lunes, septiembre 25, 2006
De Cárdenas, Slim, el Vocero Presidencial.... y Salinas
Manifestar las diferencias, en tiempos de definiciones, es un derecho que se debe mantener acotado por voluntad propia, en virtud de que se enfrenta a un adversario mayor (Enemigo, si nos atenemos a una posición de clase), esto es claro, los contrarios se deben enfrentar de uno en uno, y definir en nuestra lucha quien es el enemigo principal en cada momento. Esto que en política es elemental, hoy resulta harto sospechoso, que un personaje como Cuahutemoc Cárdenas, que ha pasado por todas las luchas posibles no lo comprenda.
Desde que se le cerraron todas las posibilidades de participación en el PRI, y tuvo que buscar nuevos horizontes en una izquierda, necesitada de personajes conocidos –lideres morales, Mesías en otros casos- que le permitieran salir de la marginalidad, en la que había trascurrido su quehacer político, desde su registro como partido político nacional. Y por supuesto que el Ingeniero fue bien recibido: Con generosidad, pero también con muchas presiones, Heberto Castillo cedió la candidatura presidencial, a Cardenas, cuando bien pudo dedicarse a hacerle el vació y a combatir a quienes llegaban del odiado PRI.
Hoy sus críticas están fuera de tiempo, son momentos de unidad. Nos muestran su falta de generosidad, hacia un movimiento del que se automargino, hacia un adversario, que también es compañero de su partido, y nos muestran una posición, en la que importa mas su acomodo personal y familiar, que el futuro de nuestro país, pero que además nos dice hasta donde es capaz de llegar, sirviendo al gobierno, al descalificar al mayor movimiento de izquierda de los últimos treinta años.
Carlos Slim, el hombre del cual quizá muchos mexicanos se sientan orgullosos, el que a partir de una fortuna modesta, pero con una cercanía al poder político en México, logro –en el marco de las privatizaciones- en tan solo tres sexenios, hacerse de una fortuna de la que hoy da cuenta Forbes, como el mas rico de México y uno de los mas ricos del mundo.
Slim, que siempre ha sido un personaje que busca hacerse de una imagen de progresista, y que en esa forma, participo en programas del Gobierno del DF, hoy nos muestra su rostro, donde ese tono progresista no cabe, pues el verdadero, el de continuar enriqueciéndose hasta mas allá de lo ético, en un país, indignantemente pobre para mas de la mitad de su población.
Carlos Slim hoy nos dice Kafkianos –ya antes alguien nos definió de surrealistas- y en contra de su progresismo simulado, se dedica a atacar a AMLO y a un movimiento, que nació, no del capricho y empecinamiento de sus dirigentes, sino de la falta de certeza y legalidad de la elección presidencial. Hoy se apresta a servir –y a servirse- de un gobierno ilegitimo desde su gestación, esta es la esencia de su actuación, buscar una nueva tajada de poder económico –PEMEX, gas, televisión de paga- como pago de su apoyo a la legitimación de Felipe Calderón.
Rubén Aguilar, el vocero presidencial, quien un día si y otro también tiene que salir a dar la cara para corregir los dislates verbales de Vicente Fox, nos dice que piensa lo mismo que dijo su jefe, que el único problema de México se circunscribe a una calle -Paseo de la Reforma- que hay presidente electo, y que lo demás es solo discurso.
Niega el tal vocero con su decir, que haya un conflicto postelectoral, creado por quienes creyeron que podrían tirar la piedra (el fraude) y esconder la mano Niega el movimiento magisterial en Oaxaca, que en su soberbia, creyeron que desaparecería -con tiempo y buena suerte- pero lejos de esto se ha trasformado en una revuelta popular, que camina ya hacia la capital del país, existiendo la posibilidad de que otros descontentos se unifiquen en este camino. Niega por ultimo el gran poder del narco, que ha sentado sus reales en muchos estados de la Republica, un poder no solo económico, sino militar y en muchos casos de influencia política a través de donativos y acuerdos. A este poder que por muchos motivos no se le ha enfrentado de la mejor manera, y que hoy amenaza más que cualquier otro problema la estabilidad del país.
En este sentido los buenos alumnos de Carlos Salinas, replican contundentes con el: ¡Ni los veo, ni los oigo!
Alma Ramírez
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