David se resistió a que el Ejército acompañara a su hijo, porque en la Marina le dijeron que, de llegar con él, ellos "actuarían".

"No, quiero traérmelos vivos", contestó, por lo que sin opción David Joab decidió ir solo. Desde entonces, no ha habido noticias.

Con el apoyo de un superior de la Marina y entregando dinero a informantes, la familia ha conseguido datos diversos sobre el caso, los cuales han entregado al grupo antisecuestros de la Ministerial, pero ha sido en vano para recuperar a sus seres queridos.

Están aprehendidas 13 de las cuando menos 30 personas que la pareja sabe que participaron en su secuestro y en el de sus hijos, el joven yerno y el chofer. Los detenidos, los cuales fueron capturados con identificaciones y tarjetas de los desaparecidos, han dicho que los rehenes fueron asesinados y sus cuerpos sepultados en la finca, pero una inspección del lugar por parte de los soldados no dio resultados.

Luego, como en juego perverso, los han mandado a otras partes por sus hijos. Lo mismo.

"Incluso hace poco fui a mi propiedad con la Sedena y el Ministerio Público para recabar unas evidencias y nos dimos cuenta de que esta gente sigue llevando personas para torturar, porque encontramos un colchón con coágulos de sangre aún fresca".

El matrimonio está desesperado ante la apatía de la Procuraduría estatal. En las reuniones a las que han acudido con miembros de CADHAC, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el Estado, el titular de aquella dependencia, Adrián de la Garza, muestra expedientes con pistas que ellos mismos entregaron. Cuando se le reclama, el funcionario guarda silencio.

"En las reuniones con Javier Sicilia habíamos estado pidiendo a la Procuraduría sábanas con los números de las llamadas que recibimos durante los días que pidieron rescate por nuestros hijos, y como de risa loca nos entregaron sábanas pero de junio del 2011. ¿De qué sirve?".

Hallaron el tractocamión que traía el chofer en una compañía de transportes, pero no se hizo nada contra el dueño de la misma. De igual manera con una mujer que encontraron conduciendo la camioneta en la que iba la hija de la pareja. La traía con armas, droga e infinidad de documentos de personas plagiadas. La liberaron en 15 días.

Por si fuera poco, han escuchado testimonios de familias de otros desaparecidos a los que, a la hora de poner la denuncia, la propia Ministerial las disuade de hacerlo con el argumento de "que la cosa se puede poner peor".

"Que hagan hablar a esa gente, que digan qué hicieron con nuestros seres queridos, dónde están", reclama David, indignado. "Este problema es de trata de personas, porque son puros jóvenes los que se llevan, no pasan de 30 años".

El matrimonio y el resto de su familia han vivido los peores días. Han tenido que andar por calles y ciudades peligrosas en busca de pistas. Nada, sin embargo, ha hecho la autoridad para dar al fin con el paradero de su hijos.

"Nos han destruido", lamenta David. Los han pisoteado donde más duele y se ensañaron con ellos, pero hoy el matrimonio lucha por mantener en pie a su familia y, para ello, hará lo posible para dar con sus hijos. Nada los detendrá.

"La gente tiene miedo, pero en nuestro caso se nos dio una segunda oportunidad de vida. En este sentido, el miedo sobra".

Sufre Estado alud de desapariciones



Daniel de la Fuente

Los muertos y heridos no son el único saldo de la guerra entre cárteles y la lucha anticrimen: cientos o quizá miles de desaparecidos llenan con su ausencia numerosos hogares del País... y Nuevo León no es la excepción.

Ciudadanos en Apoyo de los Derechos Humanos (CADHAC), único organismo que lleva registro en el Estado, reporta 117 casos de desaparición forzada sólo entre el 2011 y lo que va del presente año, pero estima que en realidad hay unos 800, aunque no todos han sido reportados.

"De enero del 2011 a este año tenemos 117 casos de desapariciones", dijo la religiosa Consuelo Morales, directora de la asociación civil que está exigiendo al Congreso local tipificar el delito de desaparición forzada.

"Están documentados y hay denuncias ante el Ministerio Público, pero de ellos sacamos más de 800 personas que han desaparecido, porque generalmente, cuando nos reportan los casos, nunca se llevan a una sola, sino a varias personas juntas.

"Son cuando menos 800 y nos quedamos cortos", agregó. "La cifra negra, por supuesto, debe ser mayor, porque hay miedo cuando la gente quiere denunciar, pues los captores les dicen 'vamos a matar a tu familiar' o 'venimos por otro'".

Morales afirmó que, de los casos registrados en CADHAC, en un 35 por ciento están involucrados agentes municipales, estatales, federales, ministeriales y elementos de la Marina y el Ejército.

El resto apunta a la delincuencia organizada.

Los 117 casos han sido revisados desde junio del año pasado con el Procurador del Estado, Adrián de la Garza, e integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza el poeta Javier Sicilia.

"(Los familiares) viven de cara a un abismo atroz", expresó Sicilia el 12 de diciembre del año pasado, "porque no saben si están vivos y, si lo están, en qué condiciones, y, si están muertos, no saben qué les sucedió y no tienen sus cuerpos".

Sicilia estima que a nivel nacional la cifra de desaparecidos asciende a, por lo menos, 10 mil personas en el presente sexenio.

Como referencia, Coahuila anunció el pasado 13 de enero la creación de una Subprocuraduría especializada para atender su problemática de desaparecidos, que estiman en cuando menos mil 600 casos, sin especificar periodo.

Morales aseguró que en Nuevo León hay avances en algunos casos tratados en la Procuraduría, pero hay otros que no se han movido nada.

"En casi todos los casos vemos una total falta de acción del Ministerio Público", expresó, "y son las mismas familias las que se transforman en investigadores.

"Ellas son las que han aportado pistas, pero no se asume la investigación ni se integran pistas a los expedientes. Es difícil".

La directora de CADHAC señaló que los casos son reportados no sólo en Monterrey, sino también en otros municipios dentro y fuera del área metropolitana.





Demandan tipificar delito



El organismo que encabeza la Hermana Consuelo así como familiares de personas desaparecidas entregaron el pasado 13 de enero documentos en la Oficialía de Partes del Congreso local demandando la inmediata tipificación del delito de desaparición forzada.

La semana pasada, Amnistía Internacional y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dieron a conocer su apoyo a la iniciativa regiomontana y urgieron a los legisladores a aprobarla.

"No existe el delito, por eso no hay cifras", argumentó la religiosa y activista de los derechos humanos. "Entonces, las familias tienen que andar haciendo investigaciones y recuentos.

"Nos vamos a quedar sin jóvenes, porque son a los que se están llevando. Ahora no lo sentimos, pero sí más tarde".

Esto sin contar, añadió, con la doble victimización que sufren las familias, ya que una parte de la opinión pública piensa que la gente es secuestrada porque "andaba en malos pasos".

Nora Montemayor, madre de José Francisco, uno de cuatro jóvenes secuestrados en Ciénega de Flores en el 2006, y de los primeros casos de "levantones" reportados en Nuevo León, dijo que aún mantiene la esperanza de ver llegar a su muchacho sano y salvo.

"Pero ¿qué te puedo decir de la autoridad?", dijo. "No nos ayudó en nada y yo tengo la impresión de que así está la mayoría de los casos de desaparecidos: sin solución alguna".

miércoles, enero 04, 2012

Hoy como todos los miercoles, Haciendo Camino...

Música Trova y Mas, NATURALMENTE EN SOMOS UNO RADIO



En la música: Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Alejandro Filio, Eugenia León y Camila Moreno entre otros