Y ahora que ya cayo El Muro, ya no somos tan
iguales, tanto vendes tanto vales…
Luis Eduardo Aute – La Belleza
Hace ya algunos años, en un programa televisivo, cuyo tema no recuerdo con exactitud, pero que tenia que ver con el fallecido Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica: John F. Kennedy, me impresiono mucho la parte del discurso que pronuncio en ocasión de la visita que hiciera, el citado mandatario a Berlín. Y ahí dijo:
-cito no textual sino como me viene a la memoria- Que aquellos que crean en el comunismo: Que vengan a Berlín. Que quienes crean en la economía comunista: Que vengan a Berlín.
Acostumbrada en mi niñez a caminar por encima de los muros, que dividían mi casa con las casas de los vecinos, no alcanzaba a comprender por que un muro (una barda, como se dice en mi tierra) causaba tanto encono, porque se le daba tanta importancia.
Con el tiempo fui comprendiendo, algunos de mis maestros se preocupaban porque conociéramos lo que pasaba en el mundo, mas tarde me allegue de un bagaje de información: por ejemplo la película El niño y el muro, y las historias que nos llegaban de vez en vez de familias separadas, las vidas de la gente común y corriente afectadas por una decisión de orden económico y político.
Con el paso de los años el Muro formo parte de una realidad que por sernos lejana, sentíamos que no afectaba nuestras vidas, y sin embargo allí estaba la música con The Wall de Pink Floyd en 1979 y el cine: Pink Floyd, The Wall de Alan Parker en 1982, para recordarnos esta realidad terrible, esta ignominia que dividía en dos partes una ciudad, un país y por supuesto al mundo sumido en la Guerra Fría.
Vientos de cambio fueron llegando como una refrescante brisa, pero también como una amplia lucha de la ciudadanía, de la juventud, de una población tratando de ser protagonista de su destino. Los pueblos exigiendo libertades, derechos humanos, respeto a los votos de cualquier color, libertad religiosa, cuidados especiales para las minorías, exigencias ecológicas y tantas otras que hace algunos años eran simplemente impensables. Y de pronto el día llego: Asistimos con asombro a la caída del muro, que mas que un simple trozo de cemento de varios kilómetros de longitud, era el símbolo de todas las divisiones que hacen que los hombres puedan ser etiquetados y puestos a un lado u otro en bandos opuestos.
Hoy a veinte años de la caida del muro de Berlin, celebramos tan memorable fecha recordando que aun quedan muchos muros por derribar en el mundo: Ellos impiden que seamos solo hermanos, -solo humanos-. Muros físicos como el que se construye entre México y Estados Unidos. Muros Económicos entre países ricos y países pobres. Muros entre el sur y el norte. Muros entre seres humanos presas de la pandemia de nuestro siglo, el sida, y seres que tienen la posibilidad de salud; y así como estos, tantos otros muros a lo largo y ancho de los cinco continentes.
Nos corresponde como seres pensantes, pero también seres con una patria interior ligada a los sentimientos luchar contra cada uno de estos muros que dividen a la humanidad.
iguales, tanto vendes tanto vales…
Luis Eduardo Aute – La Belleza
Hace ya algunos años, en un programa televisivo, cuyo tema no recuerdo con exactitud, pero que tenia que ver con el fallecido Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica: John F. Kennedy, me impresiono mucho la parte del discurso que pronuncio en ocasión de la visita que hiciera, el citado mandatario a Berlín. Y ahí dijo:
-cito no textual sino como me viene a la memoria- Que aquellos que crean en el comunismo: Que vengan a Berlín. Que quienes crean en la economía comunista: Que vengan a Berlín.
Acostumbrada en mi niñez a caminar por encima de los muros, que dividían mi casa con las casas de los vecinos, no alcanzaba a comprender por que un muro (una barda, como se dice en mi tierra) causaba tanto encono, porque se le daba tanta importancia.
Con el tiempo fui comprendiendo, algunos de mis maestros se preocupaban porque conociéramos lo que pasaba en el mundo, mas tarde me allegue de un bagaje de información: por ejemplo la película El niño y el muro, y las historias que nos llegaban de vez en vez de familias separadas, las vidas de la gente común y corriente afectadas por una decisión de orden económico y político.
Con el paso de los años el Muro formo parte de una realidad que por sernos lejana, sentíamos que no afectaba nuestras vidas, y sin embargo allí estaba la música con The Wall de Pink Floyd en 1979 y el cine: Pink Floyd, The Wall de Alan Parker en 1982, para recordarnos esta realidad terrible, esta ignominia que dividía en dos partes una ciudad, un país y por supuesto al mundo sumido en la Guerra Fría.
Vientos de cambio fueron llegando como una refrescante brisa, pero también como una amplia lucha de la ciudadanía, de la juventud, de una población tratando de ser protagonista de su destino. Los pueblos exigiendo libertades, derechos humanos, respeto a los votos de cualquier color, libertad religiosa, cuidados especiales para las minorías, exigencias ecológicas y tantas otras que hace algunos años eran simplemente impensables. Y de pronto el día llego: Asistimos con asombro a la caída del muro, que mas que un simple trozo de cemento de varios kilómetros de longitud, era el símbolo de todas las divisiones que hacen que los hombres puedan ser etiquetados y puestos a un lado u otro en bandos opuestos.
Hoy a veinte años de la caida del muro de Berlin, celebramos tan memorable fecha recordando que aun quedan muchos muros por derribar en el mundo: Ellos impiden que seamos solo hermanos, -solo humanos-. Muros físicos como el que se construye entre México y Estados Unidos. Muros Económicos entre países ricos y países pobres. Muros entre el sur y el norte. Muros entre seres humanos presas de la pandemia de nuestro siglo, el sida, y seres que tienen la posibilidad de salud; y así como estos, tantos otros muros a lo largo y ancho de los cinco continentes.
Nos corresponde como seres pensantes, pero también seres con una patria interior ligada a los sentimientos luchar contra cada uno de estos muros que dividen a la humanidad.
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