miércoles, septiembre 27, 2006

Malestar magisterial


Rosario Ibarra de Piedra
Tomado de El Porvenir (Periódico de la Cd. de Monterrey)
"Quiere y respeta a tu maestra, porque ella será tu segunda madre", me dijo mi padre aquella fría mañana en Chihuahua, mientras me llevaba de la mano a la escuelita contigua a nuestra casa.

En mi mente párvula, de escasos cinco años, en ese momento no alcancé a entender del todo sus palabras, pero al llegar a la vieja casona y al ver el rostro de aquella que sería mi maestra, la dulzura de su sonrisa y de su voz me hicieron comprenderlas... ¡Y cuánto la quise...! Al correr de los años, en Monterrey, seguí queriendo y respetando a maestros y maestras, aunque, como todos los estudiantes, tenía inclinaciones y preferencias, pero nunca menosprecio ni discolería.

Los recuerdo a todos, pero guardo mis mejores pensamientos para algunos, tanto varones como mujeres y no obstante el tiempo transcurrido, se ensancha mi pecho de gratitud cuando recuerdo lo que me enseñaron.

Años más tarde me tocó llevar a mis hijos a la escuela y repetí para cada uno de ellos las palabras de mi buen padre, y puedo decir que también mis hijos siguieron el consejo y entendieron, respetaron y quisieron a sus maestros... Hoy, lastima, duele mucho ver el menosprecio que se hace de ellos.

"¿Qué pasa -me dijo un maestro, entrañable amigo-, qué pasa cuando después de años y años de trabajar en las escuelas, maestros y maestras han tenido que soportar la afrenta de un salario miserable, que se acaba antes de que termine la quincena? ¿Qué pasa cuando las autoridades educativas, llámense directores, supervisores o mandos medios, en vez de ser aliados para construir historias de éxito, de excelencia y de felicidad, operan como persecutores y vigilantes, siempre prontos, para la represión laboral...?" Y el maestro amigo siguió y siguió con la pregunta, "¿qué pasa... cuando se enfrentan a la incapacidad deliberada de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para construir un movimiento pedagógico que acreciente la voluntad de saber del pueblo entero de México, el anhelo de llegar a ser cultos, sabios, de ser poseedores de una fuerte autonomía moral... ¿Qué pasa -añadió el maestro amigo- cuando el sindicato, cacicazgo perenne, utiliza al magisterio como carne de cañón electoral con cinismo inaudito?" ¿Qué pasa cuando ante la miseria y la desnutrición infantil, va quedando entre los maestros una resignación con sabor a complicidad que brota de su impotencia para remediarlo?... ¿Qué pasa cuando las muertes de los maestros oaxaqueños quedan impunes? ¿Qué pasa? ¿Será que el "malestar docente" se agudiza, será que el malestar, en lugar de empeorar, se convierte en ansias y voluntades irrefrenables de liberación y de justicia? Todos esos daños: los bajos salarios, el hambre, la desnutrición infantil y el abandono irresponsable del sector educativo, entre otras cosas, fueron los causantes de la justa rebelión de la Sección XXII del SNTE (integrante de la CNTE) y de la APPO, apoyados por miles de ciudadanos que reclamamos respeto para el magisterio y que estaremos alertas ante las inocultables intenciones del mal gobierno, que de un día para otro, hicieron cambiar el lenguaje conciliatorio del gobernador, por la "orden" del regreso a clases... ¡Algo traman!...(así actuaron en San Salvador Atenco) Quiero cerrar estas líneas con el mensaje esperanzador de una valiosa mujer que fue maestra: Gabriela Mistral.

Tomo sólo algunas frases de su admirable Oración de la maestra. Ella le decía a Jesús: "Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes (...) Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes (...) Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos (...) Hazme despreciadora de todo poder que no sea puro..." Dirigente del Comité ¡Eureka!