viernes, abril 09, 2010

Libertad a Alberta y Teresa


La insensibilidad y la indiferencia han permitido que
la Delincuencia Institucional se ensañe en contra de
miles de ciudadanos. Ejemplos de injusticia hay
muchos. Uno de ellos es el cautiverio que durante
cuatro largos años han padecido dos mujeres, Alberta
Alcántara Juan y Teresa González Cornelio (de 27 y
22 años de edad, respectivamente). Indígenas del
estado de México de habla hñahñú, pero también
hablan y entienden bien el español.
A cada una se les impuso penas de 20 años de
prisión y 91 mil 620 pesos de multa, por el absurdo
delito de secuestro equiparable.
Alberta es soltera, que antes de ser detenida, era
obrera de la fábrica Caltex, con salario de 415 pesos
semanales. No afecta al tabaco, alcohol, y drogas.
Teresa, casada, una hija, dedicada al hogar, sin
ingresos. Tampoco es afecta al alcohol, tabaco y
drogas. Ambas fueron detenidas junto con Jacinta
Francisco Marcial, quien está en libertad desde el año
pasado, gracias a la presión ejercida por grupos de
ciudadanos y de organismos no gubernamentales de
derechos humanos, así como Amnistía Internacional
que la declaró presa de conciencia orillando a la PGR a
reconocer la insuficiencia de las pruebas por lo que se
desistió de acusarla en segunda instancia, pero de
manera incomprensible no procedió igual en el caso de
Alberta y Teresa.
Recordemos el motivo por el cual estas víctimas de
la Injusticia perdieron su libertad desde 2006.
Seis policías de la Agencia Federal de Investigación
(AFI) –una corporación que duró menos de 10 años,
lapso suficiente para alcanzar una terrible fama-,
visitaron por su cuenta el tianguis de Santiago
Mexquititlán en el estado de Querétaro, donde las
detenidas tenían un modesto puesto de aguas frescas
y chucherías. Estos delincuentes acudieron al tianguis
para extorsionar a los comerciantes y a la clientela, con
el pretexto de impedir que se expendan productos
piratas y drogas. Pero se toparon con la resistencia de
unos 200 tianguistas que se negaron a pagarles la
cuota exigida y además, les reclamaron la devolución
de lo que algunas personas habían aceptado pagar
para que los dejaran en paz. Los polizontes fueron
rodeados e impedidos a moverse lo que obligó a que
uno de ellos fuera a buscar el dinero mal habido y así
los otros pudieron retirarse.

Ofendidos en su orgullo, los delincuentes con licencia
para robar, resolvieron vengarse y demandaron a Jacinta,
Alberta y Teresa, por ser las que aparecen en primer plano
en la foto publicada por el diario queretano “Noticias” que al
día siguiente del suceso publicó: “AFI secuestrado. Más de
100 tianguistas de Santiago Mexiquititlán los retuvieron seis
horas”. Estas fueron las pruebas que los angelitos de la
extinta AFI presentaron y ni tardo ni perezoso el cobarde y
perverso juez las aceptó para condenar a las detenidas.

Suponiendo que haya sido verdad que hubo tal secuestro,
entonces el secuestro fue cometido por una pequeña
multitud, hecho que el irresponsable y perverso juez pasó por
alto con tal de quedar bien con los policías quienes a última
hora presentaron una supuesta denuncia anónima de que
Teresa y Alberta vendían artículos piratas y drogas.
Esta canallada derivó en un proceso prolongado y
plagado de irregularidades que merece castigo.
¿Quién castigará al juez cuarto de distrito por violar la
Constitución al extender el proceso de agosto de 2006 a
noviembre de 2009, siendo que un juicio de ésta índole no
debió durar más de un año? ¿Quién castigará al Ministerio
Público, a los titulares de la PGR que solaparon a los
polizontes extorsionadores? ¿Asumirá su responsabilidad de
hacer justicia la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
Este crimen seguramente quedará impune como tantos
otros, gracias a que los medios masivos de comunicación
han hecho de la sociedad una presa dócil, acrítica, irreflexiva
y lo peor, insensible.
¡¡Alberta y Teresa son presas de conciencia,
exijamos su inmediata liberación!!

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