Ricardo Rocha
Diego: tiro de precisión I
Él ha sido hombre de oscuridades. Así que a la medianoche alguien le quitó su libertad. Esa de que ha gozado los 69 años de su vida este sembrador de vientos y cosechador de tempestades, al que muchos han querido ver preso o, peor aún, muerto.
Del viernes para acá asombran igual quienes le desean que se pudra en los infiernos que quienes lo alaban por la doble hazaña de ser un viejo güevudo y un cabrón bien hecho. En el recuento de los primeros, le atizan por una larga cola de eventos: en el 88 cuando promovió la quema de los paquetes electorales que pudieron documentar el fraude de Salinas sobre Cuauhtémoc; luego cuando en pago a su solidaridad recibió 60 mil metros de terreno en Punta Diamante; en el 94 al rajarse como candidato a la Presidencia luego de ganarles el debate a Zedillo y a Cárdenas; ya en el zedillismo su apoyo al Fobaproa para asumir como deuda pública el quebranto por un millón de millones de pesos de los bancos; más tarde cuando el senador-litigante le quitó al gobierno foxista de su partido primero 1600 millones por devolución de IVA a Jugos Del Valle y luego 1200 de indemnización abusiva por unos terrenos a particulares. Maniobras que le dejaron al menos mil millones de pesos en honorarios para él y sus socios de despacho. Fue entonces que alcanzó el mote de El Jefe, porque no había pleito que no pudiera ganar.
En sentido contrario, se pronuncian también quienes han tomado nota puntual de sus proezas: el haber negociado, desde el Senado, la aprobación de una ley indígena que provocó el rompimiento del diálogo con el EZLN; al final de su periodo como factor clave para la promulgación de la llamada ley Televisa, que luego fue echada abajo por la Corte; pero sin duda alguna las gestas más celebradas por sus aplaudidores —que los hay— son la maquinación de los videoescándalos y el asesoramiento a los propietarios de El Encino, que intentaron frenar y luego desaforar a AMLO en la carrera por la Presidencia en el 2006.
Que no se engañen, ni nos engañen: trátese de secuestro interesado, levantón del crimen organizado, conflicto pasional o mensaje político de un grupo extremo; en cualquier caso, las pesquisas deben incluir a los señores Gómez Mont, Lozano Gracia y Hamdam, que junto con El Jefe Diego han amasado grandes fortunas en la doble y jugosa vía del litigio y la política. Nadie mejor que ellos saben sobre los enemigos de quien por cierto —y ante la flaca caballada blanquiazul— querían volver a hacer candidato a la Presidencia.
Por lo pronto, el tiro realizado desde la oscuridad ha sido de una precisión absoluta.
Ricardo Rocha
Diego: tiro de precisión II
A ver: yo jamás he deseado la muerte de nadie. Y sin el menor asomo de ironía espero de todo corazón que Diego Fernández de Cevallos aparezca vivo y bien. Y no se trata sólo de frases hechas —y a veces huecas— de los sentimientos humanitarios o moralinos. No. He visto y cronicado demasiada violencia en mi vida profesional y por ello estoy plenamente convencido de que los crímenes son siempre injustificables.
Lo que sí he dicho —como muchos mexicanos— es que el recuento de los daños que Diego le ha hecho al país es muy grande. Hoy añado que esa es la razón fundamental por la que sus raptores han ejecutado un tiro de precisión al poder político en México: secuestran a un hombre no sólo polémico, sino odiado por muchos, lo que —aunque suene muy cruel— tiene un aire justiciero y hasta reivindicatorio; lo hacen en un momento de exactitud matemática, en vísperas de un viaje presidencial con lo que le quitan argumentos a Felipe Calderón y le restan credibilidad a su discurso sobre todo en Washington; la intencionalidad desestabilizadora también es evidente cuando faltan apenas seis semanas para el 4 de julio; además, se llevan a un personaje archiconocido pero en estos momentos sin protección oficial. Quien no quiera aceptar estas circunstancias se engaña a sí mismo.
Está claro que hoy la pregunta es quién. O quiénes llevaron a cabo un operativo quirúrgico para levantar con tal rigor a un hombre tan poderoso y calculando que el secuestro se sepa largas ocho horas después. Dónde puede estar ahora. Qué han hecho con él. Por qué no se han comunicado con la familia. Por qué nadie ha reivindicado el hecho. Todas son preguntas sin destino.
Por lo pronto, el deslinde del EPR es un signo importante. De no ser ellos, se puede descartar la hipótesis de cualquier otro grupo extremista. Y si me apuran también la de una banda común de secuestradores a menos que sean tan estúpidos de no anticipar el lío en que se metían. Tampoco parece el modus operandi de una venganza personal o pasional. Así que —ya lo dijo hasta Rodríguez Zapatero— todo apunta al crimen organizado. La pregunta aquí sería qué pretenden. Una respuesta al encarcelamiento fugaz de la ex esposa de El Chapo, parece desproporcionada. Un canje por la presunta captura de Nacho Coronel, no deja de ser un rumor. Ahora que si el recado es “para que vean quién manda” resulta lapidario.
Lo único que por ahora está claro son los múltiples mensajes: las reglas del juego —si las hubo— están rotas; en este país hay mexicanos de primera —como Diego— que movilizan a todo el gabinete y mexicanos de segunda, de quinta o de milésima porque son miles los levantados que el gobierno ni ha volteado a ver; también en el panismo es normal que sus hombres y mujeres del poder se hagan inmensamente ricos y hasta respetados por ello; nada ha cambiado y el nuevo PAN es idéntico al viejo PRI; se trata de un disparo al corazón no sólo del gobierno sino de un panismo enfermo de gravedad, casi casi un tiro de gracia. Y de precisión también.
jueves, mayo 20, 2010
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2 comentarios:
No puedo menos que felicitarlo, por la sìntesis, la elocuencia y el anàlisis, sin embrago intuyo mas un desacuerdo polìtico, fuera del pan incluso, ¿con quien?, no lo se pero me gusta recordar que Diego antes que panista es salinista de corazòn ( "somos amigos" dijo una vez )aunque suene contradictorio, como lo son Beltrones y Gamboa Patròn, el viejo PRI " renovado " solo en fuerzas esta tejiendo el fraude electoral, en contra de un panismo sin convicciones, desarticulado, sin congruencia polìtica, desgastado por 2 años de corrupción y de gobernar para las elites.
Si mi estimado:
Solo alcanzamos a vislumbrar destellos de lo que ya es la lucha presidencial, pero ambos intuimos que mas que lucha ya se tejen acuerdos por debajo de la mesa, ya un no queriendo ser mal pensados, el secuestro de Diego Fdez. pareciera ser un elemento mas de esto que no tan sigilosamente se mueve.
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