domingo, diciembre 27, 2009

Inconmensurable Reyes

Ruta Norte Laguna

La palabra inconmensurable da idea de lo que significa: en sí misma parece una palabra inconmensurable, es decir, inmedible, así que colocada a un ser humano parece hiperbólica. No digo nada nuevo si se la aplico a Alfonso Reyes Ochoa, quien murió un día como hoy, 27 de diciembre, pero de 1959. Cumplimos, pues, medio siglo sin Reyes, lo que es parcialmente cierto, pues si algún mexicano de su data ha sobrevivido de alguna forma, en este caso la editorial, es él, un escritor redondo e inabarcable.

En su poema “In memoriam AR”, publicado en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 21 de febrero de 1960, casi dos meses después de la muerte de Reyes, Borges hace, más que un elogio, un panegírico al admirado amigo mexicano con el que alguna vez trabó amistad. Reyes fue, para el argentino, un escritor circular, cabal. Cierto. A estas alturas podemos saber y comprobar que habrá mejores historiadores, narradores, diplomáticos, poetas, ensayistas, traductores y demás, pero difícilmente hay alguien que conjugue esos saberes, y otros muchos, como lo hizo Reyes. Era un hombre de intereses ecuménicos, una especie de humanista del Renacimiento que, como dicen, por “azares del destino” nació en el polvo del norte mexicano.

Le tocó vivir una niñez alegre en la casona de Bernardo Reyes, su padre, gobernador de Nuevo León. Entre precoces lecturas y cordialidad, todo caminó relativamente bien hasta que, saltados sus veinte años, su padre murió el 9 de febrero de 1913 en uno de los muchos episodios sangrientos de la decena trágica. Lo que viene para Alfonso Reyes luego de ese latigazo en su sensible biografía es la lenta y civilizada digestión del hecho infausto: pone tierra de por medio y comienza un largo peregrinar que durante más de dos décadas lo lleva a trabajar en Francia, España, Brasil y Argentina, lugares donde ejerce de todo lo posible: diplomático, periodista, investigador literario, escritor… Ese lejano trajinar no lo desprende de México, pues además de los demasiados asuntos oficiales que debía de atender, su cabeza está puesta permanentemente en la mejoría del semibárbaro país al que representaba. A la vera de su trabajo en las embajadas mexicanas, sus publicaciones siguen un derrotero múltiple: son numerosas y aparecen donde se puede, aquí y allá, en cualquier parte, a veces bien cuidadas, a veces no.

Reyes vuelve a México al cerrar la década de los treinta. Para entonces, su espíritu ha logrado desvanecer la piedra de la desolación que se formó abruptamente en su interior tras la absurda muerte de su padre. Reinstalado en su patria, Reyes tendrá veinte años para afinar lo mejor de su trabajo: forma instituciones, dialoga con jóvenes, participa un tanto forzadamente en debates públicos, investiga, publica muchísimo, lee y relee, organiza con toda conciencia su oceánica obra completa y le toca ver, a mediados de los cincuenta, que el Fondo de Cultura Económica comienza a publicarla en gruesos tomos. Además de los que aparecen para la venta masiva, el FCE le cumple una especie de capricho: saca algunos de los tomos en edición de lujo, impresos en papel fino, intonsos, para coleccionistas, en tiraje cortísimo de 104 ejemplares firmados por el autor. Reyes alcanzó a firmar los 104 ejemplares de los primeros cinco o seis volúmenes, y por extraño que parezca, dos juegos casi completos de esa serie llegaron a Torreón y aquí compré una, de suerte que, pagados casi a nada, tengo tres tomos con la firma del regiomontano. Contaré la anécdota con detalle en otra ocasión; sólo adelanto que esa incursión bibliográfica ocurrió hace casi veinte años y la compartí con Gerardo García Muñoz, quien se hizo de la otra colección disponible de milagro en La Laguna.

Además de elogios más que bien merecidos, a la figura de Reyes le han lanzado también venablos. Los más grandes (Borges, Cortázar, Paz, Fuentes, Pitol y con alguna apostilla Vargas Llosa, entre otros) lo aplaudieron y celebraron sobre todo la policromía de sus intereses y la esplendidez de su prosa, la mejor escrita, para algunos, en el ámbito de nuestra lengua. Los dardos, empero, no le faltaron ni le faltan todavía. Que no se comprometió, como si comprometerse con la escritura de miles de inteligentes páginas no fuera un compromiso. Que no era apasionado, como si apasionarse por la cultura universal no fuera suficiente pasión (“Erasmo mexicano”, lo llamó Cortázar). Que dejó una obra llena de pedacería, como si El deslinde o La antigua retórica o La crítica en la edad ateniense o Trayectoria de Goethe o Cuestiones gongorinas no fueran libros perfectamente bien articulados y compactos, orgánicos, escritos con ese estilo generosamente fresco, con aroma siempre a nuevo, de todas las muchisísimas páginas que urdió.

Ante una obra así de rica (más de 25 volúmenes y contando), los accesos a Reyes son múltiples. Se me ocurre ahora que antes de leerlo es oportuna una especie de “Introducción a Reyes”. La mejor que conozco es Alfonso Reyes, caballero de la voz errante (UANL, cuarta reimpresión revisada y ampliada, 2007), de Adolfo Castañón. Pero como sea, con o sin preámbulo, Reyes sigue siendo, a cincuenta años justos de su muerte, un ejemplo de fe en el pensamiento y el poder de la palabra.

Al Basurero de la Historia

viernes, diciembre 25, 2009

Happy Christmas (War Is Over) if you want it

Les deseo felicidades en este fin de año y compromiso para con nuestros semejantes, quienes esperan nuestra contribucion para que otro mundo sea posible.

Un abrazo a todos y todas, hombres y mujeres de buena voluntad.

Cancion Para Construir una Casa

PATRICIO MANNS

Tantito antes de nacer
De un sollozo de mi madre
Mi padre perdió la tierra
Y tuvo que arar el aire

Tantito antes de nacer
De un suspiro de mi mama
Mi padre perdió su techo
Y anduvo de rama en rama

Y como el camino es polvo
Que morirá sin sembrados
Lo echaron sobre su rumbo
Y lo caminó silbando
Con un silbido de sombras
Que iba los sueños arreando

Tantito antes de crecer
Mi padre se fue a lo oscuro
Me dijo casi al morir
Con una voz de susurro:

"Tantito has de trabajar
De la noche a la mañana
Con doce tablas de pino
Cuatro vigas cepilladas
Y en la boca ardiendo un silbo
Temprano como una brasa
Para guardar tus amores
Y darles sombra en la casa
Que yo no tuve contigo
Porque nunca tuve nada"

La casa que levanté
Para que vivas en ella
Cerró sus tablas en torno
Del brasero de una estrella
Y rubia paja de trigo
Larguita como tu pelo
Te traje desde los campos
Para hacer nido en el suelo

Esta casa que es tu casa
Casa de todos los nuestros
Fue terminada de noche
Con clavos y con luceros
Sobre un pedazo de tierra
Que siempre fue campo ajeno

Mensaje de Navidad 2000 de AMLO


domingo, diciembre 20, 2009

YO HE HECHO UN ABORTO

Coral Aguirre

Siempre tengo en cuenta la hipótesis de Humberto Eco, a propósito de la comedia, aquella parte de la Poética de Aristóteles que a pesar de las referencias específicas del filósofo griego respecto de su existencia nunca llegó a nosotros. En El nombre de la Rosa, Eco hace una consideración genial, según él, la ortodoxia católica la hizo desaparecer adrede. Reírse es demasiado peligroso. Gozar también, al parecer.

Del mismo modo en que la Fundación Rockefeller en el siglo pasado retiró los dineros para lo que sería la tercera investigación sobre la sexualidad, la cual había comenzado con el Informe Kinsey y que debía ahora enfocarse a la cuestión homosexual, toda premisa, acción, debate, o lo que fuere, que asuma con madurez la exploración y análisis de nuestras prácticas sexuales, se ve acotada por normas, valores, principios, regímenes que poco tienen que ver con los procesos humanos marcados por tiempos, geografías, historias, culturas.

En la civilización occidental en general, en nuestros países en forma específica, la Iglesia ha plantado el orden y la ley tanto de la mano de los regímenes democráticos como dictatoriales, siempre que en ellos se manifieste su tutelaje moral. De modo que en forma puntual y exacerbada las generaciones han aprendido y todavía aprenden que el Mal, así con mayúscula, reside en la cama. El hombre puede salir y matar, puede inventar las máquinas más atroces para la exterminación sistemática de pueblos enteros. El papa Pío XII, podrá ser cómplice del nazismo. No importa, lo que es insoportable es que el ser humano condenado a este valle de lágrimas donde es lícito que etnias, comunidades, grupos de niños, de adultos, de ancianos, de cualquier sexo desaparezcan en un santiamén o por la lenta erosión del hambre y la sed, lo que es insoportable repito, es que puedan reír y gozar sin que en ello no resida ningún deber ni ningún mandato apostólico y romano.

Y aquí viene la cuestión del aborto. Cómo diablos va a ser lícito abortar, si desde los tiempos de los padres de la Iglesia el sexo es malo y cuando se lo practica debe tener un sentido profundamente “cristiano”. Los sacerdotes les enseñaban a las mujeres de la Edad Media la responsabilidad que les iba en el acto de ofrecerse al esposo. Debía ser sólo de manera muy esporádica y para concebir. Practicar el sexo durante el embarazo podía ser terrible, tanto cuanto la mujer ya estaba preñada. Pero no era sólo eso, también se la domesticaba para ser ajena al goce del marido y abrirse de piernas únicamente para su servicio, que no por el suyo propio. Tradición que alcanzó hasta los albores del siglo XX.

Aunque los ríos fluyan con nuevas aguas, los tiempos cambien, el mundo sea otro y todos los lugares comunes que queramos enumerar, en pleno siglo XXI si cualquiera de nosotras decide abortar, ¿adónde va a parar la moral cristiana? Se ha hecho el amor y se ha gozado impunemente. El cuerpo vendría ser así de propiedad personal. Sobre todo el cuerpo femenino que en las vueltas del proceso civilizatorio resultaría que tiene dueña. Qué escándalo.

Creo que a la Iglesia le parecería más benigno si los hombres tomaran cartas en el asunto, y que ellos sí legislaran sobre sus cuerpos. ¿Pero la mujer? Por Dios. Eva vivita y coleando otra vez con su manzana en la mano y la risa por todos los poros. Sin consecuencias. Sin nada que la limite, le ponga freno, la alcance. Esa mujer prohibida para el cuerpo legislativo, judicial y ejecutivo de la Iglesia patriarcal.

Para mí no viene al caso que las mujeres y los hombres argumenten el número de mujeres muertas por prácticas abortivas no legalizadas, para dejar sus conciencias en paz. Eso me parece una razón importante. También justa. Pero está ocultando la verdadera dimensión de nuestra responsabilidad. Se pone por delante la necesidad de una moral profiláctica. La moral y la ética no son profilácticas, no son nada. Son ellas en sí mismas.

Si no hay aborto, se legitima el acto sexual porque la semilla es el resultado del deber ser cristiano. Si lo hay, uuuy si lo hay, el coito es entonces la expresión pura de un goce, del erotismo, del placer. ¿Acaso cuando la Iglesia reniega de las relaciones homosexuales los argumentos no son exactamente los mismos que para los heterosexuales? La relación estéril, la lubricidad del hecho, la ilegitimidad amorosa por no desembocar en lo que se hace para consagrar la vida, no para gozarla.

En 1969 se organiza en Francia el Movimiento de Liberación de la Mujer con vistas a defender la legislación femenina sobre el aborto entre otros puntos. En 1971 este movimiento junto a grupos del mismo carácter y teniendo a la cabeza a Simone de Beauvoir lanzan un manifiesto redactado por la misma Beauvoir, el cual se publica el 5 de abril en el Nouvel Observateur, con la firma de 343 mujeres entre las cuales Catherine Deneuve, Jacqueline Audry, Marguerite Duras, Francoise Sagan, Simone Signoret entre otras, quedando para la posteridad como el Manifiesto de las 343. La consigna del mismo era Yo he hecho un aborto y debajo iban todas las firmas. No se trataba naturalmente que todas ellas hubieran hecho un aborto sino que era simbólico.

En 1973 un grupo de médicos entre los cuales se encontraba un premio Nobel y muchos científicos importantes, firmó otro que se llamó el Manifiesto de los 331. En franca alusión al primero que había sacudido a la opinión pública, su consigna era Nosotros hemos practicado y practicamos abortos. Finalmente y después de tanta lucha, un país ortodoxo y conservador como Francia hubo de ceder.

Un párrafo aparte merece la cuestión de si un aborto es un crimen o no. Vaya criterio. El ser humano se ha enseñoreado de la naturaleza, ha hecho con ella un camino de milagros, devastaciones, horrores y formidables avances. Sólo los indígenas, la gente de la tierra, y los animales, no la han depredado. La civilización ha ejercido y ejerce su dictadura inapelable. Para bien y para mal. Si acabar con una semilla que no es árbol, ni flor, sino la posibilidad de llegar a serlo, y alterar el supuesto principio divino que ella contiene, nos condena, el mal se ha instalado en nuestro mundo mucho antes de cualquier legislación sobre el aborto. Habría que comenzar de nuevo, escribir las nuevas leyes, ejercer los nuevos mandamientos y que estos fueran iguales para todos. Pero esta más que una utopía es una absurda y fantástica ficción.

Es el tiempo, ahora, aquí, en que las mujeres sin coartadas y sin justificativos que tienden más a mostrar debilidades que certezas, estemos dispuestas a hacernos cargo con responsabilidad de nuestra autonomía psíquica, física y emocional. YO HE HECHO UN ABORTO, me parece una buena consigna, valiente y llana


Dios y los hombres debieran ser más generosos con nuestra vida.

sábado, diciembre 19, 2009

¿Quién le teme a Carmen Aristegui?


Lydia Cacho

Cuando Carmen Aristegui estaba terminando su magnífico libro Transición: Conversaciones y relatos de lo que se hizo y se dejó de hacer por la democracia en México, Carlos Salinas de Gortari se mostró iracundo luego de que la periodista se atreviera a sacar al aire la entrevista con Miguel de la Madrid en la cuál el clan Salinas de Gortari quedaba al desnudo. Por diversas vías llegaron mensajes de advertencia sutil para Carmen con la finalidad de que las palabras de Don Miguel no aparecieran en este libro. Yclaro que aparecen; esas y otras que revelan el verdadero discurso de hombres como López Obrador, de Luis Carlos Hugalde o Muñóz Ledo.

Aristegui es una periodista imprescindible en este país, no solamente porque las amenazas del ex presidente no la amedrentan, sino porque sabe qué y cómo preguntar haciendo que su trabajo profesional transparente las historias e intenciones de otros.

Este ultimo libro recién publicado demuestra claramente por qué sus entrevistas son capaces de poner nervioso al líder de la inescrupulosa familia Salinas. O de movilizar a Emilio Gamboa para forzar al ex presidente de la Madrid a retractarse de sus revelaciones sobre los vínculos priístas con el narcotráfico.

Su trabajo ha arrancado las máscaras a los hombres más poderosos de este país, justo porque sabe entrevistarles y está allí para que ellos se revelen. Manuel Bartlett asegura que cuando de la Madrid les invitó a conformar el gabinete no les invitaba a una fiesta sino a una tragedia. Dice también que se precisa un movimiento popular democrático y el hombre idóneo es Andrés Manuel López Obrador.

Aristegui logra que Diego Fernández de Cevallos confiese que su candidato presidencial es Peña Nieto. El secretario de educación y ex IFE Alonso Lujambio evoca a los Amigos de Fox con la frase “Ganar a como de lugar, sin importar la ley”. A Jorge Castañeda Carmen le extrae la explicación de cómo se corrompen los conductores de Televisa; así como las anécdotas de la entrada de Vázquez Mota al PAN. También el ex canciller cuenta la forma en que él mismo construyó la relación entre Elba Esther Gordillo y el presidente Fox;además narra cómo Roberto Hernández le ordenó a Fox que pusiera a Francisco Gil en Hacienda bajo la consigna foxista “Yo no me voy a meter en estos asuntos, manda Gil y lo que él diga es inapelable e irreversible”.

El conjunto de entrevistas recrea un tejido de revelaciones y análisis contextual que nos permiten entrar al terreno de la realidad narrada por sus testigos, analistas, actores y (muy pocas) actoras. Carmen entrevista de forma tan magistral que quien lee el libro entiende los discursos de los personajes y el metalenguaje de los discursos.

Termino de leer la obra de Aristegui. Observo las fotografías de Ricardo Trabulsi que acompañan a cada entrevista y descubro en ellas el alma de quienes con sus testimonios se quitan la careta (a veces sin percatarse de ello) y exponen las verdaderas entrañas de una transición democrática ante la cuál Roger Bartra asegura que “perdimos el alma, pero no hemos ganado la conciencia”.

El él encontrará las reflexiones de tipos con la cabeza muy bien amueblada como Bartra, del sable intelectual de Denise Dresser, el hartazgo honesto de Monisvais, el sorpresivo anecdotario de Krauze,el festivo cinismo de Labastida, la claridez de Juan Ramón de la Fuente y la pasión desbordada de Rosario Ibarra de Piedra entre otros.
Mi sensación luego de leerlo es que tuve el privilegio de estar sentada a la mesa durante un festín de pluralidad entre 26 personajes que por lo que hicieron, legitimaron, testificaron, dijeron o dejaron de hacer, ahora nos ayudan a entender porqué México está donde está y como está. Un libro imprescindible, buen periodismo para tiempos de incertidumbre. A cada quién le toca sacar sus propias conclusiones.

http://www.lydiacacho.net/15-12-2009/¿quien-le-teme-a-carmen-aristegui/

miércoles, diciembre 02, 2009

Aniversario de Flor y Canto

Aquí esta este vídeo que nos manda Froylan Yescas sobre el aniversario de Flor y Canto. Felicidades a los compañeros que integran esta organización: Que sigan tan combativos como hasta ahora.