viernes, julio 22, 2011

SICILIA PREPARA SEGUNDA CITA CON FCH

Sanjuana Martínez

El dolor permanente por la muerte de su hijo Juan Francisco lo echó a los caminos de México y lo unió a miles de deudos que comparten su mismo pesar, todo debido a la guerra del actual gobierno contra el crimen organizado. Ahora, sin quererlo, es un símbolo, el único capaz de decirle a Felipe Calderón, de frente y en su cara, que su estrategia falló, que Genaro García Luna no da resultados, que pida perdón por los miles de inocentes que han muerto –y por sus familias–, que entienda que su penintencia es la justicia, que modifique esas acciones… Si no, que se conforme con pasar a la historia “como el peor presidente de México”

“Lo extraño mucho”, dice Javier Sicilia llorando… La luz del sol de la calurosa tarde regiomontana entra por la ventana y toca su rostro. Está sentado, fuma, echa una bocanada de humo, se inclina, se frota los ojos intentando ocultar las lágrimas, pero el dolor explota desde el corazón donde se guarda al hijo muerto. Y la voz desgarrada por el dolor del ausente surge intangible: “Espero que esté orgulloso de mí, que algún día lo vuelva a ver y me diga: “Lo hiciste bien, pá”.

Se limpia el rostro. Han pasado cuatro meses de su asesinato y Javier Sicilia lleva unido al alma el recuerdo de Juan Francisco, su Juanelo. Lo sueña, lo siente, habla con él. Hace recuento: “Me ha inspirado en todo este proceso. Más que a mí se le debe a él, lo mejor de esto se le debe a él. Nada de lo que me ha salido bien en este movimiento compensa su muerte. Qué bueno que sirva para algo, que tenga sentido su muerte, porque ha nombrado otros dolores, porque ha dado rostro al dolor de otros, porque quizá de aquí sacamos el camino para que ya no muera otro; otro hijo de nadie, otra hija”.




Y es que más allá del dolor, está el consuelo, el amor, la amistad, la gratuidad, el dar sin esperar nada a cambio. La vocación mística cristiana, la poesía heredada de su padre y la resistencia no violenta.

Con una veintena de libros publicados de poesía, novela, ensayo y biografía, la vida de este periodista, ensayista, guionista y profesor dio un vuelco el pasado 28 de marzo cuando asesinaron a su hijo. A partir de entonces ha dejado la soledad del escritor para dirigir el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que sigue su camino buscando el fin de la guerra.

Ha recorrido 4 mil kilómetros en 12 estados, pero Sicilia vuelve a las ciudades donde quedaron pendientes acciones a favor de las víctimas, como en Monterrey. Sigue recopilando casos de desaparecidos, secuestros, ejecuciones, torturas, amenazas…

Ha recibido severas críticas por su acercamiento a Felipe Calderón, por usar chaleco y sombrero estilo Indiana Jones, por colgarse símbolos… A todo responde reivindicando el concepto de humanismo.


Y así, apelando a la “reserva moral” del país bajo la tradición gandhiana, Sicilia prepara el segundo diálogo con Felipe Calderón a celebrarse dentro de dos meses. Está convencido que tocará el corazón del Ejecutivo y que finalmente pedirá un perdón completo a las víctimas.

Prepara las nuevas propuestas, la ley para las víctimas, el proyecto para que cada víctima tenga una placa de metal, cada desaparecido tenga nombre y apellidos. Y gestiona diálogos con el Legislativo, con el Judicial, la Conago, los partidos y la caravana al Sur que empezará en septiembre: “Sin esa unidad que concita la reserva moral, el camino que sigue es el autoritarismo y el caos total. Al presidente le vamos a llenar de contenido y de formas de cambiar la estrategia, porque parece que no le bastó mirar a las víctimas para saber que su guerra estaba fallida”.

–Felipe Calderón se negó en parte a pedir perdón en el encuentro del Castillo de Chapultepec el pasado 23 de junio…

–Sí pidió perdón a regañadientes, cosa que debería haber hecho con el corazón más abierto. La responsabilidad como jefe de Estado es haber faltado a la primera garantía que es la seguridad. Tocamos el corazón del hombre. Por primera vez dijo: hay que visibilizar a las víctimas. Y no sólo a las inocentes, sino a las culpables, cosa que él había criminalizado y borrado. Ya se dio cuenta que un país sin memoria, que no responde a sus ciudadanos, es un país de ignominia.

–¿Cree que tocó el corazón de Felipe Calderón?

–Yo creo que sí. A pesar de la crítica que ha nacido del encuentro en el Castillo de Chapultepec con una lectura hecha con códigos muy viejos, lo que vimos allí no fue un hombre fingiendo. Después se utilizó mediáticamente, pero eso es la lectura de códigos antiguos y del juego del poder. Yo estaba enfrente y él no estaba posando.

–Hay quien piensa que Felipe Calderón no tiene corazón…

–Sí lo tiene. No es Pinochet. Si fuera Pinochet no estaríamos aquí, ni siquiera hubiéramos tenido diálogos en el Castillo, ni siquiera hubiéramos caminado al Zócalo. No es Gustavo Díaz Ordaz tampoco. Es un hombre que se equivocó. Un obstinado, un puritano…

–Un hombre que no quiere reconocer sus errores…

–Yo creo que sí los reconoce. El problema es que es obstinado y no quiere cambiar.

–Y tanto… ¿Sentar a Genaro García Luna en la mesa de diálogo no fue un insulto para las víctimas que ya habían solicitado su renuncia?

–No se cómo leerlo. Una lectura puede ser esa. Yo lo quise leer como: ustedes quieren que salga el Ejército no estaba el Secretario de la Sedena, ni el Secretario de la Marina, entonces necesitamos policías, necesitamos un sistema de seguridad policiaco. Está es mi apuesta: Genaro García Luna.

–Una apuesta que no satisface a las víctimas…

–Su proyecto policiaco es el de García Luna, no es el nuestro. Allí es la segunda vuelta, la segunda etapa. En el segundo diálogo le vamos a demostrar que el sistema de seguridad diseñado por él y García Luna no está funcionando. Lo vamos a llenar de contenido, no sólo de símbolos.

–¿No cree que deberían de estar sentados la otra parte de la violencia, la violencia del Estado: el Ejército y la Marina?

–Seguramente estarán en el próximo diálogo porque vamos a tocar el tema de la seguridad. No hubo avances, pues, estaba obstinado e hizo el manoteo. Cuando alguien manotea es símbolo de inseguridad y desesperación.

–¿Y de autoritarismo?

–Yo no lo vería así. Más bien es la desesperación. Felipe Calderón sabe perfectamente que no está funcionando.

–Felipe Calderón parece un Emperador débil rodeado de su guardia pretoriana…

–Sí, con mucha debilidad. Es un hombre que no quiere traicionar lo que queda de la democracia, si no, no se hubiera sentado en el Castillo de Chapultepec.

Costos del diálogo



La violencia en el país se intensifica. Organizaciones no gubernamentales afirman que la cifra de muertos sobrepasa los 50 mil, más los 20 mil desaparecidos y los 250 mil desplazados.

Después del diálogo en el Castillo de Chapultepec, Sicilia ha cosechado críticas de algunos sectores de la izquierda por la falta de resultados y su acercamiento a Calderón.

–Hay críticas contra usted muy duras, especialmente de la izquierda, por una serie de señalamientos sobre el dialogo con Calderón, empezando por ese abrazo que le dio…

–Vengo de la tradición gandhiana. Y Gandhi lo que me enseñó es que no hay hombres malos. A menos que nos enfrentemos al más radical en el mundo de las delincuencias endurecidas, estas bestias que matan. Es un tema metafísico. El hombre cuando ha llegado a sus grados de oscurecimiento, no es el hombre. El equívoco del hombre no lo hace malo. Y hay que golpear la conciencia.

–En ese abrazo, ¿tendrá que ver algo su ascendencia cristiana, su espíritu evangélico?

–Sí, Gandhi comprendía muy bien eso. Probablemente es quien ha comprendido mejor a Cristo, el evangelio…

–¿Un pacifista que puede dialogar con un militarista?

–Soy un no violento. Gandhi también se enfrentó a eso. Se enfrentó a un Imperio belicista como el inglés. Esa es la apuesta: llegar y golpear la conciencia del hombre violento, del hombre equivocado para que cambie.

–Entre las críticas hay quien cree que la esencia misma del movimiento sobre la reconciliación está equivocada porque aquí nadie ha pedido perdón a las víctimas…

–Sí pidió perdón a medias, todavía hay un resto de orgullo. El presidente me mira como político a quien lo confronta como un enemigo político. Y frente a nosotros no hay un enemigo político, hay una ciudadanía que reclama al político sus omisiones, sus equívocos. Yo creo que así se mueve el corazón.

–¿Por qué cree que lo critica una parte de la izquierda?

–Porque siguen leyendo con códigos muy antiguos y no han aprendido la lección de las luchas revolucionarias de Occidente. Se han matado hombres creyendo que se mataban principios y simplemente no radicaba en el mal, porque el mal no está en el hombre, sino en golpear los principios. Eso es lo que enseña Gandhi y es lo que no ha sabido leer cierta izquierda revolucionaria. Cierta izquierda que todavía cree que se puede sacar algo de la lucha, de la confrontación y de la guerra.

–Hay quien cree que pretende un puesto, una diputación, una senaduría…

–Es que no me conocen. No tengo ningún interés. Es una muestra de cómo ha permeado el utilitarismo económico. El alma de Occidente es eso: nadie puede creer en actos gratuitos, siempre se hace algo para sacar algo. Y lo que tiene este movimiento es que es hijo de la gratuidad, del dolor y del amor.

–¿No se visualiza dentro de un gobierno?

–Para nada.

–¿Dónde se visualiza?

–Como un escritor, como pueblo. Ya como poeta no, pero quiero volver a mi vida. Estoy aquí en contra de mí, en contra de todo lo que soy, de mi vocación; por un deber, por una ética, por amor.


¿Un Mesías?

Javier Sicilia camina por la calle Ocampo de Monterrey en la Caravana del Consuelo que ha recorrido 12 de los estados más violentos del país. Esta es su segunda vez en la Sultana del Norte, epicentro de la violencia que en siete meses y medio ha dejado casi 1000 muertos.

Los familiares de desaparecidos se le acercan para contarle sus historias, porque sostuvo un segundo diálogo con el procurador de justicia de Nuevo León, Adrián de la Garza, para averiguar los avances en nueve casos concretos de desaparecidos. Y comprobó que no hubo tales avances. Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos dirigido por Consuelo Morales tiene más información al respecto, que las mismas autoridades.

Sicilia escuchó a los familiares de las víctimas durante horas, se reunió con los activistas y prometió volver en agosto. La gente lo abraza, llora con él y le pide fotos.

–Lo observaba esta mañana en la manifestación. Las personas se le acercan, le quieren tocar, pareciera que quisieran comprobar si es usted real. Lo miran como un héroe. ¿Qué siente con estas muestras de admiración?

–Siento el contacto de los otros, del alma, pues. Mucho consuelo. Por otro lado, siento una especie de horror. A veces siento que más allá del consuelo están esperando de mí algo que no… o construyendo una imagen que no soy; mirando algo que pasa a través de los medios que es una especie de mitificación del personaje, cuando soy un hombre, un ser humano débil, falible, que cargo un dolor tan inmenso como muchas de esas gentes que me tocan. Lo fundamental es sentir el amor, el paso del alma a través del contacto de la carne.

–Hay un riesgo implícito: el mesianismo, particularmente por su historia con el catolicismo progresista. Usted es un lector de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila… ¿Existe el riesgo de que usted se considere una especie de Mesías?

–Para nada. Yo no me construí con la idea mesiánica. Y es parte de la tradición cristiana: me construí con la idea de la renuncia al poder, del Dios que se hace carne, que nos demuestra que la humildad, el amor, la pobreza, la debilidad son el fundamento de lo humano. Y Cristo es eso, pues.

–¿Un Cristo humanizado?

–Es el Dios que se hace hombre, que se vuelve carne, sensación, experiencia de vida humana.

–¿Y la gente que ve en usted una persona infalible?

–Se equivocan, soy un hombre falible. Un hombre, un ser humano. Tengo mis traiciones atrás, soy un hombre débil, lleno de claros oscuros.

–Son tantos los casos que usted ha visto de desaparecidos, ejecutados, torturados…. ¿La acumulación de tanto dolor a donde va?

–Hay una dialéctica extraña con el dolor y el consuelo. Así como hay mucho dolor, también hay mucho consuelo. Hay una fraternidad. Otros toman tu dolor y lo acogen, tu tomas el dolor de los otros y los acoges y abres el filtro del amor. El dolor se va suavizando. Va teniendo sentido”.



El perdón y su significado

Según Mahatma Gandhi, “la humanidad no puede librarse de la violencia, más que por medio de la no violencia” y Javier Sicilia esta convencido que lo logrará, a pesar de las críticas.

–La génesis misma del movimiento en cuanto al consuelo y el perdón, ha generado críticas severas, por la falta de resultados.

–Yo espero que Calderón pida perdón a las víctimas. Se lo volveré a pedir.

Otro gesto que no se entendió fue cuando le entregué el escapulario como símbolo de todo el dolor y el consuelo que habíamos dado. Se lo entregué porque a él le corresponde hacer justicia. La justicia es hacer sentir que pide perdón ante la falta de no haber cuidado la seguridad.

–¿Perdón para qué más? Supongamos que pide perdón… ¿Y luego? ¿La reparación del daño, la suspensión de la guerra, los 41 mil muertos?

–Es que el perdón no está reñido con la justicia. El perdón parece que borra todo. No. Uno lo sabe por el sacramento de la reconciliación. Para que se cumpla el perdón de la confesión, hay elementos fundamentales: dolor de corazón, propósito de enmienda, no volver a repetirlo y penitencia.

–¿Cuál sería la penitencia para Calderón?

–Hacer justicia. Y detener la guerra.

–Difícil…

–Necesitamos un acto de humildad, de reparación. Se ha obstinado cuatro años. No creo en la justicia vengativa. La muerte no se puede reparar, pero se puede hacer un poco de justicia.

–¿Cree que finalmente Felipe Calderón detendrá la guerra?

–Espero.

–Y si no detiene su guerra, ¿cómo se iría Calderón?

–Como el peor presidente de México.

–Existe ya la posibilidad de llevarlo a la Corte Penal Internacional.

–Algunos hablan de él como un genocida. Ya lo dirán las instancias legales. Tiene una gran responsabilidad de orden moral grave. Cuando él dijo “yo cargo con la responsabilidad moral”, no sabía lo que estaba diciendo porque si se diera cuenta lo que eso significa….

Ningún partido interesa

–Su movimiento se consolida como un referente moral de la lucha contra la impunidad. ¿Que pasará si un partido político lo quiere instrumentalizar como le pasó a la señora Wallace o al señor Martí?

–Conmigo es muy difícil. Vengo de la tradición de la renuncia al poder. Si algo tiene Cristo es que se negó al poder y si algo yo he aprendido de él es que me niego a cualquier poder. No a la autoridad.

–¿Y qué le pasó a Wallace y Martí, ambos muy cercanos al PAN?

–Yo no los juzgaría. Ellos encontraron ese camino, que no es el mío, ni de la mayor parte de los seres humanos. Han hecho camino, han hecho cosas buenas, pues. Nadie puede transformar el mundo de golpe. Es su camino. Yo lo respeto.

–¿Qué tanto se identifica usted con la izquierda?

–Me gusta mucho más la izquierda zapatista. Hay algo que me acerca a ellos. No la izquierda democrática entre comillas.

–¿Y el PRD?

–Es una forma distinta de la partidocracia. Y yo no la quiero. Quiero la ciudadanización.

–¿Y Andrés Manuel López Obrador?

–Lo estimo, lo respeto, pero no le creo tampoco. A ninguno. En la situación en la que vive el país no les creo. No son capaces de humildad, y de saber que estamos en emergencia nacional y necesitamos otra cosa. Me han tachado de antidemocrático cuando digo que necesitamos un candidato de unidad nacional, porque no hay condiciones para la vida democrática. No se si estas próximas elecciones presidenciales serán democráticas, pues.

–¿Por qué?

–Son una cortina de humo. Por eso no creo en ellos.

–¿Y Morena?

–No lo sé.

–¿Si le invitaran a participar, si invitaran al movimiento a integrarse en Morena?

–No. Yo soy un hombre de vida comunitaria, no partidista.

–Morena no es un partido, sino un movimiento que aglutina movimientos de la sociedad civil…

–Sí, pero con tendencia partidocrática. Es lo que a mí me molesta.

–A la vista de las últimas elecciones donde arrasó el PRI, ¿eso quiere decir que México tendrá a Enrique Peña Nieto de presidente?

–Pues sí. Si finalmente se convoca la reserva moral y ellos mismos se purifican y asumen sus traiciones, y depuran sus filas y hacen de la vida política una vida ética, no ganaría Peña Nieto.

–¿Quién ganaría?

–Quien tome ese camino. No es el PRD por desgracia. Hay demasiadas traiciones allí.

–¿Y Andrés Manuel López Obrador?

–Le falta humildad. Le falta humildad para dejar que se exprese otra cosa.

–¿Y el PAN?

–Está muerto. Si el presidente se abre camino pidiendo perdón, cambiando su estrategia y si su partido camina hacia ese lado, quizá.

–¿Y cómo se siente cuando le aplaude la derecha y le denosta la izquierda?

–Yo no sé si hay una derecha en México. Había una derecha europea y ya no está ahorita.

–¿Y el PAN?

–Quién sabe qué es. Liberales económicos, pero tampoco me quieren mucho.

Impunidad castrense

Las quejas contra el Ejército han aumentado 300% en los últimos años, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Durante el año pasado recibió mil 500 denuncias por violaciones a las garantías individuales durante su desempeño en labores de seguridad durante la guerra. También ha recibido denuncias contra la Armada de México por torturas y desapariciones.

–Hay dos violencias… ¿Por qué se habla más de una: la del crimen organizado? ¿Y la violencia del Estado?

–Se lo dijimos (a Calderón). Le estamos criticando el pudrimiento de las instituciones. El Estado mexicano está coptado; es decir, están coludidos. El Ejército, la Marina y las policías. No quiere decir que no haya elementos buenos, sino que los corruptos están dañando mucho esas instituciones. El Ejército está en guerra, no es una policía y entonces comete violaciones. El Ejército nomás sabe de guerra y la guerra viola garantías individuales. No pregunta, mata.

–¿Por qué no está de acuerdo en que el Ejército vuelva ya a sus cuarteles?

–Meterlo ahora sería tan loco como haberlo sacado. La pregunta es, ¿cómo lo vamos a sacar de las calles? Meterlo de golpe, como quieren ciertas agendas radicales, es tan irresponsable como haberlo sacado, como lo hizo Calderón. Hay que meterlo con inteligencia. La salida del Ejército obligó a construir paramilitares del otro lado. Los Zetas también fueron construidos por el Ejército.

–¿El paramilitarismo que ya hay en México proviene del Ejército y la Marina?

–Claro. Y están fuera. Hay que revisar como se está educando a los soldados. Estamos creando soldados o kaibiles. Los paramilitares son como kaibiles. Yo se lo dije al presidente.

–El Ejército y la Marina también torturan y desaparecen pero, paradójicamente, son las instituciones mejor valoradas…

–Sí, cuando hacen trabajos para la gente, no cuando andan en guerra y actúan contra la gente. Le dije al presidente: hay un equívoco desde el principio. Al crear una guerra, Felipe Calderón, le dio rango de ejército a los delincuentes. Eso es grave.

Indiana Jones



El acercamiento de Javier Sicilia a Felipe Calderón fue seriamente criticado por una parte de la izquierda y alabado por la derecha: “Más bien me aplaude una cosa así como de centro. No tan radical. Carreño, el caricaturista, me ha hecho unas caricaturas descarnadas, malvadas, mala leche. Y otros han sido muy crueles conmigo”, expone.

–Le ponen como Indiana Jones.

–Pues sí. Siempre me ha caído muy bien Indiana Jones. Ese sombrero se lo pedí a un amigo hace muchos años, precisamente porque siempre me ha gustado mucho Indiana Jones. Es el único que tengo y pensé, hay chance de usarlo por el sol. Indiana Jones me cae muy bien, me ha acercado siempre al niño que traigo dentro.

–¿Qué dijo?: si me tengo que parecer a alguien pues…

–Pues sí, a Indiana Jones. Además Harrison Ford es un actor que quiero mucho. Es un personaje que me gusta.

–¿No le molesta cuando le acusan de disfrazarse de Indiana Jones?

–No para nada. Me gusta mucho.

–También le criticaron todas las cosas que llevaba colgadas al cuello?

–Eran símbolos. Anda un poeta en el movimiento que aunque ya no escriba poesía no puede renunciar a su ser.

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