Antonio Hernández
El jueves 10 de junio es una fecha significativa en las movilizaciones ciudadanas que impulsan la modificación de las políticas de planeación urbanística del área metropolitana de Monterrey. Fue de las más sentidas y emotivas porque por primera ocasión se conmemoraron las cientos de personas que han muerto durante la fantástica aventura de conducir una bicicleta. En esa fecha se realizó la primera Bicicleta Blanca en Monterrey. En el acto se colocó una vehículo de ese color como símbolo de la muerte de las personas en el humano traslado. La bicicleta fantasma que advierte la existencia de condiciones adversas para el traslado en este vehículo en prácticamente cualquier calle de nuestras ciudades. También el jueves 10 en el recorrido de Pueblo Bicicletero, el creciente movimiento ciudadano que impulsa acciones de respeto al uso de la bicicleta como medio de transporte y a las personas que caminan por la calle, al menos 30 personas que integran esta colectividad fueron sometidas contra su voluntad con amenazas, agresiones físicas, golpes, y amagos con pistola, luego de que con gis dibujaron un ciclista sobre su vehículo en el piso de la Explanada de los Héroes, frente al Palacio de Gobierno de Nuevo León. Varios policías prepotentes que se encontraban a la entrada del palacio, con abuso y alarde de sus funciones reprimieron la manifestación en memoria de los ciclistas muertos. El daño a un bien público representado por el dibujo con gis fue la razón que los agentes comunicaron como causa de su hostilidad. El abuso de autoridad se dio sin que existiera una imputación claramente definida del porque de los golpes, amenazas y maltrato generalizado. Los policías adujeron disparates como que la explanada frente al palacio no era un espacio público, ¡que el gis dañaría la cantera¡, y ante la mentira que ostentaban, aceptaron permitir la manifestación pública, bajo la condición de lavar el piso, inaceptable imposición considerando que el uso, disfrute y posesión de los espacios públicos, en la peor de las concesiones y en este caso de la explanada es libre, porque son de la comunidad. La amenazante conducta y sus argumentos falsos, fueron la excusa que permitió utilizar indiscriminadamente la fuerza pública para intimidar y castigar una manifestación ciudadana que reinvindicaba el derecho al uso de la calle no solo por quienes conducen un vehículo de motor, sino también de que quienes han decidido hacerlo en una bicicleta, y el primario de quienes lo hacen a pie. No es la primera vez que el piso de la explanada se usa como espacio para plasmar inquietudes. El mismo gobierno en los años recientes ha consentido que ahí se pinten obras de artistas del Renacimiento, en el Festival Bella Vía.
Al menos desde 1997 se ha pintado el piso de la explanada. Actualmente, varios edificios públicos tienen pintados en sus paredes los rostros de varios personajes. Y ahí los policías nunca se erigieron en los defensores de los espacios públicos que dijeron ser el día que amenazaron con pistola al Pueblo Bicicletero. Si recordamos las numerosas ocasiones en que narcotraficantes han colgado “narcomantas” en las estatuas de la explanada, acto donde los guardias de palacio se han distinguido por su inacción, al abuso de autoridad se añade la cobardía, porque ninguna, absolutamente nadie de las jóvenes personas del Pueblo Bicicletero es agresiva o hace alarde de prepotencia. Una reacción similar debieron efectuar esos guardias amenazantes, el día en que narcotraficantes colocaron una manta con violentos mensajes de muerte en la estatua del libertario Servando Teresa de Mier, ubicada en la misma explanada. Ese es el agravio o un real daño al espacio público y no la bicicleta blanca que con violencia los policías buscaron desalentar sin fortuna, porque el símbolo que recuerda a los atropellados permanece. El amenazar con usar una pistola en contra de ciclistas inermes es el corolario de los agravios del gobierno estatal de Nuevo León. Las administraciones públicas no tienen voluntad ni capacidad para garantizar la vida de quienes se trasladan en una bicicleta, porque desde 1996, al menos 200 personas han muerto arrolladas en su ligero vehículo. No se tienen 200 bicicletas blancas que simbolicen esas horribles muertes. El gobierno local no tiene voluntad y capacidad, porque los hechos así lo muestran. Inmediato al inicio de le gestión del gobernador Rodrigo Medina, desapareció el programa Vía Río, que incluía un circuito recreativo para el paseo sobre patinetas, caminando, bicicletas y cualquier modalidad libre y no contaminante. Es la ciudadanía, siendo un caso Pueblo Bicicletero, con recursos propios y el apoyo mutuo, quien mantiene el uso público de las calles para todas las personas, y no solo para los automóviles. En esa tendencia se comprende que los policías golpeen, intimiden, amenacen y repriman un acto ciudadano que sea contrario a las acciones del gobierno de Rodrigo Medina. Si bien congruentes vaya que son. Que siga adelante el camino en bicicleta que se inició en la niñez, y se mantiene desde aquel momento en que aprendimos a mantener rumbo y equilibrio montados en el vehículo libre. El camino prosigue ahora con la fantástica aventura del Pueblo Bicicletero, a quien le deseo permanezca por mucho tiempo, largos años, para toda la vida. A fe mía que así será, porque nunca se le olvida a nadie como andar en una bicicleta.
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