miércoles, julio 27, 2011

viernes, julio 22, 2011

Rechazamos hostigamiento a Mons. Raúl Vera López defensor de derechos humanos en México


Boletín No. 14: Frayba Derechos Humanos


Rechazamos hostigamiento a Mons. Raúl Vera López defensor de derechos humanos en México


Este Centro de Derechos Humanos recibió información sobre los actos de hostigamiento dirigidos a Don José Raúl Vera López, mismos que fueron denunciados por el Centro Diocesano para los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios” como hechos derivados de su participación activa en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos en Saltillo y en todo México.


El 13 de julio del presente año, don Raúl Vera ofreció una homilía en donde hizo referencia a la situación de violencia en México, al número de ejecuciones en Saltillo, a la mordaza en los medios de comunicación, a la corta visión social en el proyecto político de la función pública, a la impunidad que enfrentan familiares de los mineros que esperan justicia, a las agresiones a los migrantes y en general al riesgo que enfrentan las defensoras y defensores de Derechos Humanos en este contexto.


Un día despúes, el 14 de julio, tres mantas anónimas fueron colgadas en el barandal de la Catedral de Santiago Apóstol, ubicada en el centro de la ciudad de Saltillo, Coahuila con la frase común “queremos un obispo católico”.


En este contexto, en donde Don Raúl continúa denunciado múltiples violaciones a los derechos humanos, los mensajes de las mantas anónimas significan amenazas y riesgos a la integridad personal de Monseñor Raúl Vera, mismas que se hacen extensivas a todas y todos sus colaboradoras y colaboradores que lo acompañan en esa labor.


Cabe mencionar que jTatic Raúl Vera, como presidente de este Centro de derechos humanos, ha hecho suyos los principios que la Misión del Frayba de “caminar al lado y al servicio del pueblo pobre, excluido y organizado que busca superar la situación socio-económica y política en que vive, tomando de él dirección y fuerza para contribuir en su proyecto de construcción de una sociedad donde las personas y comunidades ejerzan y disfruten todos sus derechos a plenitud”.


Así mismo recordamos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha destacado la importancia de la labor de las defensoras y defensores de derechos humanos indicando que “el respeto por los derechos humanos en un Estado democrático depende en gran parte de las garantías efectivas y adecuadas de que gocen los defensores de los derechos humanos para desplegar libremente sus actividades y que es conveniente prestar especial atención a las acciones que limiten u obstaculicen el trabajo de los defensores de derechos humanos”.


La defensa y promoción de los derechos humanos seguirá siendo una prioridad de don Raúl Vera en Coahuila, Chiapas y en México, con quien nos comprometemos a seguir trabajando, por los derechos de todas las personas, comunidades y pueblos.

SICILIA PREPARA SEGUNDA CITA CON FCH

Sanjuana Martínez

El dolor permanente por la muerte de su hijo Juan Francisco lo echó a los caminos de México y lo unió a miles de deudos que comparten su mismo pesar, todo debido a la guerra del actual gobierno contra el crimen organizado. Ahora, sin quererlo, es un símbolo, el único capaz de decirle a Felipe Calderón, de frente y en su cara, que su estrategia falló, que Genaro García Luna no da resultados, que pida perdón por los miles de inocentes que han muerto –y por sus familias–, que entienda que su penintencia es la justicia, que modifique esas acciones… Si no, que se conforme con pasar a la historia “como el peor presidente de México”

“Lo extraño mucho”, dice Javier Sicilia llorando… La luz del sol de la calurosa tarde regiomontana entra por la ventana y toca su rostro. Está sentado, fuma, echa una bocanada de humo, se inclina, se frota los ojos intentando ocultar las lágrimas, pero el dolor explota desde el corazón donde se guarda al hijo muerto. Y la voz desgarrada por el dolor del ausente surge intangible: “Espero que esté orgulloso de mí, que algún día lo vuelva a ver y me diga: “Lo hiciste bien, pá”.

Se limpia el rostro. Han pasado cuatro meses de su asesinato y Javier Sicilia lleva unido al alma el recuerdo de Juan Francisco, su Juanelo. Lo sueña, lo siente, habla con él. Hace recuento: “Me ha inspirado en todo este proceso. Más que a mí se le debe a él, lo mejor de esto se le debe a él. Nada de lo que me ha salido bien en este movimiento compensa su muerte. Qué bueno que sirva para algo, que tenga sentido su muerte, porque ha nombrado otros dolores, porque ha dado rostro al dolor de otros, porque quizá de aquí sacamos el camino para que ya no muera otro; otro hijo de nadie, otra hija”.




Y es que más allá del dolor, está el consuelo, el amor, la amistad, la gratuidad, el dar sin esperar nada a cambio. La vocación mística cristiana, la poesía heredada de su padre y la resistencia no violenta.

Con una veintena de libros publicados de poesía, novela, ensayo y biografía, la vida de este periodista, ensayista, guionista y profesor dio un vuelco el pasado 28 de marzo cuando asesinaron a su hijo. A partir de entonces ha dejado la soledad del escritor para dirigir el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que sigue su camino buscando el fin de la guerra.

Ha recorrido 4 mil kilómetros en 12 estados, pero Sicilia vuelve a las ciudades donde quedaron pendientes acciones a favor de las víctimas, como en Monterrey. Sigue recopilando casos de desaparecidos, secuestros, ejecuciones, torturas, amenazas…

Ha recibido severas críticas por su acercamiento a Felipe Calderón, por usar chaleco y sombrero estilo Indiana Jones, por colgarse símbolos… A todo responde reivindicando el concepto de humanismo.


Y así, apelando a la “reserva moral” del país bajo la tradición gandhiana, Sicilia prepara el segundo diálogo con Felipe Calderón a celebrarse dentro de dos meses. Está convencido que tocará el corazón del Ejecutivo y que finalmente pedirá un perdón completo a las víctimas.

Prepara las nuevas propuestas, la ley para las víctimas, el proyecto para que cada víctima tenga una placa de metal, cada desaparecido tenga nombre y apellidos. Y gestiona diálogos con el Legislativo, con el Judicial, la Conago, los partidos y la caravana al Sur que empezará en septiembre: “Sin esa unidad que concita la reserva moral, el camino que sigue es el autoritarismo y el caos total. Al presidente le vamos a llenar de contenido y de formas de cambiar la estrategia, porque parece que no le bastó mirar a las víctimas para saber que su guerra estaba fallida”.

–Felipe Calderón se negó en parte a pedir perdón en el encuentro del Castillo de Chapultepec el pasado 23 de junio…

–Sí pidió perdón a regañadientes, cosa que debería haber hecho con el corazón más abierto. La responsabilidad como jefe de Estado es haber faltado a la primera garantía que es la seguridad. Tocamos el corazón del hombre. Por primera vez dijo: hay que visibilizar a las víctimas. Y no sólo a las inocentes, sino a las culpables, cosa que él había criminalizado y borrado. Ya se dio cuenta que un país sin memoria, que no responde a sus ciudadanos, es un país de ignominia.

–¿Cree que tocó el corazón de Felipe Calderón?

–Yo creo que sí. A pesar de la crítica que ha nacido del encuentro en el Castillo de Chapultepec con una lectura hecha con códigos muy viejos, lo que vimos allí no fue un hombre fingiendo. Después se utilizó mediáticamente, pero eso es la lectura de códigos antiguos y del juego del poder. Yo estaba enfrente y él no estaba posando.

–Hay quien piensa que Felipe Calderón no tiene corazón…

–Sí lo tiene. No es Pinochet. Si fuera Pinochet no estaríamos aquí, ni siquiera hubiéramos tenido diálogos en el Castillo, ni siquiera hubiéramos caminado al Zócalo. No es Gustavo Díaz Ordaz tampoco. Es un hombre que se equivocó. Un obstinado, un puritano…

–Un hombre que no quiere reconocer sus errores…

–Yo creo que sí los reconoce. El problema es que es obstinado y no quiere cambiar.

–Y tanto… ¿Sentar a Genaro García Luna en la mesa de diálogo no fue un insulto para las víctimas que ya habían solicitado su renuncia?

–No se cómo leerlo. Una lectura puede ser esa. Yo lo quise leer como: ustedes quieren que salga el Ejército no estaba el Secretario de la Sedena, ni el Secretario de la Marina, entonces necesitamos policías, necesitamos un sistema de seguridad policiaco. Está es mi apuesta: Genaro García Luna.

–Una apuesta que no satisface a las víctimas…

–Su proyecto policiaco es el de García Luna, no es el nuestro. Allí es la segunda vuelta, la segunda etapa. En el segundo diálogo le vamos a demostrar que el sistema de seguridad diseñado por él y García Luna no está funcionando. Lo vamos a llenar de contenido, no sólo de símbolos.

–¿No cree que deberían de estar sentados la otra parte de la violencia, la violencia del Estado: el Ejército y la Marina?

–Seguramente estarán en el próximo diálogo porque vamos a tocar el tema de la seguridad. No hubo avances, pues, estaba obstinado e hizo el manoteo. Cuando alguien manotea es símbolo de inseguridad y desesperación.

–¿Y de autoritarismo?

–Yo no lo vería así. Más bien es la desesperación. Felipe Calderón sabe perfectamente que no está funcionando.

–Felipe Calderón parece un Emperador débil rodeado de su guardia pretoriana…

–Sí, con mucha debilidad. Es un hombre que no quiere traicionar lo que queda de la democracia, si no, no se hubiera sentado en el Castillo de Chapultepec.

Costos del diálogo



La violencia en el país se intensifica. Organizaciones no gubernamentales afirman que la cifra de muertos sobrepasa los 50 mil, más los 20 mil desaparecidos y los 250 mil desplazados.

Después del diálogo en el Castillo de Chapultepec, Sicilia ha cosechado críticas de algunos sectores de la izquierda por la falta de resultados y su acercamiento a Calderón.

–Hay críticas contra usted muy duras, especialmente de la izquierda, por una serie de señalamientos sobre el dialogo con Calderón, empezando por ese abrazo que le dio…

–Vengo de la tradición gandhiana. Y Gandhi lo que me enseñó es que no hay hombres malos. A menos que nos enfrentemos al más radical en el mundo de las delincuencias endurecidas, estas bestias que matan. Es un tema metafísico. El hombre cuando ha llegado a sus grados de oscurecimiento, no es el hombre. El equívoco del hombre no lo hace malo. Y hay que golpear la conciencia.

–En ese abrazo, ¿tendrá que ver algo su ascendencia cristiana, su espíritu evangélico?

–Sí, Gandhi comprendía muy bien eso. Probablemente es quien ha comprendido mejor a Cristo, el evangelio…

–¿Un pacifista que puede dialogar con un militarista?

–Soy un no violento. Gandhi también se enfrentó a eso. Se enfrentó a un Imperio belicista como el inglés. Esa es la apuesta: llegar y golpear la conciencia del hombre violento, del hombre equivocado para que cambie.

–Entre las críticas hay quien cree que la esencia misma del movimiento sobre la reconciliación está equivocada porque aquí nadie ha pedido perdón a las víctimas…

–Sí pidió perdón a medias, todavía hay un resto de orgullo. El presidente me mira como político a quien lo confronta como un enemigo político. Y frente a nosotros no hay un enemigo político, hay una ciudadanía que reclama al político sus omisiones, sus equívocos. Yo creo que así se mueve el corazón.

–¿Por qué cree que lo critica una parte de la izquierda?

–Porque siguen leyendo con códigos muy antiguos y no han aprendido la lección de las luchas revolucionarias de Occidente. Se han matado hombres creyendo que se mataban principios y simplemente no radicaba en el mal, porque el mal no está en el hombre, sino en golpear los principios. Eso es lo que enseña Gandhi y es lo que no ha sabido leer cierta izquierda revolucionaria. Cierta izquierda que todavía cree que se puede sacar algo de la lucha, de la confrontación y de la guerra.

–Hay quien cree que pretende un puesto, una diputación, una senaduría…

–Es que no me conocen. No tengo ningún interés. Es una muestra de cómo ha permeado el utilitarismo económico. El alma de Occidente es eso: nadie puede creer en actos gratuitos, siempre se hace algo para sacar algo. Y lo que tiene este movimiento es que es hijo de la gratuidad, del dolor y del amor.

–¿No se visualiza dentro de un gobierno?

–Para nada.

–¿Dónde se visualiza?

–Como un escritor, como pueblo. Ya como poeta no, pero quiero volver a mi vida. Estoy aquí en contra de mí, en contra de todo lo que soy, de mi vocación; por un deber, por una ética, por amor.


¿Un Mesías?

Javier Sicilia camina por la calle Ocampo de Monterrey en la Caravana del Consuelo que ha recorrido 12 de los estados más violentos del país. Esta es su segunda vez en la Sultana del Norte, epicentro de la violencia que en siete meses y medio ha dejado casi 1000 muertos.

Los familiares de desaparecidos se le acercan para contarle sus historias, porque sostuvo un segundo diálogo con el procurador de justicia de Nuevo León, Adrián de la Garza, para averiguar los avances en nueve casos concretos de desaparecidos. Y comprobó que no hubo tales avances. Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos dirigido por Consuelo Morales tiene más información al respecto, que las mismas autoridades.

Sicilia escuchó a los familiares de las víctimas durante horas, se reunió con los activistas y prometió volver en agosto. La gente lo abraza, llora con él y le pide fotos.

–Lo observaba esta mañana en la manifestación. Las personas se le acercan, le quieren tocar, pareciera que quisieran comprobar si es usted real. Lo miran como un héroe. ¿Qué siente con estas muestras de admiración?

–Siento el contacto de los otros, del alma, pues. Mucho consuelo. Por otro lado, siento una especie de horror. A veces siento que más allá del consuelo están esperando de mí algo que no… o construyendo una imagen que no soy; mirando algo que pasa a través de los medios que es una especie de mitificación del personaje, cuando soy un hombre, un ser humano débil, falible, que cargo un dolor tan inmenso como muchas de esas gentes que me tocan. Lo fundamental es sentir el amor, el paso del alma a través del contacto de la carne.

–Hay un riesgo implícito: el mesianismo, particularmente por su historia con el catolicismo progresista. Usted es un lector de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila… ¿Existe el riesgo de que usted se considere una especie de Mesías?

–Para nada. Yo no me construí con la idea mesiánica. Y es parte de la tradición cristiana: me construí con la idea de la renuncia al poder, del Dios que se hace carne, que nos demuestra que la humildad, el amor, la pobreza, la debilidad son el fundamento de lo humano. Y Cristo es eso, pues.

–¿Un Cristo humanizado?

–Es el Dios que se hace hombre, que se vuelve carne, sensación, experiencia de vida humana.

–¿Y la gente que ve en usted una persona infalible?

–Se equivocan, soy un hombre falible. Un hombre, un ser humano. Tengo mis traiciones atrás, soy un hombre débil, lleno de claros oscuros.

–Son tantos los casos que usted ha visto de desaparecidos, ejecutados, torturados…. ¿La acumulación de tanto dolor a donde va?

–Hay una dialéctica extraña con el dolor y el consuelo. Así como hay mucho dolor, también hay mucho consuelo. Hay una fraternidad. Otros toman tu dolor y lo acogen, tu tomas el dolor de los otros y los acoges y abres el filtro del amor. El dolor se va suavizando. Va teniendo sentido”.



El perdón y su significado

Según Mahatma Gandhi, “la humanidad no puede librarse de la violencia, más que por medio de la no violencia” y Javier Sicilia esta convencido que lo logrará, a pesar de las críticas.

–La génesis misma del movimiento en cuanto al consuelo y el perdón, ha generado críticas severas, por la falta de resultados.

–Yo espero que Calderón pida perdón a las víctimas. Se lo volveré a pedir.

Otro gesto que no se entendió fue cuando le entregué el escapulario como símbolo de todo el dolor y el consuelo que habíamos dado. Se lo entregué porque a él le corresponde hacer justicia. La justicia es hacer sentir que pide perdón ante la falta de no haber cuidado la seguridad.

–¿Perdón para qué más? Supongamos que pide perdón… ¿Y luego? ¿La reparación del daño, la suspensión de la guerra, los 41 mil muertos?

–Es que el perdón no está reñido con la justicia. El perdón parece que borra todo. No. Uno lo sabe por el sacramento de la reconciliación. Para que se cumpla el perdón de la confesión, hay elementos fundamentales: dolor de corazón, propósito de enmienda, no volver a repetirlo y penitencia.

–¿Cuál sería la penitencia para Calderón?

–Hacer justicia. Y detener la guerra.

–Difícil…

–Necesitamos un acto de humildad, de reparación. Se ha obstinado cuatro años. No creo en la justicia vengativa. La muerte no se puede reparar, pero se puede hacer un poco de justicia.

–¿Cree que finalmente Felipe Calderón detendrá la guerra?

–Espero.

–Y si no detiene su guerra, ¿cómo se iría Calderón?

–Como el peor presidente de México.

–Existe ya la posibilidad de llevarlo a la Corte Penal Internacional.

–Algunos hablan de él como un genocida. Ya lo dirán las instancias legales. Tiene una gran responsabilidad de orden moral grave. Cuando él dijo “yo cargo con la responsabilidad moral”, no sabía lo que estaba diciendo porque si se diera cuenta lo que eso significa….

Ningún partido interesa

–Su movimiento se consolida como un referente moral de la lucha contra la impunidad. ¿Que pasará si un partido político lo quiere instrumentalizar como le pasó a la señora Wallace o al señor Martí?

–Conmigo es muy difícil. Vengo de la tradición de la renuncia al poder. Si algo tiene Cristo es que se negó al poder y si algo yo he aprendido de él es que me niego a cualquier poder. No a la autoridad.

–¿Y qué le pasó a Wallace y Martí, ambos muy cercanos al PAN?

–Yo no los juzgaría. Ellos encontraron ese camino, que no es el mío, ni de la mayor parte de los seres humanos. Han hecho camino, han hecho cosas buenas, pues. Nadie puede transformar el mundo de golpe. Es su camino. Yo lo respeto.

–¿Qué tanto se identifica usted con la izquierda?

–Me gusta mucho más la izquierda zapatista. Hay algo que me acerca a ellos. No la izquierda democrática entre comillas.

–¿Y el PRD?

–Es una forma distinta de la partidocracia. Y yo no la quiero. Quiero la ciudadanización.

–¿Y Andrés Manuel López Obrador?

–Lo estimo, lo respeto, pero no le creo tampoco. A ninguno. En la situación en la que vive el país no les creo. No son capaces de humildad, y de saber que estamos en emergencia nacional y necesitamos otra cosa. Me han tachado de antidemocrático cuando digo que necesitamos un candidato de unidad nacional, porque no hay condiciones para la vida democrática. No se si estas próximas elecciones presidenciales serán democráticas, pues.

–¿Por qué?

–Son una cortina de humo. Por eso no creo en ellos.

–¿Y Morena?

–No lo sé.

–¿Si le invitaran a participar, si invitaran al movimiento a integrarse en Morena?

–No. Yo soy un hombre de vida comunitaria, no partidista.

–Morena no es un partido, sino un movimiento que aglutina movimientos de la sociedad civil…

–Sí, pero con tendencia partidocrática. Es lo que a mí me molesta.

–A la vista de las últimas elecciones donde arrasó el PRI, ¿eso quiere decir que México tendrá a Enrique Peña Nieto de presidente?

–Pues sí. Si finalmente se convoca la reserva moral y ellos mismos se purifican y asumen sus traiciones, y depuran sus filas y hacen de la vida política una vida ética, no ganaría Peña Nieto.

–¿Quién ganaría?

–Quien tome ese camino. No es el PRD por desgracia. Hay demasiadas traiciones allí.

–¿Y Andrés Manuel López Obrador?

–Le falta humildad. Le falta humildad para dejar que se exprese otra cosa.

–¿Y el PAN?

–Está muerto. Si el presidente se abre camino pidiendo perdón, cambiando su estrategia y si su partido camina hacia ese lado, quizá.

–¿Y cómo se siente cuando le aplaude la derecha y le denosta la izquierda?

–Yo no sé si hay una derecha en México. Había una derecha europea y ya no está ahorita.

–¿Y el PAN?

–Quién sabe qué es. Liberales económicos, pero tampoco me quieren mucho.

Impunidad castrense

Las quejas contra el Ejército han aumentado 300% en los últimos años, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Durante el año pasado recibió mil 500 denuncias por violaciones a las garantías individuales durante su desempeño en labores de seguridad durante la guerra. También ha recibido denuncias contra la Armada de México por torturas y desapariciones.

–Hay dos violencias… ¿Por qué se habla más de una: la del crimen organizado? ¿Y la violencia del Estado?

–Se lo dijimos (a Calderón). Le estamos criticando el pudrimiento de las instituciones. El Estado mexicano está coptado; es decir, están coludidos. El Ejército, la Marina y las policías. No quiere decir que no haya elementos buenos, sino que los corruptos están dañando mucho esas instituciones. El Ejército está en guerra, no es una policía y entonces comete violaciones. El Ejército nomás sabe de guerra y la guerra viola garantías individuales. No pregunta, mata.

–¿Por qué no está de acuerdo en que el Ejército vuelva ya a sus cuarteles?

–Meterlo ahora sería tan loco como haberlo sacado. La pregunta es, ¿cómo lo vamos a sacar de las calles? Meterlo de golpe, como quieren ciertas agendas radicales, es tan irresponsable como haberlo sacado, como lo hizo Calderón. Hay que meterlo con inteligencia. La salida del Ejército obligó a construir paramilitares del otro lado. Los Zetas también fueron construidos por el Ejército.

–¿El paramilitarismo que ya hay en México proviene del Ejército y la Marina?

–Claro. Y están fuera. Hay que revisar como se está educando a los soldados. Estamos creando soldados o kaibiles. Los paramilitares son como kaibiles. Yo se lo dije al presidente.

–El Ejército y la Marina también torturan y desaparecen pero, paradójicamente, son las instituciones mejor valoradas…

–Sí, cuando hacen trabajos para la gente, no cuando andan en guerra y actúan contra la gente. Le dije al presidente: hay un equívoco desde el principio. Al crear una guerra, Felipe Calderón, le dio rango de ejército a los delincuentes. Eso es grave.

Indiana Jones



El acercamiento de Javier Sicilia a Felipe Calderón fue seriamente criticado por una parte de la izquierda y alabado por la derecha: “Más bien me aplaude una cosa así como de centro. No tan radical. Carreño, el caricaturista, me ha hecho unas caricaturas descarnadas, malvadas, mala leche. Y otros han sido muy crueles conmigo”, expone.

–Le ponen como Indiana Jones.

–Pues sí. Siempre me ha caído muy bien Indiana Jones. Ese sombrero se lo pedí a un amigo hace muchos años, precisamente porque siempre me ha gustado mucho Indiana Jones. Es el único que tengo y pensé, hay chance de usarlo por el sol. Indiana Jones me cae muy bien, me ha acercado siempre al niño que traigo dentro.

–¿Qué dijo?: si me tengo que parecer a alguien pues…

–Pues sí, a Indiana Jones. Además Harrison Ford es un actor que quiero mucho. Es un personaje que me gusta.

–¿No le molesta cuando le acusan de disfrazarse de Indiana Jones?

–No para nada. Me gusta mucho.

–También le criticaron todas las cosas que llevaba colgadas al cuello?

–Eran símbolos. Anda un poeta en el movimiento que aunque ya no escriba poesía no puede renunciar a su ser.

jueves, julio 21, 2011

Donde los tiempos se conjugan. El arte, la liiteratura: el rock...

El arte de los sesentas, el planeta desgajándose ante el clamor de cambios.
Primaveras y otoños donde la movilización y el grito, cambiaron el mundo.
Viernes 19:00 tienes una cita para ver al interior del espejo



Manzana Verde



En la música: Blind Faith, Buffalo Springfield, Greateful Dead,
Pink Floyd:, Yarbirds: Janis Joplin




Producción y conducción: René Zúñiga para Somosuno Radio

México no es cuartel

John M. Ackerman


Ha llegado la hora para el retiro de los militares de las calles. La situación actual ya no es sostenible, con casi 50 mil integrantes de las fuerzas armadas que se encargan de manera cotidiana de tareas de seguridad pública. Estamos en una coyuntura de abuso generalizado contra los derechos humanos y de violación flagrante a la Constitución, así como frente a un abierto fracaso en el combate a la violencia y a la delincuencia organizada. Es imperativo determinar una fecha específica y cercana para el retorno de los soldados a sus cuarteles.

En su momento, el gobierno federal justificó la estrategia de recurrir al Ejército y a la Marina como una medida temporal que supliría a las corporaciones policiacas del país mientras éstas “limpiaban” y “profesionalizaban” su personal. Pero la “medida temporal” se ha convertido en una misión permanente para “mantener la paz” en toda la República. De allí la desesperación por aprobar las reformas a la Ley de Seguridad Nacional que buscan “legalizar” las acciones que hoy violentan gravemente el mandato constitucional de que los militares únicamente puedan “ejercer funciones” que “tengan exacta conexión con la disciplina militar” (artículo 129).

Estamos por cumplir cinco años del inicio de la “guerra” de Felipe Calderón y las autoridades no cansan de informarnos que los militares deberán seguir en las calles durante por lo menos siete o 10 años más. Pero no existe ninguna garantía de que al término de este plazo no se pida una prórroga por otro periodo igual, y así sucesivamente hasta que se eternice la estrategia actual. Asimismo, cada vez más mandos militares son nombrados jefes de corporaciones policiacas y procuradurías estatales. Más que un plan de desmilitarización, hoy asistimos a un evidente proceso de profundización de la vía militar.

Recientemente han surgido voces que, si bien son críticas de la militarización, cuestionan la demanda de un retiro inmediato de las fuerzas armadas en todo el país. Señalan que encuartelar a todos los militares de golpe sería igual de irresponsable que su atropellado despliegue al principio del mandato de Calderón. También invitan a reflexionar sobre las diferencias entre diversas zonas del país, en algunas de las cuales la influencia militar supuestamente ha sido positiva, o por lo menos no tan nociva, como en Cherán, Michoacán, en comparación con otras, como Ciudad Juárez.

Estos puntos de vista son muy respetables, y hasta correctos desde un punto de vista estrictamente práctico. Sin embargo, en el plano estratégico se encuentran gravemente equivocadas. El peligro es que al suavizar la demanda social quedemos presos del juego de Calderón, que busca presentar a las fuerzas armadas como la única solución frente a la barbarie y el desmoronamiento institucional.

Hoy la sociedad no puede darse el lujo de solamente exigir la “desmilitarización” en abstracto. Un reclamo de esta naturaleza será fácilmente asimilado por el gobierno, que aplazará artificialmente el retiro de las fuerzas armadas, tal y como ya está ocurriendo. Si la ciudadanía quiere tener la posibilidad de incidir realmente en las políticas gubernamentales tiene que retomar el grito histórico del movimiento de solidaridad con Chiapas en 1994 (“Chiapas, Chiapas no es cuartel. Fuera Ejército de él”) y aplicarlo al resto del país.

Las fuerzas armadas hoy han llegado a ser más parte del problema que de la solución. Si bien puede ser cierto que en algunas partes del país su llegada ha llenado un gran vacío generado por la corrupción y la inefectividad de las instituciones y autoridades locales, su permanencia en esta función garantiza que los problemas de fondo, por ejemplo la profesionalizacion de la fuerza pública o la atención a la juventud, no se resuelvan en el corto plazo. Con el pretexto de tener supuestamente “controlado” el tema con hombres uniformados y fuertemente armados que patrullan las calles, ya no existe la misma presión social o compromiso institucional para atender la problemática de raíz.

Asimismo, las fuerzas armadas de ninguna manera escapan a la corrupción y no están capacitadas para realizar tareas de seguridad pública. Tarde o temprano los militares caerán presos de las mismas prácticas de complicidad e inefectividad de los policías. La utilización política del Ejército en el caso de la detención de Jorge Hank Rhon y las miles de denuncias de violaciones a los derechos humanos por militares son ejemplos claros de ello. Las protecciones garantizadas por el fuero militar, asunto todavía no resuelto aún con los nuevos criterios de la Suprema Corte, también ayudan a propiciar este escenario al garantizar la impunidad de los delitos cometidos contra civiles.

Lo realmente grave es que a la postre el despliegue permanente de los soldados podría desembocar en la pérdida de confianza de la sociedad entera en la institución militar. Así, la ciudadanía se encontraría en una verdadera situación límite, ya que ahora sí tendría que exigir el retiro inmediato de las fuerzas militares sin que existiera ninguna otra fuerza disponible para reemplazarlas.

Actuemos y exijamos ahora, antes de que sea demasiado tarde. En lugar de buscar vías para la “legalización” de la violación permanente a la Constitución con la aprobación de una nueva Ley de Seguridad Nacional durante un periodo extraordinario legislativo, el gobierno federal y el Congreso de la Unión deberían fijar de una vez por todas una fecha específica y un plan detallado para el retiro de las topas de nuestras calles, pueblos y hogares antes de las elecciones de 2012.


Twitter: @JohnMAckerman

miércoles, julio 20, 2011

Hoy en Somosuno Radio, Haciendo Camino ....miércoles de música y poesía

Transmitiendo desde Monterrey, N. L. para México y el mundo a través de www.somosunoradio.org , te invitamos a un programa que explora lo mejor de la musica tradicional y trova.




Acompañanos a las 7:00 pm. En la musica: Alejandro Filio, Raul Ornelas, Fernando Delgadillo, Edgar Oceranski y mas. No te lo pierdas

lunes, julio 18, 2011

La Corte y los derechos humanos

Miguel Ángel Granados Chapa

Víctimas de violencia perpetrada por militares, la justicia unirá, con 37 años de diferencia, los nombres de Rosendo Radilla Pacheco y Jethro Ramsés Sánchez Santana. En virtud de una sentencia internacional relativa a aquel ciudadano hecho desaparecer el 25 de agosto de 1974, un juez ordinario, y no uno del fuero castrense, deberá juzgar a quienes torturaron y privaron de la vida al segundo, desaparecido en Cuernavaca el 1o. de mayo de este año.

La Secretaría de la Defensa Nacional reconoció el 5 de julio que dos oficiales subalternos fueron detenidos por órdenes de la Procuraduría de Justicia Militar acusados del homicidio de Jethro Ramsés y por tortura de su primo Horacio Hernández Demesa. Los miembros del Ejército fueron consignados al juez quinto militar para ser juzgados conforme al código de justicia correspondiente por "delitos de violencia contra las personas". Ese juzgador, sin embargo, deberá excusarse y remitir el caso a un juez penal de Morelos como primer efecto de las trascendentales decisiones consumadas el pasado martes, 12 de julio, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una de ellas consiste en restringir el alcance del fuero militar a sus términos constitucionales, a fin de que los miembros de las Fuerzas Armadas a quienes se imputen delitos contra civiles y en que resulten lesionados derechos humanos sean llevados a la justicia ordinaria, no a los tribunales castrenses.

Esa determinación de la Corte fue adoptada al concluir el estudio del modo en que ese tribunal cumplirá la parte que le corresponde entre las obligaciones fijadas al Estado mexicano por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José de Costa Rica. No se trataba de establecer si la Corte mexicana acataría la resolución del tribunal internacional sino los términos en que lo haría. Al hacerlo, concluyó, al menos en este caso, la renuencia de los poderes mexicanos ante sentencias de la Corte Interamericana, que tienen carácter imperativo. Con ello, el máximo tribunal mexicano perdió en algún sentido la primera parte de su denominación. Frente a la de San José, ya no es corte suprema, sino que está sometida a ese órgano judicial interamericano. Como quedó claro en el abordamiento de este caso, ni siquiera puede interpretar los términos de la sentencia internacional, sino cumplirlos llanamente.

La desaparición de Rosendo Radilla -un militante al que se acusó de participar en la insurrección armada guerrerense encabezada por Lucio Cabañas- quedó impune mientras su caso permaneció en la jurisdicción mexicana. Como ocurrió con cientos o miles quizá de víctimas de la Guerra Sucia, la desaparición de Radilla no fue objeto de denuncia ni de trámite judicial ninguno, cerradas como estaban las instancias jurídicas formales en el momento de la comisión de los delitos, en el gobierno de Luis Echeverría, y también en los tres lustros siguientes. Fue sólo hasta el 15 de noviembre de 2001 cuando la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, así como la asociación de familiares de desaparecidos a que pertenecían sus deudos denunciaron al Estado mexicano por aquel suceso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Este organismo de la OEA, con sede en Washington, emitió a partir de entonces varias recomendaciones que fueron desatendidas por su destinatario. Por ello, el 15 de marzo de 2008 la Comisión turnó el caso ante la Corte Interamericana, que el 23 de noviembre de 2009 emitió sentencia condenatoria contra el Estado mexicano, que incluye no sólo medidas de reparación del daño en el caso específico, sino resoluciones obligatorias que vinculan a los tres poderes respecto de la vigencia de los derechos humanos en México. A partir de la notificación de la sentencia, el 9 de febrero del año pasado, se inició el tortuoso proceso de su aplicación. Por lo que toca al Poder Judicial, el 26 de mayo de ese año el ministro presidente -todavía Guillermo I. Ortiz Mayagoitia- sometió a consulta el modo en que ese tribunal acataría la sentencia de San José. El 7 de septiembre siguiente el pleno resolvió la consulta y ordenó que se determinara la participación del Poder Judicial en el caso. Un primer acercamiento a esa determinación, realizado por el ministro José Ramón Cossío, fue desestimado por el pleno, que encargó una nueva ponencia a la ministra Margarita Luna Ramos, misma que fue sometida a discusión el 5, 7 y 12 de julio pasado.

En el entretanto, cobró vigencia la reforma constitucional en materia de derechos humanos, que ordena a toda autoridad proteger con la mayor amplitud posible los derechos humanos. En el nuevo marco constitucional, y conforme a la indiscutible sentencia, la Corte determinó que todos los jueces, y no únicamente los federales y menos aún sólo la Corte, deben practicar el control de convencionalidad. Es decir, corresponde a los juzgadores cotejar si la aplicación de una norma es congruente con la Convención Americana de Derechos Humanos y otros tratados internacionales sobre la materia, y establecer en consecuencia si las leyes en cuestión son inaplicables.

Igualmente se determinó restringir el alcance del fuero militar. Por unanimidad de 10 votos (la ponente Margarita Luna Ramos estaba ausente, invitada a una celebración del tribunal constitucional de Indonesia) se decidió "que todos los jueces del Estado mexicano deben replicar (sic, por aplicar o reproducir) en casos futuros el criterio de restricción del fuero militar en cumplimiento de la sentencia del caso Radilla Pacheco y en aplicación del artículo 1 constitucional". (Está en boga emplear el verbo replicar como reproducir, copiar. Juristas eminentes como los ministros de la Corte no pueden incurrir en ese error, sobre todo porque una figura procesal, la réplica tiene un sentido preciso).

Inmediatamente después de concluida la sesión del pleno el martes pasado, las secretarías de Gobernación, de Marina y de la Defensa Nacional emitieron un comunicado conjunto sobre lo que llamaron "el criterio orientador" del máximo tribunal con el que "se precisa el alcance de la jurisdicción militar para los casos en que elementos de las Fuerzas Armadas se vean involucrados en presuntas violaciones a los derechos humanos". En esa comunicación se repite varias veces la fórmula "criterio orientador" o su plural. Es un error llamarlos así. Los criterios de la sentencia de la Corte Interamericana son obligatorios, vinculantes de los poderes del Estado mexicano, que es la instancia condenada en el caso Radilla. Subraya esa confusión, o esa interpretación impropia, el afirmar con sintaxis defectuosa que "respetuoso del equilibrio de entre los tres poderes de la Unión, el gobierno federal reitera su respeto a los criterios orientadores formulados por el máximo tribunal para los órganos jurisdiccionales del país". Si fueron criterios orientadores los determinados por la Corte mexicana, es decir si admitieran discrecionalidad de los juzgadores, no se cumpliría la sentencia del caso Radilla. Son criterios obligatorios, e incurrirá en responsabilidad quien no se atenga a ellos.

La tarjeta informativa con que la Corte sintetizó los resultados de las sesiones dedicadas al tema por el pleno concluye afirmando que "para dar efectividad al cumplimiento de la sentencia, en aplicación del artículo 1 constitucional, por unanimidad de diez votos se resolvió que la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá reasumir su competencia originaria en relación a casos concretos existentes y a futuro, en materia de desaparición forzada". Hemos de esperar a que se publique, una vez engrosada, la determinación de ese tribunal, para conocer los términos de que derivó esa parte de sus decisiones. Por lo pronto, es congruente que la Corte habla de la desaparición forzada cuando que fue ese delito (no tipificado en la legislación mexicana entonces) el que se cometió en agravio de Rosendo Radilla.

Su caso, el de su detención por una autoridad castrense que no lo somete al Ministerio Público para determinar si se ejerce en su contra acción penal, sino que se priva de la vida o se le oculta por quién sabe cuánto tiempo, se ha reproducido (no replicado) por cientos a partir de 1974, y de seguro fue también practicado antes de esa fecha. Es hora de poner fin a esa infame manera de someter a personas, militantes o no de una idea.

domingo, julio 17, 2011

Campaña contra la trata de personas "Yo no estoy en venta"

El ¡no!, es ¡no!


María Elena Padilla

Monterrey.- Un día fui a la librería Universitaria y pregunté por el libro La Puta de Babilonia, de Fernando Vallejo. La chica frente a la computadora volteó a verme con cara de no estar segura de haber oído bien: ¿cómo me dijo que se llama el libro? Le repetí los nombres, del libro y del autor; voltea buscando ayuda, apoyo, a su compañera de escritorio a la cual, ya cerca, le dice en voz bajitita: “el libro La puta de Babilonia”. Reconocí el peso de la palabra.

Luego recordé que, cuando éramos jóvenes, nuestros padres, especialmente la madre, no solían decir “maldiciones” o “malas palabras” frente a sus vástagos (particularmente si eran mujeres) y cuando lo hacía el padre, la madre le reconvenía (aunque fuera con la mirada). Así que a muchas se nos soltó la lengua ya creciditas. Y no es que nos salgan sapos y culebras de la boca, pero ya no nos sentimos culpables cuando nos brota un ¡chingado! cuando algo sale mal, o cuando comentamos que alguien es un(a) cabrón(a), si se ha portado como tal. Sin embargo, la palabra puta, por su carga de valoración moral, por su connotación sexual, sigue siendo una expresión condenatoria que ofende a much@s.


foto marcha 2Lo anterior viene al caso por La Marcha de las Putas, llevada a cabo en Monterrey, el 10 de julio. Un evento convocado por jóvenes a través de la Red y organizado luego ya de forma presencial por miembros de diversos grupos. Esta marcha es una réplica de la organizada originalmente por jóvenes en Toronto, a raíz de que un oficial de policía de la ciudad, aún reconociendo que su comentario se consideraría inapropiado, aconseja a las mujeres no vestir como putas para evitar ser víctimas de violencia sexual; esto lo hace en la Universidad de York, ante ojos y oídos atónitos de los concurrentes. En respuesta, hombres y mujeres salen a la calle reivindicando el derecho de las mujeres a vestir como se les dé la gana sin que eso signifique otorgar permiso para acoso o agresión sexual. De hecho las chicas deciden vestirse provocativamente y autodenominarse igual que el calificativo endilgado por el policía.

Por supuesto que en la civilizada y políticamente correcta Toronto el hecho tuvo consecuencias además de inaugurar una serie de marchas a lo largo y ancho del planeta, pues el policía responsable, Michael Sanguinetti, se vio obligado a pedir disculpas públicas y asumirse avergonzado por su desafortunada declaración. En México ha habido no pocas expresiones similares de parte de funcionarios, políticos y representantes de la iglesia, los cuales señalan igualmente a la víctima de un delito sexual como responsable de incitar al agresor, pero a diferencia de la ciudad canadiense, aquí nadie se ha visto forzado a desdecirse o a mostrarse apesadumbrado por la pifia y el agravio.

En Monterrey, entre doscientos y trescientos asistentes, la inmensa mayoría jóvenes, festivos caminaron por el centro de la ciudad con consignas frescas pero precisas: “No es No”, que encabezaba la convocatoria para significar que cuando se dice No, se debe entender la negativa sin pensar que la otra se está haciendo la interesante, poniendo difícil, provocando o fingiendo; “yo escojo a quien me cojo”;“el machismo mata”; “la falda cortita no me hace facilita”; “porque soy mujer exijo mis putos derechos”; “machete al machote”, o como dijo una de las participantes al final de la marcha: puedo ser puta, pero no soy tu puta.

El cometido de denuncia de agresiones verbales, físicas y sexuales así como discriminación por motivo de género y/o apariencia corporal terminó de cumplirse con la participación de compañer@s procedentes de diferentes grupos convocantes en donde se expuso el acoso policíaco hacia grupos vulnerables (LGBTTT) y se cuestionó el rol de la reproducción social de estereotipos producto de una sociedad con cultura machista y patriarcal.

Durante la marcha, del otro lado de la calle estaban los observadores casuales y efímeros: buena parte de ellos comprendiendo escasamente el significado de lo que pasaba frente a sus ojos. Esperamos que se hayan llevado de tarea entender, comentar, reflexionar sobre lo que vieron y oyeron.

Tomar con coraje la palabra que es lanzada como dardo hiriente y transformarla en arma defensiva demuestra decisión e inteligencia; revelar la ideología que le subyace y la alimenta es un paso hacia adelante; descubrir al sistema dominante y opresor que se sustenta en una cultura de discriminación y desprecio hacia amplios sectores de la población, eso resulta vital.

Bravo por quienes se dieron el tiempo para compartir el espacio, la denuncia, la reflexión en esta ocasión. Seguro que no será la última vez que haya oportunidad de hacerlo.

sábado, julio 09, 2011

La unidad de la izquierda: remontando retos

Lecciones del 3 de julio de 2011

José Antonio Trujeque

Somos Uno Radio.

Las elecciones del domingo 3 de julio del 2011 en el estado de México pueden ser interpretadas desde distintas problemáticas. Por lo pronto, nos gustaría centrar la mirada en lo que se refiere a las significaciones de la candidatura de Alejandro Encinas, pues implica algunos aspectos clave para la izquierda institucional con vistas a la elección presidencial del año entrante.

Primera cuestión: para nadie algo avisado en el eventual regreso del diplodoco priísta de la mano de Peña Nieto, fue una sorpresa el que la elección mexiquense era para el sistema priísta una prueba del todo o nada. Se tratara de quien se tratara como candidato de la izquierda, aún antes de la designación de Encinas, la instrucción estaba dada con claridad meridiana: ir por el carro completo y dar la apariencia de una restauración completa de los tiempos del “invencible partidazo”, el PRI.

Entonces conviene colocar en esta perspectiva, en el diseño y en la puesta en escena de una elección de Estado, a la candidatura que resultara de la izquierda. Ya fuera Yeidckol Polevnski, o algún otro personaje, para el PRI peñanietista era lo de menos. De lo que se trataba era de mostrar una voluntad política de que, ya no en el registro del “haiga sido como haiga sido”, sino del “ganaremos y háganle ustedes los opositores como quieran”, el PRI y su sistema vienen no a ganar en buena lid democrática, sino a avasallar a sus oponentes.

Pero analicemos el factor “Alejandro Encinas” y el proceso asociado a su candidatura. El dato que no hay que perder de vista es que Encinas arrancó la campaña teniendo una muy magra intención del voto de apenas el 12 por ciento, hace apenas tres meses, a comienzos de abril. Y a pesar de la campaña de Estado desplegada por el PRI (en la que participaron desde los funcionarios del Instituto Electoral del Estado de México, los “promotores del voto” que ofrecen billetes, camisetas, dádivas en especie, presidentes municipales priístas que hicieron lo que les tocó al colocar a personeros de PRI como funcionarios de casilla y de sección electoral bajo la apariencia de haber sido “insaculados”.
Vaya, hasta policías que con todo y patrulla se dieron cita en domicilios particulares para “acarrear” votantes), a pesar pues de toda esa campaña manejada como asunto de Estado, la candidatura de Encinas logró remontar al doble.
Un factor está, desde luego, asociado a la personalidad y a las innegables capacidades políticas de Encinas.

Más allá de su arrastre personal, hay que considerar que la unidad de las izquierdas fue, sin duda, el factor de mayor peso para remontar el bajo nivel de intención del voto. Este hecho nos habla de que hay un sector muy importante del electorado capaz de decidir y de movilizarse en función de un proyecto de alternativa político-social distinto al del PRI y al de la derecha panista, a condición de que las partidocracias dejen de lado sus grillas y politiquerías sectarias, y den señales claras de escuchar a ese electorado que solicita unidad. Unidad más allá de mezquindades de ocasión y de grupúsculo.

Tomemos en cuenta que el ambiente de nuestro país se encuentra herido, desde hace tiempo y más en los tiempos que corren, por tanto escándalo, por tanta muerte absurda, por tanta exhibición de interés de tribu o de secta: de ahí que la “unidad” sea, más que una palabra, una actitud bañada con el sentido ético de saber escuchar y de ser sensibles ante lo que los electores de a pie reclaman. Acaso la nota más fresca, emocionante y generosa que tuvo la campaña de Alejandro Encinas, fue la de haber reconstituido la unidad de las izquierdas. A riesgo de parecer reiterativo, pero es que este hecho estuvo en el centro de la campaña y en desempeño encinista: si las izquierdas son capaces de trascender sus problemas, divisiones, enconos y entonces dedicarse a trabajar por el bien de todos, entonces con ese sólo hecho se muestra un mensaje de compromiso y de congruencia efectivas, y que, sin duda, fue escuchado y asumido por crecientes franjas de ciudadanos mexiquenses.

Queda la impresión de que en condiciones de equidad (cosa que sigue sin existir en el vocabulario del priísmo y sus subculturas del aplastamiento) la remontada de Encinas pudo haber sido aún más fuerte. Y queda también la impresión de que la unidad de las izquierdas fue un plato que se cocinó y se coció al cuarto para las doce: de haberse dado antes, es muy probable que las distancias en el número de votos no hubiera sido del calibre como lo fueron: tres a uno a favor de Avila.

Por otro lado, tampoco hay qué reducir al proceso unitario de las izquierdas en los marcos de la buena voluntad de las partidocracias. Faltó tiempo para acercar la candidatura encinista a ese conjunto de movimientos sociales existentes en sindicatos, barrios, pueblos. Con lo cual vuelve a aparecer el problema de fondo: en tanto los jefes de las partidocracias estén enganchándose en sus disputas internas, afuera de los espacios de esas sus broncas internas hay organizaciones y ciudadanos que le hacen como pueden para luchar contra las injusticias de las que son objeto. El resultado de esa división está a la vista: pierden todos ellos, y ganan los charros sindicales, los líderes corruptos de las colonias y pueblos. Gana, en suma, la maquinaria electoral del priísmo duro.

La “unidad”, por lo tanto, no hay que focalizarla ni reducirla a sus aspectos de entendimiento entre las cúpulas de las burocracias partidistas. La unidad que vigoriza y vivifica a un buen proyecto de izquierda (como lo es el de Alejandro Encinas), se refiere también y sobre todo a su acercamiento y a su entendimiento con esas franjas sociales movilizadas y que llevan a cabo sus procesos de resistencia por afuera de la lógica partidista-electoral. Si este enganche no se da, vaya que los personeros y actores de las subculturas priístas de la clientelización y de la corporativización de necesidades tienen una ancha avenida por donde prosperar. Y vencer.

Una de las lecciones de la brillante campaña encinista en el estado de México tiene qué ver, entonces, con el reto de lograr procesos unitarios entre las corrientes y grupos ya constituidos, pero divididos (algunos más que otros), de la izquierda real. Y sobre todo, con el reto de construir procesos de acercamiento y de entendimiento con esa amplísima miríada de movimientos sociales que se manifiestan en el país.

Los dos escollos principales para llegar a esos procesos unitarios se encuentran, por lo que toca a la izquierda, uno de ellos “arriba”, es decir, en el nivel de las jefaturas y jerarquías buropolíticas: por si no les ha quedado clara la lección de la campaña encinista, si no se deciden a escuchar a la gente para quien la “unidad” no es una palabreja vacía de sentido, sino una muestra práctica de ponerse a trabajar por el bien de todos (dejando aunque sea entre paréntesis las caudas de desencuentros, malentendidos, y por qué no decirlo, alguno que otro golpe trapero), seguirán mostrando que su apuesta no es por el país, ni mucho menos por la propia izquierda, sino por intereses de secta y de grupúsculo cerrado en sí mismo.

El otro escollo se manifiesta “abajo”, en actitudes, mentalidades y prácticas hegemonistas del tipo “nosotros representamos la verdad histórica” de suerte que “quienes no comulguen con nosotros, o son vendidos, o son traidores, o son los tontos útiles del sistema”. Esta posición excluyente y que tiende al autoconvencimiento de que “si no es con nosotros, el diluvio”, se ha manifestado en tomas de posición de abierto rechazo, si no es que de desprecio, ninguneo, hasta llegar a posiciones abiertamente beligerantes hacia el movimiento por la paz y la justicia encabezado, entre otros, por Javier Sicilia.

En ambos casos, ya sea por la soberbia de la buropolítica de las tribus, ya sea por la altanería de sentirse los depositarios de la verdad, el resultado es la fragmentación y el cultivo de malentendidos y crispaciones. Entre estos dos extremos, cabe abrirle espacios a la política en ese sentido noble, generoso, democrático pues, de la cultura de izquierda: ponerse del lado de los vejados, de los olvidados, de las víctimas de injusticias, y en el sentido asertivo de construir modos de pensamiento y actitudes centrados en la igualdad, la dignidad, la libertad.

De otra manera, el dinosaurio autoritario que se está asomando, acabará por lograr su cometido: dar un salto hacia atrás hacia las épocas de la cárcel de las conciencias y la paz de los sepulcros, debidamente regados con el agua de la dominación corporativa y de la entrega, incesante, de privilegios para los privilegiados.

A costa de que al país se lo lleve el diablo.

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El destino del país no se acaba con la elección mexiquense de antier. Procesos políticos más complejos ha habido en el país, y la voluntad de los actores del cambio no se ha detenido.